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EVA MONTES
Sábado, 27 de diciembre 2014, 00:14
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«Cuando me entrevistaron en Microsoft me preguntaron: '¿A qué aspiras'. 'A ser presidente'. '¿De España?'. 'No, no, del mundo'. 'Eres muy ambicioso', me dijeron. 'Si con 25 años no miro lejos, voy a quedarme muy corto', les respondí. Hoy no sería presidente mundial por otros motivos, pero de lo que estoy seguro es de que no hay que tener miedo, porque no tienes nada que perder y sí mucho que ganar».
Con esa anécdota de sus inicios laborales, narrada entre risas, ilustraba César Cernuda, hoy presidente de Microsoft para Asia y Pacífico, cómo llega un asturiano a la cúspide de una multinacional de las características del gigante tecnológico. Lo hizo durante su nombramiento como Socio de Honor de Compromiso Asturias XXI, que la asociación le entregó ayer durante su reunión anual. «Se llega con esfuerzo y trabajo, por supuesto, pero con sacrificio, que es algo que muchas veces no se pone en valor. Sacrificarse es importante», afirmó, con naturalidad, apostillando como ejemplo que «yo nunca he levantado la mano para irme fuera de Asturias y toda mi vida la tengo repartida entre París, Estados Unidos y Asia».
Fue la socia fundadora de Compromiso Asturias XXI Laura González quien le hizo entrega del cuadro de Marcos Tamargo, en presencia de buena parte de los socios, aunque no del consejero de Presidencia, Guillermo Martínez, que llegó una hora tarde, pero a tiempo de escuchar a Cernuda; del rector de la Universidad de Oviedo, Vicente Gotor; de la presidenta del Puerto de Gijón, Rosa Aza, o del director de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón, Juan Carlos Campo, entre las numerosas personas que llenaron el salón del Palacio de Congresos de Oviedo.
Ante todos ellos también se despidió, con su estilo directo y llano de siempre, Diego Canga, quien, al borde de los siete años de mandato, deja la presidencia de Compromiso Asturias XXI en manos de Carlos García-Mauriño a partir de enero. Y lo hizo con cuatro apuntes. «Asturias debe sacar mucho más partido a su emigración. Son más de 100.000 residentes fuera que pueden hacer mucho y que tiene que ser uno de los escalones de la política regional», dijo, al tiempo que criticó «la cultura del remolque asturiana», la que espera a que las autoridades solucionen los problemas «que ellos conocen mejor que nadie».
«Una de las cosas que más me ha irritado es la cantidad de veces que me han dicho que tengo razón y no han hecho nada para llevar a cabo lo que expuse. La respuesta clásica era 'sí, lo hablamos'. ¿Saben qué significa eso? Exactamente lo mismo que 'ahorita mismo' o 'mañana, mañana': el interlocutor no va a mover un dedo por cambiar las cosas», concluyó. Pero entonces aún no había llegado el consejero de Presidencia.
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