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«Los Premios son más fuertes tras este ataque absurdo. En Asturias tiramos piedras contra nuestro tejado»

«Los Premios son más fuertes tras este ataque absurdo. En Asturias tiramos piedras contra nuestro tejado»

María Teresa Álvarez. Escritora, periodista y condesa viuda de Latores

chelo tuya

Domingo, 8 de noviembre 2015, 08:31

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«De una mujer que confiesa su edad se puede esperar cualquier cosa». Califica la frase de machista, pero le encaja. Porque de María Teresa Álvarez (Candás, 1945) se puede esperar cualquier cosa. Que haya sido la primera cronista deportiva asturiana, el primer rostro femenino de la televisión regional, la directora del primer y más largo ciclo en TVE sobre el paso y el peso de las mujeres en la historia y la autora de una decena de novelas. Se puede esperar, también, que celebre su 70 cumpleaños dos veces: una el pasado 27 de octubre, de forma íntima, y otra dentro de un año, con un fiestón. Incluso, que pese a que nunca quiso casarse, sea hoy viuda. Condesa viuda de Latores. Se puede esperar que se llame, también, Marina, y que su marido la provocara con el mote de La candasa roja. Lo que no se puede esperar es que desvele la historia que no contó su amor, Sabino Fernández Campo, conde de Latores y jefe de la Casa del Rey entre 1977 y 1993. La autora de La pasión última de Carlos V atesora para sí la pasión última de Sabino.

70 cumpleaños, pero la fiesta la hará en 2016 ¿Para quitarse años?

Nunca me quité años ni arrugas. Como mucho, me peino con una coleta tirante (risas). Tengo un amigo, machista, que dice que de una mujer que confiesa su edad se puede esperar cualquier cosa. Nunca celebré mi cumpleaños, pero este sí.

¿Nunca lo celebró?

Es que en octubre se me junta todo: santo, cumpleaños, aniversario de mi boda y, desgraciadamente, desde 2009, la fecha de fallecimiento de Sabino. Siempre digo, imitando su gran sentido el humor, que aunque yo nunca me iba a olvidar del funeral de mi marido, ya se encargó él de que no lo hiciera.

Llega usted a los 70 el mismo año en que los Premios nacen Princesa y se rodean de polémica.

Parece que hay personas que prefieren que no se celebren en Oviedo y dedicar el dinero a otra cosa. Me parece absurda la imagen que damos. Afortunadamente, la respuesta ha sido espectacular.

¿La Fundación ha salido reforzada?

Dicen que lo que no te mata, te hace más fuerte. Los Premios son más fuertes tras este ataque absurdo. En Asturias tiramos piedras contra nuestro propio tejado. Mire cómo Revilla ha dicho rápidamente que se los lleva a Cantabria. Si el Ayuntamiento de Oviedo considera que es mejor para la ciudad no subvencionar los premios ni ceder el Campoamor, está en su derecho de hacerlo, pero que sepa que los Premios no desaparecerán sin su ayuda.

«Felipe VI lo hace de cine»

¿Usted sustenta la Fundación?

No. Yo sustento mi parroquia.

Además del sí o no a los aportes públicos, ¿tras la polémica está el debate república/monarquía?

No creo. Hay republicanos que apoyan a los Premios.

¿Va España hacia una República?

No tengo ni idea. Lo que sí sé es que Felipe VI lo está haciendo de cine. En este momento, la Monarquía es la institución más valorada. Siempre digo de don Felipe que si me vende un coche de tercera mano y me dice que funciona, se lo compro. Es una persona de la que te fías.

Sin embargo, Fernández Campo nunca vio factible una abdicación.

Sí, pero era un hombre muy inteligente y, como tal, sabía rectificar. Sabino decía, como don Juan, que un rey tenía que estar reinando, en el exilio o muerto. Pero él murió en 2009 y la abdicación llegó en 2014, circunstancias especiales y con un Príncipe maduro y muy formado.

Esas circunstancias especiales ¿no se habrían producido con Sabino en la Casa del Rey?

No se puede decir eso. Sabino fue estupendo y lo hizo maravillosamente bien, pero los tiempos cambian. No lo iba a solucionar todo.

Solucionar, no, ¿y frenar?

Sabino no podría haber frenado la abdicación. No era superman. Además, no olvidemos que él se fue de Zarzuela en 1993.

El año de la beautiful people a la que se acusa de su destitución... ¿El tiempo ha puesto a cada uno (léase Mario Conde) en su sitio?

Lo mejor es perdonar. Es lo que te da más alegría.

¿A quién ha perdonado?

(Risas) Se me ha olvidado. No es por mérito, es que soy muy feliz y se me olvidan las cosas. No guardo rencor a nadie.

«No me ofrecieron un millón»

¿Sigue creyendo que Sabino hizo bien no escribiendo sus memorias?

Hizo muy bien. Le apoyé siempre en su decisión. No sé puede ser objetivo hablando de ti mismo.

Pero se llevó con él parte de la historia reciente de este país.

Para nada.

Se dijo que le ofrecieron un millón de euros por sus cuadernos.

Ni hay cuadernos ni me ofrecieron un millón. Saben que no acepto. Las memorias eran de Sabino y él no las quiso escribir. Sí podría escribir mi historia con él, pero jamás lo haré. Nuestra intimidad es sagrada.

Esto no es Sálvame, pero su historia de amor es especial.

Es una historia de amor normal.

En plena Transición, militar, jefe de la casa real, casado, 27 años mayor que usted... ¿Normal?

