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Domingo, 28 de septiembre 2014, 01:39
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No era la primera vez que ocurría en La Cadellada, donde las visitas por sorpresa del consejero se han convertido en moneda corriente, pero sí fue uno de los detonantes que llevaron a Rabanal a coger el petate del HUCA y marcharse. El 3 de septiembre, Faustino Blanco se acercó a las instalaciones de docencia. Faltaban pocos días para el inicio del curso universitario y el consejero quería acallar las críticas sobre los aularios de La Cadellada. Blanco convocó informalmente a varios médicos que dan clase en la facultad. Rabanal y su equipo no fueron 'invitados' y prácticamente se enteraron por EL COMERCIO, al día siguiente, de que el consejero había estado allí y había dado órdenes a Gispasa para modificar espacios y reasignar salas.
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