Los ayuntamientos recaudan en impuestos 500 euros por ciudadano y gastan el doble

En las últimas semanas, 78 equipos se hicieron con el control de los Ayuntamientos asturianos, unas maquinarias administrativas donde encontraron las habas especialmente contadas. Un estudio del Tribunal de Cuentas sobre los datos consolidados de 2013 asegura que ser alcalde en el Principado supone arreglárselas con un presupuesto de unos 1.051 euros por empadronado, el cuarto más modesto del país. Los regidores del resto de comunidades gozan de un 20% más de recursos para cumplir sus promesas electorales, destacando en la categoría los munícipes de La Rioja, con un capital que dobla al de los asturianos.

La humildad del erario local asturiano obedece sobre todo a su escasa capacidad recaudatoria. El asturiano medio entrega a su Ayuntamiento 500,2 euros en impuestos. Gallegos, andaluces, extremeños y canarios son los únicos que contribuyen menos con sus cuentas municipales. El desahogo de los alcaldes riojanos, por cierto, se alimenta a costa de unos ingresos tributarios de 923,59 euros por vecino.

Las elecciones de mayo han dado el bastón de mando a alcaldes que se estrenan en Asturias con ambiciones de cambio. En su mano está asumir las estrecheces en las que se movían sus predecesores o ampliar el tamaño de sus presupuestos. Un dato. De trasladar aquí la presión fiscal que impera en el resto del país, los asturianos acabarán pagando al año 65,2 millones más que ahora en tributos locales.

Claro que equilibrar por el lado impositivo desencadenaría nuevas desigualdades. La capacidad de los asturianos o los andaluces para hacer frente a los impuestos no es la misma que las de aquellas regiones repletas de empresas y trabajadores con nómina en el sector privado.

Expandir el presupuesto obviando la vía impositiva tiene también inconvenientes. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, se ha convertido en el guardián que cierra el paso a la única alternativa posible, esto es, la deuda. Lo hace con una curiosa equidad, consistente en fijar un porcentaje de reducción del déficit igual para todos, tengan una economía saneada o desastrosa. Que ese corsé ceda dependerá en parte de la próxima contienda electoral, que se aproxima con aires de alegría en el gasto.

Por de pronto, otro tipo de política de endeudamiento es posible. Hacienda podría leer el último informe del Tribunal de Cuentas y fijarse en que en 2013 el pasivo medio de los ayuntamientos cerró en los 373,12 euros por ciudadano. Los alcaldes asturianos han sido más responsables que sus semejantes y arrastran hipotecas más livianas. De hecho, para situarse en la media del país deberían solicitar créditos por valor de 277,8 millones.

Convertirse en alcalde asturiano no siempre obligó a lidiar con semejante austeridad. En 2009, por ejemplo, cuando la crisis sólo empezaba a asomar, los regidores amasaban 447 millones más para sus presupuestos que sus contemporáneos. Las arcas locales astures, según el Tribunal de Cuentas, eran entonces un 28,8% más caudalosas que ahora.

La abundancia se obtenía por fuentes distintas al bolsillo de los ciudadanos. De aquella cada empadronado en la región abonaba 418,42 euros en impuestos a su Administración local. Hoy los esfuerzos de los municipios se concentran en saldar las deudas del pasado, liquidar los préstamos gastados entonces. La consecuencia es que cada asturiano paga ahora 82 euros más en impuestos locales que en 2009, a pesar de que recibir por ello un servicio menor. Los consistorios han perdido plantilla pero el principal sacrificio se ha realizado en inversiones; hace seis años los alcaldes enlucieron su mandato ejecutando obras por valor de 645,6 euros por ciudadano; los regidores de la austeridad sólo se están permitiendo 130 euros.