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GLORIA PORAMA
Martes, 28 de marzo 2017, 03:57
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Son polillas pequeñas, de unos diez centímetros, resistentes a los plaguicidas y catalogadas por la Unión Europea como una de las especies más peligrosas. La hembra puede depositar entre 150 y 200 huevos en las grietas de la planta y la viabilidad de la larva supera el 95%.
Ese es el perfil de la polilla guatemalteca trazado por Máximo Braña, técnico de Sanidad Vegetal de la Consejería de Desarrollo Rural, ante los vecinos de Monteana. En este núcleo de la zona oeste de Gijón se identificaron la pasada semana dos focos afectados por la temida 'Tecia Solanivora'. Son dos almacenes pertenecientes a pequeños agricultores, pero el técnico llama a no bajar la guardia. «La primera detección es muy importante porque nos da opciones de intervenir. Aunque creáis que no, avisar a la Consejería beneficia a todos», apuntaba Braña ante los sesenta vecinos que acudieron ayer a la sesión informativa.
Una vez detectado el foco, en la parroquia rural se estableció un perímetro de seguridad de un kilómetro en el que se ha prohíbido plantar patata en los próximos dos años. Ahora, la hoja de ruta continúa con la identificación de plantaciones y almacenes afectados.
Reunión hoy en Gijón
Solo cuando recopilen la información de los vecinos, podrán comenzar los trampeos. Con ese fin ,se reúnen hoy técnicos de la Consejería con los responsables de la Oficina Comarcal de Gijón.
Los vecinos proponen que sea el propio personal de la oficina el que se desplace hasta Monteana para realizar los registros. «Aquí somos todos gente mayor», fue el argumento mayoritario apuntado.
«Quiero que os metáis en la cabeza que sin patata, la polilla guatemalteca no sobrevive», explicaba Braña a los agricultores, casi todos propietarios de huertos destinados al consumo doméstico.
Precisamente, la destrucción del tubérculo es el tercer paso para erradicar un problema que, por el momento, Braña prefiere no tacharde plaga. En la Consejería temen que los agricultores traten de deshacerse de los cultivos por su cuenta. Por ello, ofrecen subvenciones por metro cuadrado arrancado y treinta céntimos por kilo de patata destruído. Por el momento, el Principado ha retirado ya 2,5 toneladas de patata solo en terrenos del occidente de Asturias.
La incertidumbre entre los agricultores es que pasará dentro de dos años. «Puede que estemos obligados a convivir con ella, pero merece la pena intentar erradicarla antes», senteciaba el técnico.
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