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El ministro, Íñigo Méndez de Vigo, y el consejero, Genaro Alonso, durante el encuentro que mantuvieron en agosto del pasado año.
La reválida de ESO tendrá menos preguntas y no será tipo test

La reválida de ESO tendrá menos preguntas y no será tipo test

Cada comunidad organizará la prueba y fijará la fecha, tras rebajar el Ministerio de Educación sus pretensiones iniciales

A. BURGOS / O. ESTEBAN

Martes, 3 de mayo 2016, 03:05

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El Ministerio de Educación ha dado un paso atrás con la reválida de ESO, como ya sucediera con la nueva prueba de acceso a la universidad. Íñigo Méndez de Vigo anunció la semana pasada las principales características de la reválida de Bachillerato, que en la práctica se convierte en un examen muy similar a la actual PAU, sin pruebas específicas en cada campus, ni una misma fecha para todas las comunidades. Ahora sucede algo similar con la prueba que deberán realizar a partir del próximo curso los alumnos de cuarto de la ESO, que va a cambiar sustancialmente respecto a lo que el exministro Wert había previsto en la LOMCE.

El examen ya no tendrá 350 preguntas, todas de tipo test, no será realizado el mismo día en todo el territorio nacional, ni se elaborará ranking público alguno sobre la clasificación de los centros educativos. Así consta en el borrador del Real Decreto elaborado por el ministerio, que Méndez de Vigo pretende exponer a las comunidades autónomas el día 13, durante la Conferencia Sectorial. El texto da ahora mayor protagonismo a las comunidades autónomas, que serán finalmente las que decidan cómo y cuándo celebrarán el examen, aunque será el Gobierno central el que establezca los contenidos esenciales y el modo de aplicar las pruebas.

Para ello, el borrador establece la creación de una comisión central en la que estarán representados el Ministerio de Educación y las autonomías, cuya función será diseñar la prueba. A esa comisión están invitados también los rectores universitarios, que podrán opinar sobre los exámenes, pero no tendrán capacidad decisoria. En cualquier caso, serán las comunidades las que redacten las preguntas, se encarguen de la corrección, designen los tribunales y resuelvan las reclamaciones.

Los alumnos de cuarto de la ESO deberán examinarse de siete asignaturas: cuatro troncales (Geografía e Historia, Lengua, Matemáticas y Lengua Extranjera); dos opcionales y una específica. Cada prueba tendrá una duración de 60 minutos, con descansos mínimos entre las sesiones de 15 minutos. El borrador establece, además, una duración máxima de cuatro días (que se puede extender a cinco en las comunidades con lengua cooficial). En el caso de Bachillerato, cada prueba durará 90 minutos, con descansos de 20.

Uno de los cambios más notables es sobre el número y tipo de preguntas. La intención inicial es que la reválida fuera un examen tipo test que podía tener hasta 350 preguntas. Nada que ver con lo que ahora se anuncia. El nuevo texto establece un máximo de 15 preguntas por prueba y, aunque se permite el formato tipo test, queda claro que habrá preguntas abiertas para que los estudiantes demuestren su «capacidad de pensamiento crítico, reflexión y madurez». Además, las preguntas formuladas en los exámenes tendrán que ser «atractivas y motivadoras», pudiendo emplear en las mismas tablas, gráficos e imágenes para ser completadas por los alumnos.

Valdrá un 30% de la nota

Pero hay una cuestión muy importante que no cambia: las reválidas, tanto la de ESO como la de Bachillerato, serán necesarias para obtener los respectivos títulos y poder seguir estudiando. Para los alumnos de Secundaria, el examen valdrá el 30% de la nota final y el 70% restante saldrá de la media de todo el ciclo. En Bachillerato el porcentaje será del 40%. Siempre se podrá repetir el examen en caso de suspenso o para subir nota en las convocatorias extraordinarias. En el caso de la ESO, la prueba se podrá realizar con dos asignaturas suspensas, siempre que no sean ni Matemáticas ni Lengua.

Como era de esperar tras los cambios anunciados en el examen final de Bachillerato, tampoco en el de Secundaria se permitirá hacer un ranking de centros, aunque esta es una de las cuestiones que más recelo provoca entre los sectores críticos con la prueba. Según el borrador, los centros educativos sí serán informados de los resultados y de la posición que ocupan en el mapa educativo de su región, «mediante indicadores comunes y sin identificación de datos de carácter personal y previa consideración de los factores socieconómicos y socioculturales de contexto». Porque, al igual que en la prueba de Bachillerato, e incluso en la de Primaria, se incluirá cuestionarios sobre ese aspecto.

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