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Rosa María Suárez y Alba Muñiz con alumnos del colegio de Bimeda, del CRA Valle Naviego.
«Si un pueblo pierde el colegio, lo pierde todo»

«Si un pueblo pierde el colegio, lo pierde todo»

Casi 2.000 alumnos asturianos estudian en una de las 94 escuelas rurales. Los docentes defienden su calidad y su función social

OLGA ESTEBAN

Domingo, 29 de noviembre 2015, 01:10

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Tienen el colegio al lado de casa. Sus compañeros son de cursos diferentes al suyo. A veces, en invierno, la nieve les impide ir a clase durante varias semanas. Para ir a las actividades extraescolares, sus padres les llevan a otro pueblo cercano. Celebran los cumpleaños con tartas. Más que un colegio son una gran familia. En Asturias hay 94 de estas familias. 94 escuelas rurales repartidas en 21 concejos de la región, en las que estudian exactamente 1.924 alumnos este curso. En realidad son 94 aulas, que se organizan en 27 Colegios Rurales Agrupados, los denominados CRAS. En ellos, 344 maestros se encargan de que los niños y niñas de las zonas rurales de Asturias tengan las mismas oportunidades que en las zonas urbanas.

LOS 27 CRAS

  • Aller.

  • Colegios Maestro José Antonio Robles y Alto Aller-Santibañes.

  • Cangas del Narcea.

  • Santarbás, Río Cibea, Santana y Valle Naviego.

  • Castrillón.

  • CRA Castrillón-Illas.

  • Castropol.

  • CRA Tapia-Castropol.

  • Gozón.

  • CRA Cabu Peñes.

  • Laviana.

  • CRA Alto Nalón.

  • Lena.

  • CRA Lena.

  • Llanes.

  • Llanes número uno y dos.

  • Nava.

  • CRA La Coroña.

  • Onís.

  • CRA Picos de Europa.

  • Pravia.

  • CRA Bajo Nalón.

  • Salas.

  • Eugenia Astur-La Espina.

  • San Martín del Rey Aurelio.

  • CRA San Martín.

  • Siero.

  • CRA Viella.

  • Santa Eulalia de Oscos.

  • Oscos.

  • Taramundi.

  • CRA Occidente.

  • Tineo.

  • Gera-Cuarto de Los Valles.

  • Valdés.

  • Pintor Álvaro Delgado.

  • Vegadeo.

  • CRA Río del Eo.

  • Villaviciosa.

  • CRA La Marina.

  • Villayón.

  • CRA Villayón.

Cuando hablan de gran familia, en ciertas ocasiones quieren decir pequeñas. Porque algunas de las clases de estos colegios tienen cuatro o cinco alumnos. Es el número mínimo con el que se mantienen colegios abiertos. Cuatro hay en Mieldes (CRA Santarbás, de Cangas del Narcea). Cinco en Villaer, (CRA Valle Naviego, también de Cangas). Seis en La Pontona, que pertenece al CRA San Martín. Ellos viven con la permanente incertidumbre de si podrán seguir abiertos. Si habrá niños en el pueblo. Si las familias optarán por mudarse a un lugar más grande. Ahora, la Consejería de Educación estudiará fórmulas para que algunas de estas aulas puedan sobrevivir incluso con menos de cuatro alumnos.

Escolares «muy autónomos»

Mientras tanto, quienes trabajan en estos colegios defienden el modelo. Porque «si un pueblo pierde la escuela pierde la vida». Lo dicen, convencidas, Rosa María Suárez y Alba Muñiz, directora y maestra del CRA Valle Naviego, de Cangas del Narcea. Tienen un aula en Villager, a media hora de Cangas, con cinco alumnos, y dos en Bimeda, a quince minutos (una de Infantil y otra de Primaria). Admiten que la organización es complicada. Que cuadrar los horarios de los 9 docentes que imparten allí clase, compartidos con otros centros y la mayoría a media jornada, no es fácil. Y que la preparación de las clases, con alumnos de varias edades y niveles diferentes, implica más trabajo de lo normal. Si a eso se suma que casi todos los docentes son interinos y, por lo tanto, cambian cada curso, la dificultad aumenta. Pese a todo, no solo tratan de dar la mejor educación, sino organizar también las extraescolares. Aunque éstas tengan que ser en un tercer pueblo, Regla de Naviego. Y allí, los miércoles, los profesores se encargan de que la biblioteca esté abierta. Mientras, las madres, 'transportadoras' habituales, realizan sus propios talleres.

Pero todo compensa. «Todo el mundo marcha contento. No repiten porque el objetivo siempre es buscar destinos cerca de casa. Y porque no puedes trabajar a media jornada y pagar el desplazamiento y un piso en Cangas». Pero la experiencia es siempre positiva. «Siempre vuelven a visitarnos». Lo peor, la incertidumbre. «Siempre pensamos que puede desaparecer el aula de Villager. Los pueblos se van despoblando, las familias se van buscando trabajo a otras zonas», lamentan. «Sería una pena. Si un pueblo no tiene escuela pierde vida y lo pierde todo. Acaba desapareciendo».

Tiene más alumnos, pero idéntica preocupación Paco Rivas, director del CRA Ría del Eo, de Vegadeo. Con dos aulas en Abres, con 17 alumnos, y otras dos en Pianton, con 15, insiste en la idea de «gran familia» y quiere dejar claro que, aunque la forma de educación sea distinta, el fondo es exactamente el mismo que en las zonas urbanas. «Es un sistema muy enriquecedor de enseñanza, que potencia mucho las relaciones entre alumnos de distintas edades. Los pequeños aprenden de los mayores y al revés también». Aplican, sin duda, una enseñanza colaborativa y sus alumnos son «muy autónomos».

Pero, más allá de las ventajas de su educación, las escuelas rurales tienen otra función. «Realizan una laboral fundamental para mantener lo mejor que tenemos en Asturias, la carne y la leche. Si queremos cuidar eso tenemos que cuidar los colegios rurales. En la mayoría de los casos, ayudan a fijar población. Tradicionalmente, el médico y la escuela eran los últimos servicios que quedaban en un pueblo, y consultorios quedan pocos. Nosotros sobrevivimos». Rivas, que estudió en una escuela rural, se cree en «la obligación de ayudar a que todos los alumnos tengan las mismas oportunidades». Una tarea en la que los padres, dice, también ayudan.

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