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David Alférez recibe el abrazo de sus tres hijos, en las inmediaciones de San Julián de los Prados.
Padres contracorriente

Padres contracorriente

Un progenitor adoptante, uno invidente, uno con custodia exclusiva y otro de familia numerosa cuentan su día a día

Paloma Lamadrid

Domingo, 19 de marzo 2017, 08:55

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Son muy diferentes entre sí, pero comparten la condición más importante: ser padres. Hoy es el día de Manuel, Javier, Gadiel y David, así como de todos aquellos hombres que tienen hijos. Lo celebrarán de maneras distintas porque sus vidas también lo son si se comparan.

Manuel Rocha

«Ser padre adoptante es una experiencia única»

Manuel Rocha, de 43 años, festejará esta jornada de una forma muy especial. Y es que será el primer Día del Padre que pase con Daniel, su pequeño de seis meses. Un bebé muy deseado por Laura, su mujer, y él mismo, aunque su llegada les cogió por sorpresa. Hace más de seis años, la pareja decidió iniciar los trámites para solicitar una adopción nacional. Era el segundo matrimonio para ambos. Manuel tiene un hijo Lucas, de 13 años con su exmujer, pero Laura no había podido experimentar la maternidad por problemas de fertilidad. «No supimos más hasta verano de 2013, cuando nos llamaron de la Consejería de Servicios y Derechos Sociales para hacer los cursillos preadoptivos», recuerda Manuel. Después de recibir la formación, pasaron tres años más sin noticias. «El pasado mes de noviembre, nos dijeron que nos tocaba hacer las valoraciones», otro de los trámites obligatorios en los procesos de adopción. «A los pocos días, nos llamaron para decirnos que éramos idóneos y que había una posible asignación; fue muy emocionante», relata. Y el 20 de diciembre, «con Papá Noel», Daniel llegó a su hogar en Nuevo Roces. «En un mes escaso, tuvimos que hacernos con todo, tirando de familia y amigos», indica.

Las adopciones de niños tan pequeños son muy inusuales, pero en este caso hay un dato aún más sorprendente: Daniel es gijonés. Su madre biológica dio su consentimiento para entregarlo en adopción, así que los tres primeros meses de vida los pasó en el seno de una familia de acogida asturiana. Durante el proceso, contaron con el apoyo de la Asociación Asturiana de Adoptantes (Asturadop). Pese a la dilatada espera y a los numerosos trámites exigidos, Manuel anima a todas aquellas familias que lo estén valorando a adoptar.

«Como padre, es una experiencia única. El embarazo de mi primer hijo lo viví entero, pero es algo más íntimo de la madre. La adopción es de los dos. Dicen que un hijo biológico se cría en el vientre y uno adoptivo en el corazón y es una gran verdad», destaca.

Gadiel García

«A los dos años de casados, ella pidió el divorcio»

De un padre que pasó años esperando la llegada de un descendiente a otro que tuvo que pelear largo tiempo para conseguir la custodia del suyo. Gadiel García ha pasado la última década en una guerra judicial con su exmujer. Justo la edad que va a cumplir Derek. Porque los problemas surgieron cuando nació el menor. «Llevábamos dos años casados y ella solo buscaba los papeles; al pasar ese tiempo, le dieron la nacionalidad automáticamente y pidió el divorcio», indica este gijonés de 40 años.

Desde entonces, las idas y venidas al juzgado han sido constantes. En la sentencia de divorcio, el juez dictaminó que ambos debían compartir la custodia. Los conflictos fueron constantes, hasta el punto de que ella llegó a presentar «dos denuncias falsas, como confirmó un juez, por abusos al niño». Precisamente, a raíz de esto, el magistrado correspondiente le concedió la custodia exclusiva al padre. Ahora, la madre del pequeño lo ve cada quince días, sábado y domingo, durante tres horas. La entrada y recogida del niño se hace en el Punto de Encuentro Familiar.

Gadiel explica que, para hacerse cargo de su hijo, tuvo que renunciar a un trabajo bien remunerado en Malta, donde le había destinado la empresa en la que trabajaba. Asesorado por la Asociación de Padres de Familia Separados de Asturias, los trámites para poder llevarse al niño con él eran muy complejos y costosos. Entendió que, para criar a Derek de la mejor manera posible, debía estar a su lado. Así que se encuentra en busca de un empleo en Asturias que le permita ganarse y la vida y seguir conviviendo con su hijo.

