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Recreación de una lucha de astures y romanos en el Festival Astur Romano de La Carisa, en Carabanzo
¿Asturias celta o Asturias romana?

¿Asturias celta o Asturias romana?

La respuesta es compleja. La influencia de ambos pueblos en la sociedad actual es materia de debate entre los expertos

Jessica M. Puga

Domingo, 31 de agosto 2014, 09:44

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La historia está llena de incógnitas, de eso no cabe duda. Tampoco de que nunca llueve a gusto de todos y que verdades universales, cuando se buscan sobre aquello que pasó un par de miles de años, existen más bien a medias. En lo referido a Asturias, nadie duda del paso romano, ni de que antes de ellos había otros pobladores, los astures. Lo que no está ya tan claro es si aquellos pueblos eran o no celtas. De ser cierto que lo eran, cabría preguntarse si los actuales asturianos son más romanos que celtas, o viceversa; o si quizás somos la 'mezcla' perfecta. El debate está servido y, según los investigadores, es muy difícil conseguir el material que nos saque de dudas pues hablamos de un periodo del que apenas existen documentos escritos y en el que las muchas evidencias materiales han desaparecido.

Para buscar el origen de todo el lío es necesario viajar a los últimos años de la Edad de Bronce, en el último milenio antes de Cristo. Y de ahí, establecer un viaje en el tiempo que nos transporte hasta la Edad del Hierro, el momento de mayor esplendor de los pueblos celtas del norte de la península. Antes de empezar, aparece la primera disputa que enfrenta a arqueólogos, lingüistas e historiadores. ¿Antes de los romanos lo que había en la actual Asturias eran astures? «Está claro que los astures eran pueblos célticos por su cultura, su tipo de hábitat y la toponimia de la región», explica el arqueólogo Jesús Francisco Torres Martínez, director de las excavaciones del yacimiento de Monte Bernorio (Palencia) y profesor de la Universidad Complutense de Madrid. «Hay que tener en cuenta que, en la Edad de Hierro, las identidades eran incluyentes, por lo que es posible que los pueblos fueran celtas, astures y lugones, todo a la vez; la exclusión llega con la presencia romana», concluye.

Todo apunta a que a ellos les debemos muchas cosas porque «ningún decreto, aunque sea romano, puede frenar la influencia lingüística y cultural», dicen los estudiosos. La mitología asturiana, algunos vocablos e incluso parte de nuestra fauna se remontan, presumiblemente, a ellos. La similitud que estos rasgos presentan con el idioma indoeuropeo primigenio y la coincidencia de leyendas con el resto de países del arco atlántico (Francia, Bretaña, islas británicas y norte de la Península Ibérica) sirven de evidencia. En cuanto a la mitología, el escritor y etnógrafo asturiano Alberto Álvarez Peña diferencia, por un lado, las antiguas divinidades celtas adaptadas a la toponimia regional; y por otro, la influencia de la tradición oral en la mitología asturiana, sin obviar que en la evolución de su tratamiento han influido también los romanos o los visigodos. «Tenemos topónimos como San Juan de Beleño (Ponga), semejante al dios celta Belenus; lo mismo ocurre con Taranes (también en Ponga) o Tarna (Caso), que se asemejan al dios del cielo Taranis o con Lugones, que procede del dios solar Lug», explica Álvarez Peña, para quien este tipo de divinidades han terminado arrinconadas «como cosas del demonio». Por otro parte, el folklore asturiano es clave para rastrear la influencia celta. «Las xanas coinciden con las hadas irlandesas y con las 'kórrigan' bretonas, y muchas de nuestras leyendas tienen símiles en los países del arco atlántico, como la del diañu burlón que se transforma en caballo blanco, igual que el 'kelpie' escocés; o la leyenda de las siete culebras o cuélebres, a la que se refieren los romanos en el siglo I», continúa, y explica que «sobre asentamientos celtas apareció en Piloña una lápida del clan de los viroménigos». El paganismo de los celtas ha quedado en la festividad de San Juan o la de Difuntos, pese a que el paso de los años las ha hecho filtrarse por el tamiz cristiano.

Al hablar de la forma de vida y organización de los pueblos celtas todo parece indicar que eran pueblos guerreros y que vivieron indistintamente en zonas costeras y montañosas de la región. «Se dice que eran matriarcales, pero es falso. Lo que pasa es que la mujer tenía un papel protagonista que chocaba totalmente con la percepción de los griegos y los romanos contemporáneos. El hombre mandaba porque era el que se jugaba la vida, pero eso no quitaba para que la mujer hablara en las asambleas o tuvieran derecho de voto», apunta Torres Martínez.

Vivían en aldeas, en castros de todos los tamaños y ciudades fortificadas y su organización era la habitual en la Europa del momento. «Había asambleas y a veces había un 'reix' -líder- especialmente caristmático que mandaba sobre los demás, un cargo que no era hereditario», establece Torres Martínez, dismintiendo que hubiese constantes batallas entre las diferentes etnias, pues tenían que cooperar y hasta aliarse en ocasiones «lo que no evita que hubiese algunas batallas entre ellos sobre todo por el robo del ganado».

Así eran los pueblos prerromanos de Asturias, según los estudios. Subsistían con una rudimentaria agricultura -especialmente en el norte de la actual Asturias- y dejaron para la posteridad algunas armas y un poco de su estilo de vida, hasta que a finales del siglo I antes de Cristo los romanos invaden la región y comienzan las guerras.

Los intereses romanos eran claros: necesitaban el oro de las minas asturianas para sufragar sus gastos y con salida directa a la Galia ya conquistada por otras vías, no llegaron a crear importantes asentamientos ni grandes infraestructuras. Su tardía ocupación del Norte atiende a que los pueblos astures tenían fama de fieros guerreros. Para el arqueólogo e investigador Francisco José Borge Cordovilla, la distinción de este territorio está en que «en el resto, la romanización fue un fenómeno de asimilación, llevado a cabo por algún pacto legal, porque eran sociedades más avanzadas, algo que no ocurría con los 'retrasados' territorios del norte, en donde no había ni moneda ni una agricultura intensiva, tan siquiera». Por eso no hubo grandes contiendas, sino más bien guerra de guerrillas. Para Borge, los romanos no llegaron a considerar Asturias una región clave. «El trabajo de César García y Sergio Ríos sobre el Gijón romano prueba que Gigia fue una aglomeración urbana pero no una ciudad romana al uso, pues no tuvo una estructura gubernativa», explica. Después llegó el 'rodillo' romano, con brutales represiones. «Hubo un levantamiento con Claudio I, sofocado por Nerón, del que hay constancia de que muchos astures fueron deportados a la Galia», explica Borge, quien comenta que algunos fueron finalmente reclutados en masa para formar parte de las legiones.

La presencia romana dejó en lapenínsula principalmente la lengua, pues el latín ha dado origen a todas las lenguas de la actual España, a excepción del vasco; el alcantarillado, el sistema de canalización de agua, la actual organización del Estado, diferentes ámbitos de la vida pública y privada y hasta la aptitud para encarar grandes construcciones, como los embalses, asientan su base en la tradición romana.

A tenor de todo ello, que cada cuál decida si somos más celtas o más romanos. Habrá que esperar a nuevos estudios para obtener conclusiones claras. Los expertos aseguran que, lo que es seguro, es que somos una mezcla de todo lo vivido a lo largo de la historia.

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