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Juan Carlos San Pedro, en su despacho de la facultad.
«Magisterio es el grado con más prácticas, pero un MIR podría ayudar a mejorar»

«Magisterio es el grado con más prácticas, pero un MIR podría ayudar a mejorar»

Juan Carlos San Pedro Presidente de los Decanos de Educación de España. Está al frente de la facultad asturiana

Elena Rodríguez

Miércoles, 25 de noviembre 2015, 00:18

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No comparte la opinión de José Antonio Marina, autor del Libro Blanco de la Profesión Docente, sobre que «la formación para ser profesor es muy mala» y que la práctica es «debilísima». El decano de la facultad en Asturias, Juan Carlos San Pedro -elegido en octubre presidente de la Conferencia de Decanos de Educación de España- sostiene que «las titulaciones de Magisterio son las que más prácticas tienen». Añade que «con la adaptación de Bolonia, los estudios (antes, una diplomatura; ahora, un grado en Educación Infantil y Primaria, con la misma duración que el resto) tienen 43 créditos prácticos de 240, lo que supone casi un año de cuatro. Y, en el máster universitario para dar clase en Secundaria, 13 de 60». Son planes de estudio, recuerda, desarrollados en los últimos años por dos gobiernos de diferente signo (PSOE y PP) y, en el caso de Asturias, existe un convenio de colaboración con la consejería desde los años setenta que permite a los alumnos conocer centros muy heterogéneos. «Somos un modelo envidiado y copiado en el resto de España».

Ahora bien, reconoce que hay «un gran margen de mejora» en la formación docente. «Tenemos un problemón muy gordo. La sociedad está cambiando a un ritmo vertiginoso y mira a la escuela buscando respuestas a interrogantes que aún no sabemos contestar. La enseñanza necesita prestigiarse y un formato como el que existe en Medicina, el MIR, podría ayudar a mejorar».

Una integración gradual

Preguntado por el MIR educativo propuesto por el filósofo y pedagogo llamado a sentar las bases del Pacto de la Educación, responde: «Habría que estudiar el modelo, pero sí soy partidario de que los mejores expedientes se integren gradualmente en el sistema educativo, conozcan la dinámica, adquieran competencias y un alto contenido formativo, y al final sean evaluados, como ocurre en el modelo finlandés. Desde mi punto de vista, esta formación nunca debería ser inferior a dos años». El acceso, señala, podría ser «como profesores ayudantes, de apoyo o con prácticas remuneradas», y cree que este modelo podría convivir con el del concurso-oposición, pues «conviene incrementar la oferta pública de empleo (OPE) tras años de parón». Dicho esto, apunta a la posibilidad de que en la OPE se «arbitre un cupo de acceso de los mejores expedientes académicos de Magisterio y el máster de Secundaria».

El profesor insiste en que «la sociedad debe tener claro qué es un buen profesor». Para ello, plantea dos vías de mejora. «La primera es que los docentes en ejercicio y referentes de buenas prácticas participen en la elaboración de las asignaturas y formación que se da a los futuros profesores». La segunda: que «los docentes universitarios apliquen su investigación en las aulas de colegios e institutos. Porque publicamos en revistas importantes y costosísimas que, sin embargo, pocos leen. Esas líneas de trabajo y de tesis hay que trasladarlas a los centros. Es la forma de promover la innovación educativa».

En un momento en que «se habla mucho de PISA y de que el sistema educativo requiere una metodología más activa, que propicie un aprendizaje más efectivo», el presidente de los decanos de Educación sostiene que «el verdadero protagonista de ese cambio en el profesorado, no las leyes ni tampoco el sistema». Por eso, ve necesario «dar más autonomía a los centros y a los docentes y más responsabilidad». Pero, a cambio, «también un mayor reconocimiento a su labor tanto en lo económico como en lo académico». Está de acuerdo en incentivar, en premiar, a los mejores, «pero no solo en función de los resultados de los alumnos, sino teniendo en cuenta otros parámetros, aparte de la antigüedad. Marina lo ha aclarado, pero lo que se le ha entendido desde el principio es eso: pagar a los mejores en función de las notas y eso sería catastrófico».

En su opinión, estos cambios contribuirían a prestigiar la profesión, a sacudir esa idea social de que «si tienes un buen expediente, en Magisterio lo vas a desperdiciar. Lo digo por el factor económico». Cree que noticias como que Patricia García, maestra en Educación Infantil, haya sido galardonada con el Premio al Mejor Expediente Académico de la Universidad de Oviedo (con un 9.71 de media, experiencia en centros de distinta índole e iniciativas solidarias) «es el mejor mensaje que se puede trasladar» para atraer a los mejores. ¿Y qué pasa con la nota de acceso? En la facultad asturiana, está en un 5,7 en Infantil y en un 6,2, en Primaria. ¿Debería elevarse? «En Cataluña, aparte de tener aprobada la PAU, se requirió haber superado los exámenes de Matemáticas, Lengua, Inglés y Catalán de dicha prueba. Sin embargo, a posteriori, se ha demostrado que es intrascendente».

Para el máster de Secundaria, la facultad asturiana recibe entre 800 y mil solicitudes al año para 180 plazas. «Ya estamos seleccionando a los mejores». Y, en el acceso a los estudios, entiende que «Magisterio no es un caso diferente al resto de titulaciones y se trata de garantizar con una prueba general de contenidos un adecuado nivel de ingreso en todas. No es bueno crear alarma en ese sentido».

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