Los días transcurren con normalidad para esta familia en la que juegan un papel muy importante los abuelos paternos, que ayudan en la crianza. «Le llevo al colegio por la mañana y le recojo cuando sale. Por las tardes, voy a un curso de formación», señala. Pese a todos los malos tragos pasados, Gadiel reconoce los aspectos positivos: «Lo mejor que hay en mi vida es tener a mi hijo aquí conmigo todos los días».

David Alférez

«La diferencia gorda la notamos de uno a dos niños»

«Yo lo tenía clarísimo, igual no cinco, pero ni uno ni dos hijos. Tres era mi número perfecto». David Alférez siempre tuvo vocación de padre de familia numerosa. Es el mayor de cinco hermanos y quería para sus descendientes el mismo ambiente de cariño y diversión que vivió durante su infancia y adolescencia. «Mi mujer es hija única y siempre decía que, cuando era pequeña, había echado en falta un hermano o hermana», señala este salmantino que reside en Oviedo desde hace casi dos décadas.

Le gustaba el tres y esa cifra fue la que alcanzó con Leire,Aroa y David, de catorce, ocho y cinco años. David, que preside la Asociación de Familias Numerosas de Asturias (AFNA), asegura que el secreto para tener la casa llena de niños sin perder la cabeza es «organizarse, dilatar horarios y hacer sacrificios». Su mujer y él no solicitaron medidas para conciliar vida laboral y familiar «porque tampoco teníamos posibilidad de hacerlo». A muchos les asusta la cifra, pero «la diferencia gorda la notamos de uno a dos, no de dos a tres niños, tanto en organización del tiempo como económicamente».

No obstante, afirma que «el dicho que reza donde comen dos, comen tres es verdad». De hecho, subraya que el dinero es un condicionante «hasta cierto punto», pero todo depende de las prioridades de los padres y «las cosas a las que estén dispuestos a renunciar». Así, destaca que «mucha gente no tiene hijos por comodidad». Con los años y la experiencia acumulada, David ha conseguido «un máster en ofertas y compras», siempre en busca de los descuentos más ventajosos para estirar el presupuesto familiar. «Nunca pensé en desarrollar esta habilidad», comenta divertido.

Javier Rubio

«El niño diferencia el mundo que hay en casa del resto»

Javier Rubio y su mujer vencieron sus miedos para formar una familia. Ambos son ciegos venden cupones, pero esta discapacidad no fue un obstáculo insalvable para la pareja, que hace siete años dio la bienvenida a Xurde, que no padece patología visual alguna. «Nos asesoraron en la ONCE para tener más facilidades a la hora de cambiarle los pañales, bañarle y darle otros cuidados», explic este vecino de La Felguera de 38 años. Los temores de los padres primerizos quizá se agudizaron en su caso. «Yo fui más rápido con el biberón porque a la madre le daba miedo que se atragantara», recuerda.

Tenían sus propios trucos, por ejemplo, para administrarle medicación al bebé. «Hacíamos marcas en el émbolo para saber qué cantidad le dábamos», explica. Para comprobar si Xurde tenía fiebre, echaban mano de un termómetro parlante. Por suerte, resultó ser un niño tranquilo, que dormía de un tirón por las noches, lo que facilitó mucho la crianza. El pequeño diferencia «el mundo de casa del resto». Cuando comenzó a ir al colegio, la tutora les dijo a los padres que «no miraba a la gente a la cara» porque estaba acostumbrado a que, en su vida familiar, no era algo importante.

Xurde es algo reservado, pero no duda en contarles a sus compañeros que en su casa «hay un ordenador y un móvil que hablan y que papá va a tener un perro guía». Javier viajará a Estados Unidos para recoger al animal en abril, por lo que sospecha que uno de los regalos que va a recibir hoy es una maleta. «A él le hace mucha ilusión y me preguntó si podía venir conmigo», pero Xurde tendrá que esperar a mayo para conocer a su nuevo y peludo amigo.

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