«Los mayores de 65 años deberían andar media hora diaria cinco días a la semana»

El paso de los años es imparable. Como sus consecuencias en el organismo humano. Nada se puede hacer por parar ese proceso, pero sí por afrontarlo de la mejor manera posible. De envejecimiento saludable hablaron ayer las profesoras del departamento de Morfología y Biología Celular de la Universidad de Oviedo Ana María Coto y Beatriz Caballero, en la primera de las dos jornadas que sobre este tema acogerá Mieres este mes y, ya en junio, Avilés.

Envejecemos por tres motivos principales. El primero, porque genéticamente estamos programados para ello. El segundo, por una acumulación de estrés oxidativo. «Es un cúmulo de radicales libres que se producen con la edad, por eso la importancia de introducir antioxidantes en nuestra dieta, porque son los que neutralizan esas moléculas que oxidan nuestros componentes celulares y que provocan daños en el organismo y, por tanto, el envejecimiento. Nuestro metabolismo depende del oxígeno, pero con él nos vamos oxidando», explica Beatriz Caballero. El tercer motivo lo apunta Ana María Coto: «Tenemos un número finito de células». El modo de vida y el estado físico de cada individuo también tienen mucho que ver.

Así pues, para controlar y prevenir -«porque retrasar es muy difícil»- los procesos fisiológicos que deterioran los órganos en el envejecimiento y que van produciendo «un efecto cascada», la mejor receta es llevar una vida activa. Hacer ejercicio. El que cada uno pueda por su edad y condición física. Nadar, andar en bici, jugar al golf, incluso correr. Pero lo más sencillo es seguir la recomendación de Caballero: «Los mayores de 65 años deberían caminar media hora diaria cinco días a la semana». Fortalecer las piernas «es lo más importante», porque con la edad se pierde músculo -afecta más a los hombres- y eso supone «colocar al anciano en una situación de fragilidad, que es lo que más puede alterar su movilidad funcional y llevar a la discapacidad», señala. También son recomendables ejercicios de resistencia cardiovascular, de flexibilidad y de equilibrio. Precisamente para evitar caídas y lesiones que, por problemas de cicatrización y tratándose de personas con un sistema inmunitario debilitado, puedan acabar en infección.

El otro pilar de un envejecimiento saludable es la alimentación. Además de una dieta rica en fruta y verdura, ésta ha de ser proteica, evitando eso sí las grasas. Adoptando estos hábitos, y cumpliéndolos de forma constante, «no se incrementa de forma significativa la esperanza de vida pero sí su calidad», indica Coto.

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