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Joaquín Pérez -segundo por la derecha- carga con parte del equipo de rescate junto a otros voluntarios. En la otra imagen, Juan Carlos Riobello.
Los ángeles asturianos de Cecilio

Los ángeles asturianos de Cecilio

Joaquín Pérez y Juan Carlos Riobello viajaron hasta Perú para ayudar al espeleólogo herido

LUCÍA RAMOS

Jueves, 2 de octubre 2014, 00:20

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No tenían el dinero, pero sí las ganas y la determinación de hacer lo que fuese necesario para ayudar a un compañero en apuros. El pasado 30 de septiembre el espeleólogo madrileño Cecilio López era rescatado, tras pasar doce días atrapado en una sima de Perú, gracias a un dispositivo sin precedentes.

Ante la negativa del Gobierno español de costear el rescate de Cecilio, quien quedó atrapado en la sima Intimachay tras sufrir una fuerte caída que le provocó la fractura de una vértebra lumbar, cientos de espeleólogos españoles se movilizaron y tomaron la iniciativa para socorrer, ellos mismos, al compañero accidentado.

Inmediatamente se alzaron manos en todos los puntos del país que se ofrecían para viajar hasta Perú y participar en las labores de rescate. En el Grupo Asturiano de Espeleosocorro (GAE) fueron cuatro los voluntarios, aunque finalmente solo dos partieron hacia el país andino. «Hay que tener en cuenta que es un viaje del que no sabes cuándo vas a volver y no todos nos lo podemos permitir por nuestro trabajo o familia», explicaba ayer a EL COMERCIO el coordinador del grupo, Adrián González.

Otra pega a la hora de controlar muy bien el número de enviados era el dinero. «Fueron las federaciones autonómicas de espeleología las que hicieron frente a los gastos con fondos propios y donaciones privadas», señaló González.

Dos días y medio de viaje

El naveto Joaquín Pérez y el llanisco Juan Carlos Riobello, miembros de la Sociedad de Espeleología Escar de Cangas de Onís, tomaban, hace ahora una semana, el avión que les llevaría desde Madrid hasta Lima, con escala en Bogotá. Comenzaba entonces una auténtica odisea para conseguir llegar hasta la sima donde permanecía atrapado Cecilio, en medio de la selva amazónica. Una vez en Lima, los asturianos perdieron su siguiente vuelo y tuvieron que tomar un avión hasta Quebrada Pirulo, donde se unieron a un grupo madrileño con el que alquilaron un autobús que les dejó, veinte horas después, en la localidad de Chapapoyas. «El siguiente paso habría sido atravesar doce kilómetros de selva amazónica con 800 metros de desnivel a pie», explicó el coordinador del GAE. Finalmente, los 33 rescatadores que formaban la expedición tuvieron suerte y fueron transportados por un helicóptero del Ejército del Perú hasta el campamento, adonde llegaron el sábado al mediodía, hora peruana.

1.500 metros de obstáculos

Una vez allí, Joaquín y Juan Carlos se encargaron de preparar la gruta para el rescate. «Se trata de una cavidad con una profundidad de 400 metros y un desarrollo horizontal de 1.500, repleta de resaltes, estrecheces, pozos, lodo... Lo que hicieron los rescatadores fue dividirla en secciones e ir acondicionando cada una de ellas para que la camilla, con Cecilio a bordo, pudiese hacer su recorrido sin agravar sus lesiones», explicó el coordinador del GAE.

Afortunadamente esta historia tuvo un final feliz y Cecilio se recupera ahora de sus lesiones en un hospital de Lima. Sus médicos calculan que será dado de alta en los próximos días y él ya piensa en volver a explorar las profundidades.

Los asturianos, por su parte, llegarán hoy a la capital peruana a bordo de un avión militar y se espera que el domingo regresen a España, donde, junto a los otros 56 voluntarios, ya son considerados héroes.

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