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DANIEL LUMBRERAS
Sábado, 27 de mayo 2017, 01:08
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Están presentes en algo tan cotidiano como los plátanos que comemos, que en la naturaleza suelen tener semillas. Pero los organismos modificados genéticamente (OMG), más conocidos como transgénicos, no gozan de buena fama. Una encuesta de la Unión de Consumidores ya revelaba en 2014 que los asturianos confiaban poco en este tipo de alimentos, a los que otorgaban 3,6 puntos sobre un total de 10. De hecho, la Junta General declaró a Asturias zona libre de transgénicos hace trece años y desde entonces la situación no ha cambiado. Ahora, varias asociaciones científicas se han unido para revertir este panorama.
«La declaración de zona libre de transgénicos no tiene efectos jurídicos, pero el problema es que están diciendo no a una tecnología que beneficia a la población», asegura Pablo Revilla, de la Asociación de Biotecnólogos de Asturias. Este experto insiste en que son productos muy útiles socialmente y apunta algún ejemplo como el de «la insulina recombinante de la que se benefician miles de diabéticos, la vacuna de la hepatitis B o «la búsqueda de curas para los enfermedades en animales».
La comunidad científica que defiende este cambio ha elaborado una carta abierta a la sociedad en la que señala que los transgénicos sirven para facilitar los cultivos o aplicaciones industriales. La misiva abunda en que este tipo de productos son «una herramienta necesaria para el futuro» porque pueden contribuir a que los pequeños agricultores resistan mejor el cambio climático.
Petición ante la Junta
Los defensores de los organismos genéticamente modificados argumentan, además, de que «no entrañan en riesgo para la salud ni para el medio natural y esgrimen un informe de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, según el cual los transgénicos resistentes a plagas «han supuesto un beneficio al reducir las intoxicaciones por pesticidas».
La carta, titulada 'Por una Asturias a favor de la biotecnología', está firmada por varias asociaciones, entre ellas, el Colegio de Biólogos, la Asociación de Divulgación Científica, la Asociación de Diabéticos del Principado y la Fundación para el Fomento en Asturias de la Investigación Científia Aplicada y la Tecnología (FICYT). La suscriben, además, asociaciones de biotecnólogos de toda España.
Según detalló Pablo Revilla, la iniciativa «surgió en marzo al ver como cuando Madrid intentó declarar la comunidad zona libre de OMG, la Federación Española de Biotecnólogos envió una carta abierta». Si no son escuchados, los científicos no se quedarán de brazos cruzados. «Si vemos que las instituciones no son capaces de cambiar, presentaremos una iniciativa en la Junta General de acuerdo a la normativa vigente como asociación», avanzó el portavoz.
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