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LAURA MAYORDOMO
Lunes, 26 de junio 2017, 00:59
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La Universidad de Oviedo acaba de contratar con la empresa Lacera el servicio de mantenimiento y conservación de zonas verdes, jardinería, terrazas y cubiertas accesibles en sus campus. En total, la nueva concesionaria tendrá que hacerse cargo de 35,5 hectáreas repartidas entre Oviedo, Mieres, Gijón -cuyo campus cuenta con la mayor superficie verde de toda la Universidad, casi 23,6 hectáreas-, Avilés y Salinas. Lo hará por un precio de casi 1.255.000 euros anuales.
El contrato, con una duración de tres años -prorrogables año a año otros tres más- le obliga también a relizar la limpieza y mantenimiento de las terrazas, cubiertas accesibles, calles, aceras, escaleras, aparcamientos y viales internos de los campus, así como a la conservación de mobiliario (papeleras y contenedores, bancos, señales y paneles informativos, aparcamientos de bicicletas- y a revisar la red de riego y llevar a cabo controles para prevenir brotes de legionela. Para todo ello se plantea que se empleen los productos químicos adecuados, pero se insta a priorizar aquellos que sean «seguros, biodegradables, respetuosos con el medio ambiente o menos perjudiciales para la salud de las personas».
En el pliego de condiciones técnicas viene recogido hasta el más mínimo detalle. Como que las papeleras han de ser vaciadas, como mínimo, dos veces por semana salvo en verano, cuando será suficiente con hacerlo una vez a la semana. O que pintadas y pegatinas tienen que ser retiradas «inmediatamente después de su aparición».
Respecto a la conservación de céspedes y praderas se establece que los riegos han de ser «profundos, espaciados en el tiempo y a primeras horas del día», que las siegas no deben ser muy bajas o a ras de suelo, que se debe limitar al máximo el empleo de segadoras y sopladoras térmicas en horas de docencia y zonas de aulas y despachos o que los restos de la siega deberán ser retirados en el mismo día de producirse. Se aclara, asimismo, una cuestión de prioridades. Por ejemplo, que la utilización «correcta» de los espacios verdes por parte de la comunidad universitaria está por encima de cualquier labor de mantenimiento y conservación. O que se debe impedir el trasiego de animales domésticos que utilicen dichos espacios como zonas de «recreo y defecación».
Aunque también aparecen en el contrato cuestiones no tan predecibles, como que el personal de mantenimiento y conservación de zonas verdes «prestará atención en identificar la existencia de cámaras o cualquier otro elemento oculto que pueda alterar las condiciones de privacidad, intimidad y seguridad de las personas». En caso de detectar o sospechar de la existencia de algún elemento de este tipo, tienen orden expresa de comunicarlo de forma inmediata al personal del Vicerrectorado de Recursos Materiales y Tecnológicos.
Además, en el primer año del contrato, Lacera, que sucede en estas tareas a la madrileña Gruporaga, tiene la obligación de elaborar un inventario general de todos los árboles propiedad de la Universidad de Oviedo, con foto y ficha de cada uno. Y lo deberá actualizar cada año. También de forma anual tendrá que hacer un informe del arbolado que se encuentre en una situación de riesgo. Tras una revisión y diagnóstico de los ejemplares afectados, deberá proponer una solución para cada uno de ellos. «Todo con el fin de evitar riesgos innecesarios a la comunidad educativa», dice el contrato.
En el capítulo de sanciones, se prevén multas de 1.000, 5.000 y hasta 10.000 euros en función de que los incumplimientos del contrato sean considerados leves, graves o muy graves.
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