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Bárbara García mantiene encendidas unas velas en recuerdo de sus hijas, Amets y Sara.
«Todo queda en una foto y ese minuto de silencio a la puerta de las instituciones»

«Todo queda en una foto y ese minuto de silencio a la puerta de las instituciones»

madre de las niñas Sara y Amets

LETICIA ÁLVAREZ / CHELO TUYA

Viernes, 27 de noviembre 2015, 00:24

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Martes y jueves, de cuatro y media a seis y media de la tarde. Así era el régimen de visitas establecido por el juez para Bárbara García y José Ignacio Bilbao tras separarse. La madre no quería dejarle las niñas a su exmarido. Él la perseguía y acosaba, pero la decisión judicial nunca fue revocada. Sara y Amets pasaron esa tarde del 27 de noviembre de 2014 con su padre. Nunca volvieron. José Ignacio las mató y después se suicidó saltando desde el viaducto de la Concha de Artedo. Hoy Bárbara García Martínez solo trata de «sobrevivir con dignidad» rodeada de recuerdos de sus niñas y un pequeño altar con sus fotos. Sara tendría ahora 8 años; Amets, 10. Bárbara no quiere protagonismo, pero tampoco que su historia se olvide. Por eso la cuenta.

¿La sociedad olvida?

La sociedad necesita olvidar para poder seguir viviendo. Nadie puede instalarse en la atrocidad y en la barbarie, por eso no cabe reproche alguno, cada uno a título individual, cuando hace resumen de sus vivencias, tiende a acordarse de los momentos buenos y minimizar los malos. De otra manera sería difícil seguir viviendo. De todas formas, a la sociedad le pediría que se involucre más y que no mire hacia otro lado cuando suceden estas cosas. Que piense que nadie está libre de estas atrocidades. Por raro que pueda parecer, esto le puede pasar a cualquiera.

¿Se ha sentido arropada por las instituciones?

No, en ningún momento. Cuando sucede, cuando aún no te has creído lo que te está sucediendo y piensas que eso no te puede estar pasando a ti, sí. En esos momentos parece que todos te tienden la mano, pero desgraciadamente todo eso se queda en la foto y en ese minuto de silencio pactado a la puerta de las instituciones. Ni la Administración central ni la autonómica ni el ayuntamiento, nadie absolutamente nadie ha vuelto a preguntar por mí en todo este año. Nadie se ha interesado en si tengo trabajo o, simplemente, si tengo para vivir; es más, la pequeña ayuda familiar que tenía fue suspendida sin mediar escrito alguno, me vi abandonada a mi suerte y así sigo.

Tras el suceso, volvió a surgir la polémica sobre si los hijos de hombres con órdenes de alejamiento deben seguir en el régimen de visitas. ¿Se ha avanzado algo en este sentido?

No lo sé, lo desconozco. A mí me acosaba, me perseguía y creo que se deberían tener en cuenta todas estas cuestiones a la hora de permitir los jueces el régimen de visitas. Ante la menor duda, esas visitas deben ser vigiladas para garantía de los menores. No tengo ninguna batalla legal planteada, aunque por justicia debería tenerla, pues fue la decisión de un juez la que me obligó a entregarlas y a la que yo no me pude negar, sin embargo las consecuencias de esa resolución las estoy pagando yo y solo yo. No tengo batalla alguna planteada porque carezco de los medios, bastante tengo con intentar vivir el día a día.

«Vivo como puedo»

La madre de Ruth y José, también asesinados por su padre, reaccionó esos días ante su caso y pidió, entre otras cosas, ayuda no solo moral y psicológica también económica, porque las madres víctimas de estos crímenes no son indemnizadas...

A mí solo me pagaron los gastos funerarios y después de diez meses. Lo más inhumano fue que, de alguna manera, el ayuntamiento del término municipal donde al final se suicidó el asesino pretendió ponerse en contacto conmigo. Quería que le facilitase los datos de a quién le pasaba los gastos funerarios motivados por su suicidio, ya que el ayuntamiento en cuestión no podía asumirlos.

¿Plantea alguna reivindicación?

No sé cómo se hace eso, tan solo cuento con la ayuda de la asociación Covasym: me prestaron asistencia jurídica porque, si no, hubiera tenido que pagar la asistencia de abogado y procurador, la burocracia no entiende de sentimientos y menos de fatalidades.

¿Cómo lleva el duelo?

Nuestro luto, y me permito hablar en plural, no se lleva porque realmente no lo asumes, eres incapaz y por tal motivo vives el día a día como puedes.

¿Cómo es su día a día sin sus hijas?

Mi día a día sin mis hijas se limita a tratar de resistir viviendo sin ilusión. En un presente permanente. Mi vida giraba en torno a ellas: colegio, parque, deberes, baños, etcétera... Me las arrebataron, ahora tan solo me quedan las urnas con sus cenizas.

¿Qué es lo que más echa de menos?

Los ruidos, los lamentos, las risas, los lloros, el desperezarse por las mañanas para acudir al cole, los abrazos. Todo el cariño inocente e infantil; todo lo que una madre hace con sus hijas.

¿Si pudiera dar marcha atrás...?

Desobedecería la resolución de su señoría el juez. Si fuese preciso pondría tierra de por medio, allá donde no se me pudiese encontrar nunca.

¿Era previsible la actitud del padre?

No. De ser previsible nunca se las hubiera entregado, dijese quien lo dijese. Mi mayor desconfianza siempre fue creer que él me las pudiera quitar y marcharse con ellas, jamás se me pasó por la cabeza que pudiera hacer lo que hizo con sus propias hijas.

Llegó a pedir una orden de alejamiento y también la suspensión del régimen de visitas, pero no lo logró. ¿Piensa pedir una indemnización o un resarcimiento?

Lo único que pienso es en seguir viviendo con dignidad, si tuviese los medios y las personas instruidas en estos asuntos quizás pediría explicaciones; de verdad creo que sí existen responsabilidades que en manera alguna se han diluido. Solo me queda impotencia y dolor, porque hasta ahora nadie me ha dado explicaciones.

¿Cuántos de los que le prometieron ayuda ya no le cogen el teléfono?

Nadie me puede contestar al teléfono porque, realmente, yo no he llamado a nadie. Tan solo he pedido trabajo y al final lo he conseguido a través de amistades, porque de otra manera me habría sido tan imposible como a la mayoría de los ciudadanos que están en paro. En eso sí que me he sentido igual: he tenido y tengo la misma dificultad para encontrar trabajo que el resto de la sociedad.

¿Qué les diría a quienes minimizan la violencia machista con argumentos como 'hay denuncias falsas' o 'también hay maltratados'?

Simplemente les deseo de corazón que nunca tengan que pasar por esto. Vivimos en una sociedad imperfecta, por más que intentemos aparentar otra cosa. Los extremos y las atrocidades no entienden de sexo, aunque la realidad de las cifras nos indican, claramente, que son los niños y sus madres los que nos desconciertan con sus cifras de bajas.

El círculo del maltratador suele culpar a la víctima, ¿le ha pasado?

Jamás. No mantengo ningún contacto, pero creo sinceramente que a ellos les habrá sobrepasado tal atrocidad. Según me han dicho, nadie quiso hacerse cargo de sus restos.

¿Participó en la marcha del 7N?

No he participado, porque además de que no estoy preparada para esto, creo que llevaría muy mal ver junto a mí a personas que siguen utilizando este tipo de actos para sus fines y que no pasan precisamente por el interés de las víctimas. Sigo esperando que alguien después de todo un año venga a preguntarme si sigo viva.

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