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Lunes, 23 de noviembre 2009, 03:31
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Las movilizaciones de los agricultores ante las dificultades que atraviesan, especialmente como consecuencia de la crisis, culminó el sábado con una multitudinaria concentración en Madrid, convocada por las organizaciones más representativas del sector, COAG, ASAJA y UPA. El imparable incremento de los costes que soportan las explotaciones agrarias contrasta con la presión que la crisis ejerce sobre los precios del producto final. Además, la dependencia que la agricultura tiene de las grandes cadenas de distribución hace que el disputado beneficio resultante se incline más a favor de estas últimas que de los productores. Este desigual reparto de las cargas y de la rentabilidad que ofrece el sector agrario resulta fácil de percibir por los ciudadanos, que acceden al consumo de los productos del campo español con la certeza de estar pagando más al distribuidor que al agricultor. De ahí que las movilizaciones de los últimos días sean contempladas con simpatía por una opinión pública deseosa de contar con productos de calidad a un precio estable. Por otra parte, aunque la producción agrícola cuente con el trato de favor de una UE que prima al agro europeo y limita la competencia exterior, parece evidente que el campo español no es el más beneficiado de dicha política. Todo lo contrario, tiene razones para sentirse desvalido respecto al trato que otras agriculturas nacionales reciben de la actuación de Bruselas. La presencia de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, y del coordinador general de IU, Cayo Lara, en la manifestación celebrada en Madrid atestigua que el Gobierno de Rodríguez Zapatero no sintoniza suficientemente con las demandas del sector.
Es significativo que las organizaciones representativas de los agricultores hayan decidido exteriorizar su protesta cuando puede afirmarse que la recesión económica está a punto de tocar fondo también en España. Probablemente porque tienen razones para pensar que la paulatina recuperación podría dejarles atrás. Pero dado que la economía española en su conjunto deberá afrontar el reto de la productividad y la innovación para acceder a un nuevo patrón de crecimiento, la agricultura tendrá que ofrecer también un cuadro de explotaciones acorde a las necesidades de un mercado más exigente.
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