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El filósofo Gustavo Bueno, en su casa de Niembro, en Llanes.
Muere Gustavo Bueno a los 91 años

Muere Gustavo Bueno a los 91 años

Dos días después que su mujer, decía adiós el padre del materialismo filosófico

M. F. Antuña

Jueves, 29 de diciembre 2016, 17:58

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Era un hombre pragmático, pero tuvo un final absolutamente romántico. Gustavo Bueno, pensador brillante, adicto al debate y la confrontación de ideas y sin miedo al qué diran, murió el 7 de agosto en su casa de Niembro (Llanes) dejando huérfana a la filosofía española, que perdió a su figura más notable de las últimas décadas. Dos días después de la muerte de su esposa, Carmen Sánchez Revilla, el padre del materialismo filosófico decía adiós a una vida plena a los 91 años.

Nacido en Santo Domingo de La Calzada, en La Rioja, en 1924 en el seno de una familia de médicos, fue allí donde recibió sepultura al día siguiente tras una emotiva ceremonia civil que reunió a familiares, discípulos, políticos y representantes de la Universidad de Oviedo, donde ejerció su magisterio durante la mayor parte de su vida.

Claro que fue en Zaragoza donde estudió el bachillerato y también allí comenzó su formación en Filosofía y Letras y Derecho que culminaría en Madrid. Becario del Instituto Luis Vives de Filosofía del CSIC, en 1947 leyó su tesis doctoral sobre el fundamento formal y material de la moderna filosofía de la religión. Con 24 años se convirtió en catedrático de Filosofía y comenzó la docencia en un instituto de Salamanca en el que estuvo desde 1949 hasta 1960.

1960 fue el año de su llegada a Oviedo. Obtuvo la Cátedra de Historia de la Filosofía y los Sistemas Filosóficos y ya nunca se desvinculó de la Universidad de Oviedo hasta 1998, en que se jubiló en medio de una gruesa polémica. El reglamento no permitía que un profesor jubilado impartiera clases y entre el malestar y las protestas de sus alumnos, se despidió con una clase ante las escalinatas de la Facultad apelando al espíritu de Mayo del 68 y de las huelgas mineras.

Desarrolló las teorías del cierre categorial y el materialismo filosófico y con ellas un discurso muy bien trabado que colocó a la Universidad de Oviedo en primera línea del pensamiento. Marxista confeso, fuera de la Universidad su tarea continuó trabajando al frente de la Fundación Gustavo Bueno, que recopila y muestra todos sus trabajos, que se cuentan por cientos, y no dejó de pensar y escribir, de poner sus reflexiones ante la mirada pública.

Sin miedo a jardines inhóspitos, abrió todos los frentes dialécticos posibles, muchos de ellos con la política y la religión en el ojo el huracán. Dijo que la Constitución de 1978 se hizo para salir del paso y fue una continuación del «plan Marshall», clamó contra la imbecilidad de los españoles, contra los nacionalismos, defendió la pena de muerte, afirmó que no le temblaría el pulso para matar a un etarra con sus manos y llamó a destruir las raíces del Islam con el racionalismo.

Claro que antes de llegar a estas reflexiones más actuales, fue notorio su posicionamiento antifranquista, que le llevó primero a impartir charlas sobre Marx o Engels en los clubes culturales de las cuencas mineras que eran tapaderas del PCE en los tiempos de la clandestinidad.

Platónico, siempre apostó por una redefinición del marxismo y lamentaba que ninguna doctrina filosófica hubiera dado una respuesta adecuada al concepto de religión. Fue además un ateo católico respetaba y admiraba su filosofía contundente: «No puedo respetar la opinión de alguien que me está diciendo que es Napoleón o que tiene relación directa con el espíritu santo; si alguien afirma como verdades proposiciones que son indemostrables, me está insultando».

Fundador de la revista El basilisco, habitual de los platós de la televisión celebérrima fue su defensa de Gran Hermano, dejó impresa una cantidad ingente de libros y artículos. El mito de la cultura: ensayo de una teoría materialista de la cultura (1997), España frente a Europa (2000), Telebasura y democracia (2002), El mito de la izquierda: las izquierdas y la derecha (2003), La vuelta a la caverna: terrorismo, guerra y globalización (2004), Zapatero y el pensamiento Alicia: un presidente en el país de las maravillas (2006), La fe del ateo (2007), El mito de la derecha (2008), El fundamentalismo democrático. La democracia española a examen (2010) son solo algunos de ellos.

La Fundación que lleva su nombre, y que preside su hijo Gustavo Bueno Sánchez, se encarga de velar por su legado y trabaja ya en la publicación de algunos textos del autor. Prevé también editar sus obras completas, un trabajo que se antoja tan complejo como necesario. Su sistema filosófico sigue vivo y son ahora sus discípulos quienes seguirán manteniéndolo vivo mediante futuras investigaciones.

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