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«Por cada minuto sin reanimación cardíaca se pierde un 10% de vida»

Los expertos reciben de buen grado el decreto del Principado que obligará a instalar desfibriladores en centros comerciales y espacios de ocio

L. FONSECA

Viernes, 27 de mayo 2016, 03:22

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La mitad de las personas que sufren un infarto fallecen a consecuencia de una arritmia letal. De haber tenido cerca un desfibrilador y una persona que supiera practicar técnicas de reanimación cardiopulmonar, la suerte podría haber sido otra. Y es que por cada minuto «sin desfibrilación y reanimación se pierde un 10% de vida». Pasados cinco minutos de un infarto, si no se practican las primeras maniobras de rescate, las probabilidades de sobrevivir se reducen a la mitad. A los diez minutos es prácticamente de cero. Así lo aseguran los diferentes expertos consultados por EL COMERCIO, que han recibido de buen grado la decisión de la Consejería de Sanidad de obligar a instalar desfibriladores en centros comerciales, salas de espectáculo y espacios deportivos por las que pasen, al menos, unas 500 personas al día.

«Es un gran avance», aseguró el vicepresidente de la Sociedad Asturiana de Medicina de Urgencias y Emergencias, José Antonio García, facultativo de Urgencias en el HUCA. La parada cardiorrespiratoria de origen cardíaca es la primera causa de muerte prematura en Occidente. En Europa ocurren más de 400.000 al año y en España, más de 25.000. Como ejemplo, García aporta otro dato estadístico y recuerda que «mueren doce personas por parada cardiorrespiratoria por cada fallecido en accidentes de tráfico».

Actuar con rapidez «cuando una persona se desploma delante de nosotros es fundamental», insiste este facultativo. La mayoría de las paradas ocurren fuera del ámbito sanitario. En casa, en la calle o cuando vamos de compras o al cine. «Por eso es fundamental que haya desfibriladores en lugares de gran afluencia de público».

De similar opinión es el jefe de Cardiología del Hospital de Cabueñes, Eduardo Segovia, quien recuerda que la atención coronaria de carácter urgente «está muy bien organizada», pero desafortunadamente gran parte de las muertes súbitas «se producen fuera del hospital. Es bueno que la gente esté preparada porque manejar un desfibrilabor es muy sencillo, pero se requiere de una mínima formación para su uso».

Lo que hace el desfibrilador es devolver al corazón su ritmo cardíaco. Las arritmias malignas, llamadas fibrilación ventricular, son el origen del 80% de los infartos. El corazón se estremece y queda «sin bombeo de sangre eficaz». Si no se interviene en unos minutos, el corazón se para definitivamente y la persona fallece. «El único tratamiento eficaz es la desfibrilación, que consiste en aplicar una descarga eléctrica en el pecho del paciente para cortar esa arritmia y lograr que el corazón vuelva a bombear normalmente», abunda García. Alberto Batalla, cardiólogo gijonés, también considera acertado ampliar la instalación de desfibriladores en Asturias, pero va un paso más allá y propone incorporar la reanimación cardiopulmonar en los colegios. «Los niños son como esponjas y aprenden muy bien». Esta misma apuesta la suscriben Eduardo Segovia y José Antonio García, que creen que el Principado debería incorporar en este decreto a los espacios educativos.

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