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Fernando Soler, de Derecho a Morir Dignamente.
«La reforma del Gobierno nos condena a morir entre sondas»

«La reforma del Gobierno nos condena a morir entre sondas»

secretario de la asociación Derecho a Morir Dignamente

Laura Fonseca

Jueves, 27 de agosto 2015, 00:30

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Fernando Soler, médico jubilado y secretario de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) huye de eufemismos y prefiere llamar a las cosas por su nombre. Para él, «el cambio propiciado en la Ley de Autonomía de Paciente es una barbaridad. La reforma que hizo el Gobierno, no solo modificando la edad legal de 16 a 18 años, sino en lo relativo al consentimiento sanitario, nos condena a morir entre sondas».

¿Qué le parecen los cambios en la Ley de Autonomía del Paciente?

Son varios y de mucho calado. Por una parte, retira el derecho a decidir que tenían de los menores de 16 a 18, pero por otro, y esto es lo más grave, condena a todos los que no tengan testamento vital a morir entre sondas.

¿A morir entre sondas? ¿Por qué?

Hasta ahora, cuando un enfermo carecía de consciencia y no había dejado instrucciones por escrito, valía lo que dijeran sus familiares para decidir hasta dónde se llegaba con el esfuerzo terapéutico. Por ejemplo, si a una persona en estado casi terminal había que alimentarla con sonda, se consultaba la opinión a la familia. Pero, con el cambio en la Ley de Autonomía del Paciente, el médico ahora está obligado a hacer todo lo posible por mantener al enfermo con vida.

¿Eso es lo que dice la nueva ley?

Sí. Han modificado el artículo 9 y han introducido un párrafo en el que convierten en obligación la protección de la vida y la salud.

Incluso si se sabe que esa persona morirá en horas o días.

Incluso.

¿Y si hay testamento vital?

No, en ese caso se respetaría la voluntad del enfermo.

O sea, que el paciente pasa a estar en manos del médico.

Exacto. Y si da con un médico fundamentalista, que los hay, y muchos, la familia tendrá un problema porque lo podrá sondar y hacer lo que él estime necesario para mantenerlo con vida. Podrá incurrir en lo que se conoce como ensañamiento terapéutico.

¿Y si la familia se niega?

La ley dice que en ese caso habrá que ir al juzgado, que como tienen poco trabajo, les vendrá muy bien.

La ley también eleva la edad para dar consentimiento a los 18 años, que es la que quieren fijar con la reforma de la Ley del Aborto.

Está claro que los cambios legislativos que han aprobado con nocturnidad y alevosía son un triunfo de los grupos de presión Provida.

¿Qué efectos cree que tendrán en la práctica médica diaria?

De momento pocos, porque muchos médicos ni siquiera son conscientes de esta nueva ley. Pero los fundamentalistas seguro que ya se la han leído y son esos los que querrán aplicarla con dureza desde ya mismo.

¿Cómo calificaría el cambio?

Es una barbaridad que retrotrae a España a mediados del siglo pasado. Además, va en contra de lo que dice el Tribunal de Estrasburgo, pero supongo que eso al PP no le quita el sueño.

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