Borrar
Victoria, en Picadilly, con su marido, Fredik, y su hijo, Oliver.
Asturianos por el mundo: «Los investigadores españoles somos imaginativos y resistentes al fracaso»

«Los investigadores españoles somos imaginativos y resistentes al fracaso»

Moreno lidera en Londres su propio equipo de estudio del cáncer

M. F. ANTUÑA

Sábado, 2 de junio 2018, 04:36

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Vive en Londres, la ciudad en la que nació en 1974 esta gijonesa hija de un científico y una profesora de inglés que en septiembre se convertirá en catedrática de Biología Celular del Cáncer en el Barts Cancer Institute, un centro de investigación de excelencia. Victoria Sanz Moreno es un cerebro privilegiado que busca cómo atajar el cáncer desde Gran Bretaña. Desde los cuatro hasta los 23 años -con un leve paso por EE UU- vivió en Gijón, fue en Oviedo donde estudió en la Facultad de Químicas y donde se especializó en Bioquímica en la de Medicina. Luego llegó la tesis doctoral, un primer periodo 'post doct' en Cantabria y en Madrid centrado en los mecanismos moleculares de señalización del cáncer. Y en 2005 tomó rumbo a las británicas islas. Una beca europea le permitió unirse al grupo del profesor Chris Marshall, una eminencia. Comenzó a trabajar en el Institute of Cancer Reseach, conoció a su marido, Fredik, tuvo un hijo, Oliver, y avanzó en el estudio de los procesos de metástasis.

En el año 2011 ya estableció su propio equipo de investigación en el King College. «Creció rápido e hicimos contribuciones importantes, con lo que en 2017 obtuve una ayuda para consolidación y avance de grupos investigadores del CRUK (Cancer Reseach UK)». Eso se tradujo en más de dos millones de libras para continuar la investigación en mecanismos moleculares y dianas terapéuticas en melanoma». Su próximo paso, convertirse en catedrática del Barts Cancer. «Mi laboratorio está centrado en entender cómo las células de cáncer adquieren la capacidad para ser metastásicas, y a la vez dejan de responder a las terapias actuales, incluyendo terapias basadas en reactivar el sistema inmune. Creemos que todos esos cambios en las células están conectados a nivel molecular. En los próximos cinco años nos gustaría demostrarlo formalmente», revela. Y lo explica de una forma más fácil de entender: «Imagina que con la misma droga o terapia pudieras eliminar las células más metastásicas, las que peor responden a los tratamientos actuales y que a la vez el sistema inmune las atacara más eficientemente. ¿Sería estupendo, no?». Pues en esas está.

Sostiene Victoria que investigar en Gran Bretaña tiene múltiples pros: «Lo primero y más importante es que la sociedad británica tiene una larga tradición y entendimiento de que investigación significa desarrollo para un país», explica. Y añade después que el sistema universitario y los centros de investigación privados apoyan a los investigadores en todas las etapas de la carrera. A ello se une que hay una red de organizaciones que recaudan dinero para investigar diferentes enfermedades. «Por tanto, el ciudadano de a pie dona regularmente dinero para la investigación». Solo mediante esta vía el Cancer Research UK obtiene 400 millones de libras anuales. «En España esto ocurre, pero a mucha menor escala».

El sistema universitario es otra cosa. El español es muy accesible; el británico puede pecar de clasista. Pero, en todo caso, los británicos entienden que el conocimiento científico es riqueza. Y en España, no. Las políticas son «cortoplacistas» y la investigación no es una prioridad y eso que «los investigadores españoles son súper valorados, pues somos imaginativos, trabajadores, ingeniosos y resistentes al fracaso». Lástima que lo invertido en formación en España acabe en saco roto. «El sistema perfecto sería aquel en el que al investigador se le dan alas para irse al extranjero como una experiencia enriquecedora en su carrera profesional y personal, pero cuando vuelve existe un tejido que lo atrae y lo cuida, pues es un valor para el país».

Si bien no cierra puertas a una vuelta a casa, sus perspectivas están en Inglaterra, por mucho que eche de menos el mar y se haya instalado a la orilla del Támesis. «Lo que más echo de menos es que mis padres disfruten de su nieto todos los días y no solo en las vacaciones».

Eso sí, no olvidemos lo obvio: «Londres es absolutamente fascinante». Su oferta cultural es imbatible y un paseo por London Bridge de buena mañana te sitúa «en el epicentro donde ocurre todo».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios