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LAURA MAYORDOMO
Sábado, 21 de enero 2017, 02:39
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Antes de las nueve de la mañana, media docena de madrugadores aficionados al esquí aguardaban ya en el aparcamiento la apertura de la estación de Valgrande-Pajares. Con cielo completamente despejado, ausencia de viento y cuatro grados bajo cero en lo meteorológico. En las doce pistas abiertas, los más de 500 afortunados que disfrutaron del primer día de la temporada se encontraron espesores de entre 40 y 50 centímetros de una nieve «compactada, pero granulada, con una capa superior de nieve polvo», explicaba el director de Pajares, Javier Martínez, que se estrena en el cargo y quien advertía: «Ojo, la nieve está ideal, fabulosa, pero fuera de pistas es mármol». Con todo, el estado de la estación, que ayer ofrecía el 75% de su dominio esquiable, «es muy digno, dadas la condiciones que hemos tenido, porque las previsiones se cumplieron a rajatabla y la máxima nevada que tuvimos fue de diez centímetros».
Más de mes y medio después de la fecha marcada en el calendario oficial, el inicio de la temporada pilló a los langreanos Floro Rodríguez, Nayara Álvarez y Alberto Zaera con «muchas ganas». Ellos fueron de los más madrugadores. «Llevamos desde las nueve y media de la mañana a tope y aprovecharemos hasta última hora porque el día está guapísimo», aunque la nieve la encontraron «un poco dura».
Dispuestos a disfrutar «por fin» llegaron desde Salinas el grupo de amigos compuestos por César García Ferrera, Pablo Villa Secall, Javier Ignacio López Leto, Pablo Menéndez Suárez, Pablo Alonso Fuster y Miguel González Jove. Todos en la veintena y «celebrando el fin de los exámenes» en la Universidad. Con planes para pasar todo el fin de semana en un apartamento en la estación de Valgrande-Pajares y deseando poder disfrutar de «más días de sol» como el de ayer a lo largo de esta temporada que finalizará el próximo 16 de abril porque «subiremos casi todos los fines de semana que podamos», garantizaban.
De bastante más lejos llegaron los ferrolanos José Dopico, Iván Martínez y Martín Rivera, a los que el magnífico día de sol y nieve les compensó el madrugón y los 700 kilómetros del viaje de ida y vuelta entre Ferrol y Pajares. Una estación que el primero, aficionado al snow desde 2008, suele escoger porque «es la que más me gusta. Quizá por el trato de la gente, mucho más familiar que el de San Isidro, por ejemplo». Él, que suele organizar estas escapadas deportivas a Asturias «con amigos, para ahorrar costes», hizo de cicerone en esta ocasión para Iván Martínez, que hasta ayer no conocía la estación lenense y reconocía ir «con un poco de miedo porque hay algo de hielo».
Para calentar los ánimos y los cuerpos, a mediodía muchos hacían la parada de rigor en la cafetería Cuito Negro, a más de 1.800 metros de altura, para tomar un caldo o un manchado, que preparan con vino blanco y mistela. Más de 25 años lleva en su cocina Julia Fernández, con una mano especial para la carne guisada, la oreja y los callos. «Me los piden hasta en bocadillo porque los esquiadores son así, quieren comer algo rápido y volver a esquiar».
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