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Armando Rodríguez, a la puerta de su sidrería El Globo, en la calle de San Bernardo.
«Dejamos de escanciar sidra para  no cobrar la botella a diez euros»

«Dejamos de escanciar sidra para no cobrar la botella a diez euros»

«Si algún cliente se fue, lo siento, pero no me salen las cuentas. Echar culinos me obligaría a sumar tres escanciadores a las once personas de plantilla»

CHELO TUYA

Domingo, 19 de abril 2015, 00:42

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Hijo de una adivinadora, hermano del 'rey del pollo frito' y padre putativo de una joven rusa. Desde los 12 años ha sido pinche de farmacia, boticario, gerente de un pub, socio de un tablao, cronista deportivo y locutor del Tartiere. Pero si algo ha hecho famoso a Armando Rodríguez, ha sido ser propietario de El Globo, la sidrería recomendada por 'Rolling Stones' y 'Le Figaro', además de EL COMERCIO, como figura en sus cartas. A los 65 sigue como propietario, pero jubilado, una posición desde la que defiende su medida más polémica: en su sidrería no hay culinos. Al menos, escanciados.

En El Globo no se escancia. ¿El fin de una era?

Desde hace años solo escanciábamos en barra y desde la mesa nos decían: «Oye, te dejo cien euros en comida y no me escancias. Y al que bebe una botella de 2,50, sí». Por eso, este año decidimos no escanciar.

Le están crujiendo en las redes.

La explicación es muy sencilla: dejamos de escanciar para no cobrar la botella a diez euros. Sopesamos vender la botella sin escanciar a un euro y la escanciada, a 10.

¿Ésa es la proporción?

Por dos comidas gano tanto como si vendo 25 botellas. Con la diferencia de que las botellas son 175 servicios, ya que salen siete culinos por cada.

Es bebida oficial.

El Principado debería potenciar, también, a los escanciadores. Escanciar es un trabajo muy duro y poco reconocido. Genera muchos problemas de hombro y espalda. Ya digo, todo por 2,50 euros la botella.

Pero usted no pone ni los escanciadores eléctricos. Tira de pitorro.

Tenemos 17 mesas, más la barra. ¿30 escanciadores sonando a la vez? Nos multan por ruido.

¿Sin culinos no hay clientes?

En la caja no lo he notado. Quizás hacemos menos servicios, pero más ingresos. Siempre quise que esta casa fuera una donde se come y, además, se bebe sidra. No al revés.

Pero sabe de fieles que no vienen.

Y les sigo queriendo igual. Si algún cliente se fue, lo siento, pero no me salen las cuentas. Echar culinos me obligaría a sumar tres escanciadores a las once personas que ya tengo en plantilla. Muchos sueldos.

También le llaman carero.

Podría cobrar 6 euros por los calamares, pero daría aros. Tenemos buen producto: bocartes de aquí, oricios, bonito... Y eso cuesta.

Más que en estrellas Michelín.

Puede. Hay estrellas Michelín que ofrecen menús a 45 euros, y aquí comer un centollu del Cantábrico de dos kilos cuesta 80 euros. Sigo defendiendo el producto y la calidad. La hostelería no tiene más trucos: calidad, limpieza y respeto. Y aquí damos las tres cosas.

«No podía saludar a mis jefas»

La arma, pero ya jubilado.

Empecé a trabajar a los 12 años en una farmacia. Luego tuve un pub, un tablao, un programa de radio, fui comentarista deportivo, El Globo... Ya tocaba jubilarse. Sigo siendo propietario, claro. Con Covadonga, mi compañera vital y la madre adoptiva de mi hija, Andrea. Una bendición.

Por partes, ¿a los 12 años?

Sí. Vivíamos frente a la fábrica de cristales y toda la noche oíamos a los que soplaban el vidrio gritar: ¡Aguadooor! Llegaba uno con un pellellu de agua y les daba de beber con una garcilla...

¿Trabajó usted ahí?

No. Fui esclavo, pero de una farmacia. De dos, las que tenían las hermanas González Velasco en Begoña y en la avenida de la Costa. Las teníamos que tratar de señoritas y no las podíamos saludar por la calle. Es más. Nos invitaron a la boda de una hija y, al llegar al convite, nos dijeron que nosotros, a otro restaurante. Iban mucho a misa y yo, creyente, siempre pensé que irían a pedir perdón.

¿Nunca se lo dijo?

¿Para qué? Cuando ya tenía El Globo fui a la farmacia y, como sabían que mi mujer (Gloria, que falleció en 2011) era la directora de su banco, vinieron a saludarme encantadas. Una pena. Tanto tienes, tanto vales.

¿El salto de la farmacia al bar?

Lento. Después de estar con ellas pasé 14 años en la farmacia de la avenida de Galicia. Ahí sí, con contrato y trato de persona. Me quise independizar y, como no salió, con un socio abrimos un pub, Gaudiosa. En 1989, ya con Covadonga, alquilamos un tablao en Cimavilla, el Alba 2.

¿Un tablao?

(Risas). Dio mucho dinero. Pero pronto comenzó a haber más que bebida por la zona. Hubo muchos problemas y cerramos. Tuvimos la suerte de que se alquilaba El Globo, el primero, en la plaza Mayor. Después de la obra que hizo Vicente Álvarez Areces, tras la que nos pedía un millón de pesetas por metro cuadrado, decidimos venirnos aquí.

¿Y lo de cronista?

Hice cinco años la crónica del Oviedo en EL COMERCIO.

¿Un rojiblanco como usted?

Es que era el locutor del Tartiere. Me echaron un día que di la crónica del Sporting por megafonía. No me importó, la cabina de locución estaba en el baño de mujeres. Como tampoco me importó marchar de Radio Mar, la del padre de Rodrigo Rato. Obligó a romper los discos de Víctor Manuel. Por rojo. No hubo 'cojines' para decirle que no (risas).

El Sporting, ¿tendrá 'cojines' para subir a Primera?

(Risas). Como sportinguista, lo deseo con toda mi alma. Como hostelero, es una ruina. La 'mareona' se lleva a 7.000 cuando juegan fuera. Y cuando toca en casa, los otros equipos no traen ni al portero reserva.

Le acaban de peatonalizar la calle. ¿Pondrá terraza?

No quiero terraza. Prefiero que mi personal descanse. Me pueden llamar carero, que no echo sidra, pero no que pago mal o que exploto.

Es un hostelero raro. ¿Tampoco le importa la ley del tabaco?

Tampoco. Es lo mejor que nos ha pasado. En la caja y en la salud. Mesas que se ocupaban tres horas con chupitos, ahora se rotan a la hora y media. Además, ninguno de la plantilla fumábamos y había días que se cortaba el humo. Nos roncaba el pulmón como la gaita de Hevia.

¿Jubilarse es despedirse?

Para nada. Covadonga y yo tenemos un local aquí cerca. Si al final el edificio éste se vende, abriremos allí El Globo.

Su madre era pitonisa. ¿Qué ve usted el 24 de mayo?

(Risas). Mi madre, Cuca, hizo de todo para sacarme adelante. ¿El 24? Creo que Foro desaparecerá y que habrá mucho partido para repartir.

Republicano, ¿habrá tercera?

Siempre dije que deben preguntarnos. Tenemos derecho a decidir.

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