Los bajos, un lugar de reunión cada vez más de moda entre los jóvenes

No hay horarios ni quedadas, simplemente te pasas por el bajo y siempre te vas a encontrar a algún amigo, asegura Diego Carbajal, un gijonés que desde hace varios meses frecuenta un local en La Calzada donde se reúne con seis amigos. Un lugar de encuentro, en el que dice son todo ventajas, ya que no dependes de nadie, tan solo de tu grupo de amistades, con los que se convive a diario.

Gijón se ha convertido en una de las ciudades donde más se ha extendido esta tendencia. Los jóvenes deciden juntarse y pagar por un espacio donde jugar a las cartas, hacer botellón o simplemente escuchar música o jugar a la consola. Los precios del alquiler dependen de la zona, aunque oscilan entre 250 ó 300 euros. Somos catorce y pagamos 25 euros cada uno. Dejamos cinco euros de bote, para hacer la compra. Palomitas, pizzas o refrescos suelen ser los productos que más consumimos, comenta Jaime Pire, usuario de un bajo en la zona de Moreda. Son muchas las horas que estos amigos pasan en el local, algunos más que en su propia casa. Tenemos de todo, microondas, sofás, nevera, platos, vasos... Es nuestro segundo hogar, dice Laura Suárez.

Estos jóvenes reconocen que el bajo ha cambiado sus costumbres, pero a mejor, ya que al tener un lugar de reunión, ya no pasan frío por estar en la calle y se ahorran dinero, pues no pagan seis euros por una copa en las discotecas, ni tienen que estar de cafetería en cafetería para no estar al raso en invierno. Antes de salir de fiesta nos reunimos y hacemos botellón, así nos ahorramos el dinero de las copas. Además, también celebran los cumpleaños o fiestas en el bajo, cenan allí y así se ahorran ir a un restaurante.

La convivencia con la comunidad es en la mayoría de las ocasiones buena. Al estar a ras de suelo, los vecinos apenas se enteran, si que es verdad que en alguna ocasión, sobre todo al principio, tuvimos alguna discusión, pero hemos llegado a un acuerdo con ellos, dice Carbajal. Aunque asegura que no todo es fiesta, ya que su grupo de amigos, todos universitarios, también lo utiliza como lugar de estudio. Aquí nadie te molesta, es mucho mejor que una biblioteca. Mucho más cómodo, ya que puedes estar en zapatillas, bromea Diego.

Todos coinciden en el por qué de haber alquilado un bajo: para encontrar un lugar donde estar a gusto. Muchos afirman que les ha servido para conocer más a sus amigos. La mayoría de las bajos suelen ser de chicos, aunque también existen grupos mixtos. Este es el tercer bajo en el que estoy. Aunque esta vez es diferente a las demás, ya que estamos con chicas, con nuestro grupo de amigas. Nos llevamos todos muy bien y nos divertimos mucho, reconoce Pachi Sánchez.

Una experiencia que les ha hecho aprender los unos de los otros y convivir como si de una gran familia se tratase. Se ayudan, discuten, ríen y se adaptan entre todos. Algunos incluso se quedan a dormir en estas cuatro paredes los fines de semana, si viven lejos y así, se ahorran los diez euros del taxi. Son todo ventajas, sobre todo económicas. Pagas 25 euros al mes y te olvidas, argumenta Pire. Incluso algunos pagan menos, ya que en el que caso de Diego Carbajal el bajo es prestado y tan solo tienen que pagar la luz. En invierno no necesitamos ni calefacción, ya que al lado tenemos la panadería de un supermercado y estamos muy calentinos, apostilla el gijonés.

Sin duda, una manera ahorrativa de disfrutar con los amigos. Una iniciativa que permite a los jóvenes gastar poco y más en estos tiempos. Una forma de ocio diferente, a la que se tienen que adaptar los jóvenes si la crisis aprieta los bolsillos.