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«El tiempo no lo cura todo»

Quini, el mito sportinguista, relata a EL COMERCIO los acontecimientos que marcaron su vida un día antes del estreno de su película en el Festival de Cine de Gijón

MANUEL ROSETY ,

Miércoles, 21 de noviembre 2012, 20:43

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Mañana verá la luz la película sobre la vida de Enrique Castro Quini, el futbolista universal y carismático de la historia del fútbol asturiano. El mítico Brujo contó a EL COMERCIO los detalles más significativos de su vida, ahora llevada al cine.

¿Cómo se gestó la idea de hacer la película de su vida?

Me lo comentó Rai García, que es el director. Vino a verme, con una gran ilusión. Ya me habían propuesto hacer una película o un documental sobre mi vida, pero nunca me dio por aceptarlo porque no tenía interés. Nunca había pensado en que podía hacerse.

¿Qué le hizo cambiar de opinión?

Rai me convenció. Vino a Mareo, estuvimos dos horas hablando, me explicó su proyecto, lo hizo con una gran ilusión y acepté. Desde entonces estoy en sus manos.

Un proyecto que tuvo un desarrollo muy largo.

-Sí, porque requiere mucho tiempo. No son sólo las horas de rodar. Es el montaje, la preparación de los detalles, las escenas

En la película recuerda muchos episodios de su vida, unos buenos y otros no tanto.

Sí, porque el film no se basa en la parte deportiva. Tuve que volver a recordar muchas cosas. Todas son ya pasadas, menos el cáncer. Los años van pasando y no es que se olvide, pero el tiempo te permite soportarlo mejor, cura mejor las cosas, aunque no del todo.

Nunca le gustó hablar de su secuestro, pero sí se vio obligado a contarlo para el rodaje.

La película es sobre la parte más humana de una persona, y eso requiere volver a tener presentes todos esos recuerdos, como fueron el fallecimiento de mi hermano Jesús, el secuestro o el cáncer que sufrí. Tienes que volver a meterlas en la memoria.

En una de las secuencias de la película cuenta con detalles la liberación de una forma muy natural.

En aquel momento lo pasé fatal, porque se abrió la trampilla del zulo en el que yo estaba, en el techo, y me quedé con la visión de la pistola que estaba apoyada en el suelo para abrir la trampilla. Es un momento en el que no sabes dónde estás, ni en manos de quién. Yo estaba en una esquina. Pensé que se me acababa la vida. Cuando me dijo que era un policía me desmayé. Son momentos difíciles de superar.

¿Se reunió con los secuestradores?

-Durante el rodaje, no. Estuve reunido con uno de ellos durante dos horas con motivo de un viaje a Barcelona.

Sí se vio con los policías que intervinieron en su rescate, un encuentro que con más repercusión.

Sí. Fue en Barcelona, en el restaurante que yo frecuentaba, al lado de mi casa. El tiempo pasa muy rápido. Son casi 32 años. Me veía a veces con Jorge de Haro, que iba a visitarme al hotel donde se alojaba el Sporting en Málaga. A los demás llevaba sin verlos casi 32 años, que es toda una vida. Era un grupo de antiatracos, no se dedicaban a secuestros, pero lo hicieron maravillosamente bien. Me hizo mucha ilusión el reencuentro, porque eran casi como de la familia. Después de convivir tantos días, algunos pasaron los 25 días en casa, llega un momento en el que son como familiares.

¿Qué momento destacaría como más emotivo en su vida?

Todos lo son, y todos son importantes, aunque a mí me marcó mucho la muerte de mi hermano Jesús y la forma en la que se produjo.

También fue para la película a la playa de la tragedia (donde su hermano murió tras salvar a dos niños ingleses de morir ahogados).

Nunca había querido pisar esa playa y nunca había ido a Pechón, pero fui allí a rodar. Fue una sensación muy extraña. El sitio en el que se produjo el suceso... me parecía imposible que pudiera haber ocurrido allí, tal como vi la playa y como estaba el mar.

Hay otros pasajes sobre sus operaciones de cáncer.

Es que están ahí, a la vuelta de la esquina. Ya no estoy a tratamiento, pero tengo que pasar la ITV cada tres meses en Oviedo y cada seis, en Barcelona. De la primera operación ya hace casi seis años y de la segunda hará cinco en febrero.

En una secuencia de la película habla, con uno de los médicos que lo atendió, de las especiales sensaciones que tenía en el hospital.

Son de esas que te quedan para toda la vida. Cuando estaba a tratamiento, enganchado a una máquina, me ponía de pie cerca de la ventana. Estábamos muy cerca del aeropuerto de Barcelona y cuando veía pasar los aviones me preguntaba si alguno de aquellos aparatos me llevaría algún día a Asturias o si me quedaría aquí. Me decía a ver si vuelvo en uno de esos, pero que no sea en una caja de pino.

En uno se vino, pero para presenciar el ascenso de 2008.

Aquello significó una inyección de moral muy grande. Cuando se está en una situación de ese tipo, uno se convierte en una persona más sensible. Recuerdo que no pude finalizar el partido. Cuando marcamos el segundo gol tuve que marcharme del campo.

¿Va se sentir alguna sensación especial en la presentación de la película de su vida?

Siempre quedan cosas por ver. En la película, Rai estuvo escarbando mucho en toda la historia y se hizo con unos reportajes que ni yo recuerdo de cuando son. Yo no vi la película entera. La primera vez va a ser en la presentación que está organizada para los medios informativos, el jueves, creo que a mediodía, y por la tarde ya con el público.

¿Qué imágenes le llamaron más la atención?

Una de ellas, una escena en el Tibidabo, en Barcelona, en la que estamos Puente y yo en unos caballitos y en las que también aparecen José Manuel, Tati Valdés, García Cuervo, mi hermano Jesús y alguno más, en tono desenfadado, viendo la ciudad a través de unos catalejos. Subimos a los coches de choque, en unos momentos que son imborrables. Aquello debió ser a principio de los años 70. Fue emotivo ver a gente que falta, con aquella alegría que tenían.

Eran algo más que una plantilla.

-Sí, porque teníamos una convivencia muy especial. Era una época que duró toda una vida, porque la amistad sigue durando y, menos los que se fueron, nos seguimos viendo.

¿Cómo recibieron en su familia la idea de hacer la película?

La respaldaron, aunque fue una cuestión personal. Me dijeron que si me apetecía, adelante. No tenían nada que objetar.

-La película demuestra que es una persona muy querida.

-Sí, pero eso me pasa en la vida diaria. Todos tenemos enemigos, pero a mí me gusta recordar lo bueno, pensar en positivo. Creo que me pasan más cosas buenas que malas. Sé que la gente me quiere y estoy muy orgulloso de ello, de que mi forma de ser encaje así de bien en la gente.

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