Borrar

Viaje de infarto con un taxista borracho

Una familia de Grado que regresaba de Pontevedra se salva de un accidente en el último segundo

Ramón Muñiz

Viernes, 28 de agosto 2015, 02:31

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Tres vecinos de Grado que viajaban en taxi el pasado sábado estuvieron a punto de sufrir un accidente arrollados por un camión primero y estampados contra una mediana después, todo por culpa de la borrachera que arrastraba el conductor. Sólo los reflejos del pasajero que se situó en el asiento del copiloto evitaron el suceso al tomar en el último segundo el volante para rectificar la dirección del vehículo.

Una de las afectadas recordaba así los hechos: «Fue todo muy surrealista y ahora puedo hablar, pero en aquel momento me sentí indignada; no entiendo cómo alguien en ese estado puede poner en riesgo la vida de la gente». La familia había optado por pasar sus vacaciones en la localidad pontevedresa de Portonovo. En total se reunieron cinco parientes que llegaron en dos vehículos. El sábado, pasadas las cinco de la tarde, emprendieron en convoy el regreso y, cuando llevaban avanzados un centenar de kilómetros, uno de los turismos sufrió una avería.

«Llamamos al seguro y nos ofrecieron un coche de alquiler sustitutorio o un taxi. Para evitarnos el follón de tener que devolver luego el coche, optamos por la segunda opción», relata la moscona. El taxista llegó al lugar, con gafas de sol, y sin mediar palabra abrió el maletero para que guardaran sus maletas. «No le dimos importancia, pero me extrañó que cuando bajaba el maletero lo hacía como a cámara lenta», agrega.

Tres de los familiares ocuparon el taxi mientras los otros dos les seguían en su propio vehículo. «Nada más arrancar, mi cuñado le tuvo que pedir que se pusiera el cinturón porque le estaba sonando el piloto», apunta. El taxi iba a incorporarse a la autopista ignorando la preferencia de paso que tenía un camión «así que mi cuñado le tuvo que gritar para que tuviera más cuidado».

Habían cubierto dos de los 243 kilómetros que tenían por delante cuando el profesional se dirigió directo hacia la mediana. «Salvaron porque mi cuñado cogió ahí el volante y el conductor, dentro de sus limitaciones, acertó a frenar», indica. Los familiares se reunieron con los parientes del segundo coche y pidieron explicaciones al taxista, amenazándole con dar parte al seguro. «Nos dijo que ya llamaba él a un compañero para que lo sustituyera, pero no era capaz ni de coger el teléfono», detalla.

La familia se quedó una hora esperando a un segundo taxista de sustitución y a la Guardia Civil. El conductor pasó ese tiempo durmiendo en el vehículo. «Para hacerle la prueba de alcoholemia tuvieron que sujetarle cada agente de un brazo, porque no se tenía en pie», relata.

Los afectados quisieron denunciar los hechos «pero los agentes nos dijeron que no hacía falta, que había superado la tasa máxima permitida y que el asunto iría por vía penal, con un juicio el mismo lunes». El resto del viaje a Grado lo pasaron comentando la situación con el nuevo taxista: «Nos dijo que era muy gordo, que su compañero era de Betanzos y allí estaban en fiestas, y que no tenía la necesidad de hacer ese servicio, que se lo debía haber pasado a otro».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios