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José Barluenga, antes de su charla sobre su visión de Ítaca.
Barluenga se emociona en  el primero de sus homenajes

Barluenga se emociona en el primero de sus homenajes

Se abrió ayer la primera de las conferencias anuales que se celebrará en la Universidad de Oviedo en honor del prestigioso profesor

E. MONTES

Martes, 4 de noviembre 2014, 00:14

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José Barluenga está acostumbrado al éxito, al reconocimiento, a los premios, a las menciones y a dejar su huella en la historia de la química, cuestiones que ha ido sumando a su hatillo vital con naturalidad, casi con un toque de fatalismo. Por eso el recio profesor aragonés afincado en Asturias, en otro tiempo trueno de sus convicciones, cogió ayer a más de uno con el pie cambiado cuando no pudo, o no quiso, reprimir su emoción ante el homenaje que le rendían sus discípulos y amigos repartidos por medio mundo. Fue en el Paraninfo de la Universidad de Oviedo, tras las incondicionales palabras de su compañero de claustro Francisco Javier Fañanás, y alentado por la amena conferencia sobre enzimas del profesor de la Universidad alemana de Marburg Manfred T. Reetz.

Pero Reets, en realidad, sólo es el primero de otros muchos, porque lo que ha hecho ayer el químico órgánico teutón es inaugurar lo que se ha dado en llamar la Conferencia Barluenga, una cita anual instaurada por sus discípulos y compañeros en honor de uno de los hacedores, por dentro y por fuera, de la Facultad de Química de la Universidad de Oviedo. Por eso fue el propio Barluenga quien hizo entrega a Manfred T. Reetz de un diploma y una medalla con su imagen, en reconocimiento a su paso por la Conferencia Barluenga. Detrás de Reetz vendrán «los químicos más relevantes del panorama científico internacional», según aseguran en la facultad, donde sienten que a quien ha atesorado 11 premios internacionales en 20 años no se le ha proporcionado el debido reconocimiento en su propia casa. Por eso han hecho traído al homenaje el tercer Symposium on Selective Synthesis Mediated by Organometalic Compounds, que se cierra hoy.

Una figura internacional al año

Junto a Reetz acudieron a la cita el director del Instituto de Investigación Química de Cataluña, Kilian Muñiz, quien glosó la figura del profesor alemán, y el presidente de la Real Sociedad Española de Química, Jesús Jiménez, quien, tras verbalizar su admiración por Barluenga, alertó sobre la financiación de la investigación. Momento acuciante, por otra parte, que no ha pillado al profesor ya emérito de la Universidad de Oviedo en los laboratorios, pero sí en otros tiempos.

«Los jóvenes no pueden pensar que lo que hoy tienen ha llovido del cielo. Ha costado un tremendo esfuerzo», afirmó Barluenga, al tiempo que recordaba que «cuando llegué, la facultad de Química no se podía llamar facultad», afirmó, tan rotundo como reincidente, el homenajeado de ayer, a quien la vicerrectora de Investigación, en sustitución del rector, fuera del país, agradeció los servicios prestados. Sin embargo, Paz Suárez Rendueles señaló la existencia de una nueva remesa científica que «trabaja con tanta o más ilusión que esta generación que estamos despidiendo».

José Barluenga es un animal de laboratorio y de aula, de conocimiento, y le gusta compartir su saber. Lo hace ya sea impartiendo conferencias o asesorando científicamente a empresas como Química del Nalón. Pero por encima de todo Barluenga es Barluenga, incluso con 74 años, y ayer acudió a Ulises no sólo para retratarse, sino para instar a los jóvenes a no rendirse ante nada ni ante nadie. Su vida camina aún hacia Ítaca. De joven pidió un «camino largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias», sin temor a «los lestrigones ni a los cíclopes ni al colérico Poseidón». De mayor, «atracó, viejo ya, en la isla, enriquecido de cuanto ganaste en el camino, sin aguantar a que Ítaca te enriquezca». Y «ya sabio, con tanta experiencia, entenderás ya qué significan las Ítacas». Así se definió ayer.

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