Él era un señor separado cuando yo me enamoré, no me entrometí en ningún matrimonio. Yo conocí a Sabino en 1976, cuando como subsecretario del Ministerio de Información y Turismo vino al centro territorial de TVE en Asturias. Pero ahí ni me enamoré ni nada. Todo lo contrario. Reivindiqué derechos.

¿Cómo?

Era un momento duro porque no nos pagaban. Él vino de visita y los compañeros decidieron que yo leyera las reivindicaciones. Cuando acabé le espeté «Mire, personalmente estoy harta. Harta de estar rogando favores cuando es una cuestión de justicia. Harta de que pongan buena cara y luego vuelvan a Madrid y se olviden de todo». Al delegado del ministerio, Serrano Castilla, un color le iba y otro le venía. Después supe que le había dicho a Sabino: Perdónala, María Teresa no es así. Lo peor fue su respuesta.

¿Cuál fue?

Pues una respuesta machista: Que había sido impertinente, pero que podía permitírmelo, por guapa.

¿Y les arregló el problema?

Sí.

¿Por que usted era guapa?

(Risas) No. Lo arregló porque él sabía que era justo. Venía con fama de ayudar a los asturianos y luego, como su esposa, lo comprobé muchas veces.

¿Luego se fue a Madrid por él?

No (muy rotunda). Me fui a Madrid en 1987, cuando nombraron director de la sección de Sociedad a Rafael Sánchez Avello y me propuso ser subdirectora. El amor llegó después. A mi pesar, porque yo no quería comprometerme. Nunca quise hijos ni casarme. Lo hice a los 50 años porque Sabino me lo pidió de una forma tan bonita (sonríe).

¿Qué le dijo?

Quiero casarme porque así puedo comulgar. Con semejante declaración solo pude decir dime día y hora.

Y usted se olvidó de la iglesia.

(Risas). Es verdad. Fue algo tan íntimo, que no lo sabía nadie. De hecho, nadie se enteró hasta que, días después, en Oviedo, cuando inauguramos su busto alguien me dio un ramo de flores. Es que hoy, que soy condesa viuda de Latores, título que llevo con orgullo porque es de Sabino, no por otra cosa, pues hoy, cuando me preguntan estado civil me sale soltera.

¿Quiere estar sola?

Me encanta estar sola, lo que no significa que no añore a Sabino. Le quise mucho. Para mí fue padre, marido, hijo, hermano, amigo...Todo. Éramos muy cómplices. Aprendí mucho con él, aunque creo que yo también le enseñé algunas.

¿Dejó de ser machista?

(Risas) No del todo, pero bastante. En algunos sitios decía Soy el marido de María Teresa. Siempre le dije que una persona tan inteligente como él no podía ser machista. Para provocarme, me llamaba candasa roja. Lo que sí dejó fue de ser mujeriego (carcajadas). En una entrevista tras la boda le dijo a Pedro de Silva que tenía la edad perfecta para ser fiel a una mujer. Ya digo que tenía un gran sentido del humor.

Grabando Mujeres en la historia abrió usted los ojos sobre lo difícil que es ser mujer. ¿No lo había visto antes?

No. Ese programa me dio la conciencia total. No he tenido hermanos varones. Supongo que, de haberlo tenido, habría estudiado él y yo no. Pero no me pasó. iempre hice lo que quise. No iba al baile porque no me gustaba esperar a que me sacasen. Fui locutora de deportes cuando nadie lo era. Me importaba un pito el qué dirán. Visto ahora, quizá sí recibí el machismo paternalista, el de déjala, que es joven y guapa. O cuando, pese a que Rafa y yo éramos codirectores y coguionistas, en la claqueta ponía: director, Rafael Avello.

Y ahora es feminista.

Sí, pero no militante. Feminista soy en el sentido de que me pelearé siempre porque la mujer tenga los mismos derechos que los hombres. Me cansa que lo que hace el hombre sea universal y lo que hace la mujer, particular. Rechacé trabajar con un cámara que no quería jefas.

¿Seguimos igual?

Creo que sí. Las mujeres no somos solidarias con nosotras mismas. Cuando veo a las que ocupan cargos importantes se lo digo.

¿Incluso a las políticas que renuncian a su baja maternal?

Ya digo que no quise tener hijos, pero si los hubiera tenido, me habría gustado verles crecer. Creo que lo que hay que hacer es apoyar a las mujeres trabajadoras que son madres.

El sportinguista del Oviedo

¿Cómo ve la profesión?

Estoy muy alejada. Siempre fui muy rigurosa y ahora, pese a que hay tanta información disponible, veo mucho desconocimiento. Quizás la situación es difícil.

Sueldo bajo, presión alta...

¿Por qué cree que cuando empecé a hacer programas dije aquí me quedo? (Carcajadas) La verdad es que es muy bonito informar. Yo fui muy feliz. Empecé en EL COMERCIO, en prácticas de verano. Estuve tres años. Me acuerdo mucho de Bericua, que siempre entraba bromeando Buenas tardes a todos menos a una: a la candasa. Y claro, a Arturo Arias. Cuando murió yo ya estaba en la tele. Tras dar la noticia de su muerte me eché a llorar.

¿Volvería a coger el micro?

No me disgustaría, pero para contar noticias buenas.

¿Narrar una victoria del Sporting?

¡A ver si lo hace! Recuerdo cuando estuve en el Consejo de Administración, duramos dos meses, pero me lo pasé bomba. Sabino, oviedista cerrado, iba a los partidos conmigo. Y aplaudía las victorias, como le provocaba Pedro de Silva. Curiosamente, recibió la insignia de oro y brillantes del Sporting, pero de su equipo, el Oviedo, no.

Claro, si aplaudía al Sporting.

(Risas) No. Lo cierto es que se la iban a dar, pero falleció.

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