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Laura Fonseca
Sábado, 18 de marzo 2017, 02:10
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Celso Iglesias (Lada, 1960), presidente de la Sociedad Asturiana de Psiquiatría, es desde hace cinco años director del área de gestión clínica de Salud Mental de Langreo. Director regional de Salud Mental del Principado entre 1995 y 1998, actualmente forma parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental de la Universidad de Oviedo y del Instituto de Neurociencias. Profesor asociado de Psiquiatría de la Universidad y presidente de la Fundación Benito Feijoo, entidad que se dedica a la integración laboral de personas con enfermedades mentales, Celso Iglesias ingresará el próximo jueves, 23 de marzo, como académico correspondiente en la Real Academia de Medicina del Principado. Lo hará con una conferencia sobre los valores humanos y su efecto protector sobre nuestra mente. El acto se celebrará en el Colegio de Médicos, en Oviedo, a las 20 horas.
-¿Podemos proteger nuestra salud mental?
-Los valores humanos actúan como protección. En las últimas décadas, la sociedad muestra un umbral de tolerancia menor hacia las dificultades. Hay más problemas adaptativos que acaban generando patología, como son las depresiones, los cuadros de ansiedad, el estrés, etcétera. Se podría pensar que esos trastornos surgen a causa de una situación económica difícil, pero no es así, porque la patología mental aumentó tanto antes como después de la crisis. Por lo tanto, la crisis no es responsable del aumento de estas enfermedades.
-Entonces, ¿a qué se debe?
-Somos cada vez más narcisistas, más individualistas. La moda de los selfies es una clara muestra de que cada vez nos exponemos más y eso genera mayor vulnerabilidad.
-¿Por qué si las condiciones de vida eran más duras en las generaciones de nuestros abuelos, hay ahora más problemas de salud mental?
-Precisamente porque hubo un cambio de valores y el nivel de adaptación hacia los problemas es otro. Toleramos menos cosas y la sociedad nos ha cargado de más responsabilidad, la presión es mayor y la contención social, más baja.
-Habla de valores humanos, ¿a qué se refiere exactamente?
-Es un concepto complejo, pero hay diez valores que se entienden aplicables a todas las culturas. Son la bondad, el universalismo -algo así como la aceptación de la diversidad-, independencia del pensamiento, estimulación -llevar una vida excitante-, hedonismo, logro o éxito personal, el poder -que se explica solo-, y luego valores más tradicionales como la seguridad, la conformidad y la tradición.
-Aplicando estos valores, ¿nos estaríamos protegiendo?
-Es como la Bolsa, dependiendo en qué valores se apueste, se tendrá un mayor o menor bienestar emocional que nos preserve de que las situaciones negativas nos desestabilicen.
-Incluso, ¿si muchos de esos valoren van en contra de lo que impera socialmente?
-Todas las sociedades tienen valores, otra cosa son las actitudes externas con las que te encuentres. Pero los valores en sí, son buenos, incluso el del poder tan denostado (risas).
-¿Por qué buscamos desesperadamente no sufrir ante situaciones en las que sí hay que pasarlo mal, como puede ser la muerte de un ser querido?
-Por lo que decía antes, porque el umbral de tolerancia, tanto social como personal, es cada vez más bajo.
-¿Llegamos a considerar la tristeza como una patología?
-Espero que no, porque sería un grave error. La vida tiene que tener una dosis de drama y sufrimiento.
-Pero socialmente, la depresión, la ansiedad o los ataques de pánico se siguen etiquetando como algo propio de personas débiles, ¿no cree?
-Si, pero cada vez menos. Como ahora este tipo de trastornos se repiten mucho, ya está más asumido que le puede pasar a cualquiera.
-De todos los valores que enumeró, ¿cuál renta más? (para nuestra salud mental, digo).
-(Risas). Sin duda, la bondad porque te da mucho bienestar emocional. Ser bueno es rentable.
-¿Las nuevas generaciones están preparadas para el fracaso?
-Poco. Y digo poco porque hay una corriente imperante que busca acabar con las sensaciones negativas, y ese es otro error. Hay que ser consciente de que el cerebro se entrena para todo, tanto para lo bueno como para lo malo, pero si lo educamos solo en lo positivo, cuando llegue una dificultad nos vamos a sentir muy mal.
-Echando la vista atrás, usted fue director regional de Salud Mental en tiempos en los que el hospital psiquiátrico aún funcionaba. ¿Se hizo bien en cerrar La Cadellada? Porque las familias se quejan ahora de que no disponen de centros para internar a pacientes graves...
-La Cadellada como tal no tenía ningún sentido y se hizo muy bien en cerrarlo. Tal vez se cometió el error de no avanzar hacia otro tipo de dispositivos, totalmente necesarios para esos internamientos de enfermos mentales más agudos para los que ahora hay muy pocas plazas.
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