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Gabriel Menéndez en uno de los pasillos del centenario Sanatorio Adaro.
«Es muy difícil encontrar una familia en la cuenca que no haya ingresado en el Adaro»

«Es muy difícil encontrar una familia en la cuenca que no haya ingresado en el Adaro»

«Antes del nacimiento de este hospital, en 1914, aquello tenía que ser tremebundo. Era como el hospital de la mili, pero salvó muchas vidas»

EVA MONTES

Lunes, 1 de septiembre 2014, 00:53

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Llegó a la gerencia del Sanatorio Adaro hace cinco años con una larga experiencia en el ERA, en pleno desarrollo de la fase geriátrica de un centro que nació, hace ahora un siglo, con una incuestionable vocación minera. Pero Gabriel Menéndez es de la cuenca y ha crecido y vivido bajo la influencia de un hospital singular, que el drama de la mina convirtió en referente nacional de traumatología en los años 50. Cuarenta años después, derivó hacia la atención a mayores y, ahora, cuando se hace centenario, una Asturias agradecida reconoce su compromiso social con una de sus Medallas de Plata. Pero quiere seguir evolucionando. Hacia una unidad de coma, inexistente en Asturias, o, incluso, hacia un nuevo edificio. El viejo Sanatorio Adaro está eso: viejo. Como si tuviera cien años.

¿Hubo que esperar a ser centenario para reconocer al Adaro?

Pues posiblemente sí. De todas formas, yo creo que tiene el reconocimiento de todos. En los años 50 y 60 se convirtió en un centro traumatológico de referencia nacional, porque los traumatismos que se veían en el Adaro sólo eran superados por los que se producían en las guerras. Yo que no soy tan mayor y soy de la cuenca, no sé decir cuántos muertos podrían producirse en la mina hace 50 años, pero estoy seguro de que pasaban de 50, además de los cientos de heridos todos los años con miembros destrozados. De hecho, por eso especialistas de toda España venían a formarse aquí. Hasta de Colombia y Venezuela venían a pasar temporadas con Vicente Vallina y sus muchachos.

Hay un antes y un después del Sanatorio Adaro.

Según lo que he leído y me han contado de lo que a ellos les han contado, en 1900 había heridos a mansalva y se andaban buscando coches para llevar a los más graves a Oviedo, que era el único sitio que tenía hospital. Se hicieron peticiones al Ayuntamiento para crear un hospitalillo aquí, pero no se hizo nada hasta que, en 1908, Luis Adaro y Magro, director general por entonces de Duro Felguera, decidió tirar para adelante. Antes del Adaro, aquello tenía que ser tremebundo. Cuando te cae un costero gordo, te amputa una pierna o un brazo, así que muchos supongo que se quedarían por el camino. Empezó a funcionar en 1914 con 16 camas para Duro Felguera, que, además de la fábrica, tenía muchas minas, y en 1930 se amplió al resto de las minas y se convirtió en un hospital de 200 plazas. Mayor que las 150 de ahora. Claro que ves las fotos y parecen las de la mili: 15 camas a un lado, 15 al otro. Era lo que había, pero este sanatorio salvó muchas vidas. Muchas.

¿Si no se hubiera construido el Valle del Nalón, el Adaro seguiría siendo un hospital?

Posiblemente hubiera podido quedar como un hospital especializado en traumatología. Cuando se construyó el Valle del Nalón en el 75, que coincidió con una menor actividad aquí, Vallina era director del Adaro y jefe de Traumatología del Valle del Nalón.

Y el declive de la actividad le transformó en hospital geriátrico.

En el 95, el Adaro estuvo a punto de cerrar. Hubo un momento en el que había sesenta y pico trabajadores y 10 o 12 ingresados, pero ahí todo el mérito hay que dárselo a los sindicatos mineros, tanto al SOMA como a CC OO, que tanto monta monta tanto, porque pelearon por que aquí se mantuviese algún tipo de actividad y, en aquel momento, se decidió darle un giro hacia la atención geriátrica. Pasamos de ser una zona minera a ser una zona geriátrica, porque Asturias es una provincia muy envejecida, pero las cuencas, más. Alguien vio que aquí se podía dar atención de media estancia geriátrica, que no existía, y 25 años después sigue sin existir en Asturias nada de este calibre.

¿Y el futuro, por dónde avanza?

Últimamente, estamos trayendo a gente en coma, que en un hospital o una UVI cuesta un riñón mantenerlos y los atendemos muy bien. Y entre las posibilidades de futuro se habla de una unidad de coma, una unidad de cuidados mínimos, de la que no hay referencia en Asturias. Por eso, entre las peleas que tenemos con el Sespa está la de disponer de camas específicas para esos pacientes que nos vienen de continuo. Estamos luchando para darle más futuro al centro. De la misma manera que luchamos por hacer un centro nuevo. Tuvimos mala suerte con los fondos mineros. Igual que aplaudimos algunas cosas de los sindicatos, en otras, como en ésta, posiblemente no tiraron lo suficiente de este centro de 104 años, porque se empezó a construir en 1910 y está viejín. Queremos un centro nuevo con los mismos servicios y, a ser posible, alguno más que creemos que necesita el Principado.

La recepción de la Medalla de Plata les da más visibilidad. ¿Va a aprovechar para ser reivindicativo?

No. Es un reconocimiento a los méritos del centro, que trabajan bien, con 110 trabajadores que saben que son la empresa. Dentro de lo que hay en la cuenca, ya somos una empresa importante con sueldos decentes. El personal residencial cobra bastante más que el que trabaja ahí enfrente en una residencia privada. Pero no: la intervención va a ser simplemente de agradecimiento. La reivindicativa corresponde a otros momentos y normalmente se realiza de forma privada. No somos de los que salimos a la calle a reivindicar cosas.

Todo queda en casa.

Sí, pero queda todo en casa no porque esté gobernando el PSOE, ¿eh?, que esto, en uno de los momentos en los que más progresó, fue cuando estuvo el PP en el Gobierno, hay que reconocerlo. Fue Marqués quien inició los conciertos singulares, las cosas son como son. Y, gobierne quien gobierne, espero que no haya ningún problema, porque realmente un centro como éste, u otro similar, es necesario en Asturias. Si tengo alguna queja es que se haya proyectado el Stephen Hopkins donde se proyectó, porque su actividad es más que complementaria de lo que se hace en el Adaro.

De todas formas, para usted, hijo de minero accidentado, será un momento emocionante.

Yo estoy aquí gracias a los cuidados del Sanatorio Adaro a mi padre, pero es que en la cuenca difícilmente encontrarás a una familia que no haya tenido a alguien, padre, hermano, primo o amigo, que haya sido ingresado en el Adaro. Difícilmente.

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