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Benigno Pendás, ayer, en el Colegio de Abogados de Oviedo.
«En España existe un exceso de leyes porque arreglamos los problemas aprobando más»

«En España existe un exceso de leyes porque arreglamos los problemas aprobando más»

académico de Honor de la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia

ELENA RODRÍGUEZ

Martes, 24 de marzo 2015, 00:19

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Nacido en Barcelona, pero de raíces salenses, Benigno Pendás ingresó ayer en la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia como académico de honor. Catedrático de Ciencia Política de la Universidad CEU San Pablo y director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, en su amplísimo currículo figura haber sido responsable del Instituto de Estudios de la Democracia, ex director general de Bellas Artes y patrono de los museos del Prado y Reina Sofía. Jurado de los Premios Príncipe de Asturias y colaborador de ABC, dijo «sentirse encantado» de su ingreso como académico de honor en una lista que encabeza «un gran altruista y asturiano: Aurelio Menéndez».

En su intervención ha hablado de los jueces en democracia.

Sí, el discurso es un elogio al Estado de Derecho y a la función de los jueces. Eso no quita para que seamos conscientes de los problemas y de la necesidad de superarlos.

Uno de ellos, la lentitud.

En los procesos civiles o administrativos es ineficaz, pero en los penales es especialmente grave. Pero las garantías son muy importantes en el Estado de Derecho. Por eso, hay que buscar un equilibrio entre éstas y la rapidez para que la ciudadanía vea que se da respuesta a sus asuntos.

¿Hacen falta más medios?

Sí, más medios complementarios. Los delitos asociados a la propiedad son sencillos de juzgar, pero los de corrupción resultan complejos. Hay sociedades interpuestas, cuentas en el extranjero... Nuestros jueces tienen mucho trabajo. Hace falta una distribución más razonable de sus competencias, como recoge el proyecto de ley para reformar la Ley de Enjuiciamiento Criminal, formación para juzgar esos delitos y el apoyo de peritos y el refuerzo de la Policía Judicial.

Ya que menciona el anteproyecto de ley, ¿qué le parece?

Se opta por una solución realista para el año que queda de legislatura: hacer cambios puntuales, que están bien orientados. Hay una limitación razonable de los procesos y medidas que van ayudar a juzgar más rápido y mejor. Entre ellas, el reparto de competencias y la desaparición de la figura de imputado, que es muy equívoca. A la gente le dicen imputado y parece que está condenado para siempre.

Otra de las sensaciones ciudadanas es la politización de los jueces.

A veces tomamos la parte por el todo. Puedo asegurarle, por mi larga experiencia profesional, que la inmensa mayoría de los jueces está entregada a su trabajo. Se discute el tema de la politización en los órganos más importantes: el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) -que no es propiamente un tribunal de justicia, pero sí que nombra a los jueces principales- y el Tribunal Constitucional, ya que se dice que los partidos se distribuyen, por cuotas, esos puestos. Eso ocurre en otros países. Por ejemplo, en el Tribunal Supremo de EE UU. Nombrados desde la política, son jueces con un enorme prestigio, calidad profesional y hacen sentencias de primer orden. Es muy importante buscar a los mejores para estos órganos.

Según el CGPJ, en 2013 se tramitaron 1.661 casos de delitos vinculados a la corrupción. Son muchos.

Son muchos. Para mí, la corrupción es el cáncer de la democracia y hay que hacer lo posible y lo imposible por reducirla a cero. Pero también es verdad que hay una respuesta judicial y no hay impunidad.

Aun así, usted cree que la nuestra no es una sociedad corrupta.

Hay casos muy irritantes y hay que perseguirlos de modo implacable, pero no es cierto que España sea una sociedad corroída por las prácticas de corrupción. Por eso la gente se indigna cuando se producen.

Se está debatiendo la ley de control financiero de los políticos.

Regula con detalle la figura del tesorero de los partidos que usa dinero público y su obligación de acudir al Congreso para explicar en qué lo ha gastado. También va a aprobarse la de Altos Cargos, que establece un control de su patrimonio. En política uno no puede estar para enriquecerse.

¿Un pacto contra la corrupción?

Sin duda, tiene que aprobarse. La sociedad lo necesita frente a la desafección de la clase política.

Decía en su discurso que entre los jueces recuperar el prestigio puede ser cuestión de generaciones...

Soy un gran defensor de la Transición, nos ha traído 35 años de estabilidad. Es muy difícil construir y muy fácil destruir. En poco tiempo se puede perder el prestigio de las instituciones y lo que nos ha costado pelear. En judicatura ocurre lo mismo.

¿Hay un exceso de leyes?

Manifiestamente. Tenemos la idea de que los problemas se arreglan aprobando una nueva ley. Para los juristas son imposibles de seguir y, por supuesto, para los ciudadanos. Este exceso las devalúa. Soy partidario de que haya menos y mejores leyes.

¿Hay que reformar la Constitución para limitar los aforamientos?

Salvo el Gobierno, los diputados y senadores, se pueden introducir vías sin tocar la Constitución. No creo que sea el momento de reformar la Carta Magna. No se puede salir de viaje sin saber cuál es el destino. Cada grupo tiene su propia idea de Constitución.

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