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A. G.
Treinta años de la sanidad más cercana

Treinta años de la sanidad más cercana

Los centros de salud, que sustituyeron a los ambulatorios, reciben la Medalla de Plata

ELENA RODRÍGUEZ

GIJÓN.

Miércoles, 23 de agosto 2017, 02:43

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'Salud para todos en el año 2000'. Éste fue el compromiso adquirido por 134 países en la Conferencia Internacional que se celebró en 1978 en Almá-Atá, en Kazajistán. Buscaba promover el modelo de Atención Primaria para lograr un mejor nivel de salud de los pueblos. Uno de los primeros pasos que dio España fue reconocer la especialidad de Medicina de Familia y Comunitaria en 1978, pero el auténtico despegue vino con la aprobación del Real Decreto de Estructuras Básicas de Salud (1984).

Aquel cambio implicaba abandonar el modelo de los ambulatorios -de referencia comarcal, con unos 2.000 pacientes por facultativo y dos horas y media de consulta- por el de los centros de salud. Comenzaron a asentarse en los barrios para atender a 18.000 ciudadanos cada uno, con cupos más rebajados y consultorios en las zonas periféricas, lo que supuso una mayor accesibilidad ciudadana a la atención sanitaria básica y mayor equidad. Trajo consigo muchos cambios. No solo en el horario de los médicos (siete horas, con exclusividad en el sistema público), sino que los facultativos ya no trabajarían solos: lo harían en miniequipos, integrados por una enfermera y un médico residente de familia, lo que estimuló la formación.

Atrás quedaron también las fichas con datos básicos del enfermo para dar paso a las historias clínicas, compartidas entre todos los profesionales, y que resultaron más eficientes para su trabajo. O las cartillas, en las que figuraba toda la familia, y fueron sustituidas por tarjetas individuales. La atención ya no era tanto a demanda del enfermo, sino que el modelo permitió a los profesionales ser mucho más proactivos en la prevención de enfermedades y el establecimiento de protocolos. Se fijó una cartera de servicios que ha ido creciendo con el tiempo. Es una atención integral.

De todo ello han pasado 30 años y el Principado ha premiado con la Medalla de Plata de Asturias la labor y el «compromiso ético y social» de estos 3.150 profesionales. Son 1.140 médicos de familia, urgencias y pediatría; 1.015 enfermeras y mil profesionales de departamentos sanitarios y no sanitarios (celadores, fisioterapeutas, trabajadores sociales y personal administrativo).

En total, más de 80 equipos distribuidos en 320 dispositivos. EL COMERCIO ha hablado con algunos profesionales que vivieron aquellos inicios y que hoy se ocupan de atender más de cinco millones de consultas médicas al año, otros tres millones de citas en enfermería, además de 600.000 atenciones pediátricas y 72.000 del área de matronas.

Miguel Ángel Prieto Médico de familia. Trabajó en Ventanielles

«Había ganas de hacer cosas nuevas. Lo más duro fueron los años de la droga y el VIH»

El centro de salud de Ventanielles, en Oviedo, abrió sus puertas el 28 de diciembre de 1984. Fue, junto con el de Otero, uno de los primeros en entrar en servicio en la ciudad ovetense. Unos meses después, en septiembre de 1985, se incorporó a él Miguel Ángel Prieto (Salas, 1959), que ya había trabajado en los consultorios de Posada de Llanera, El Entrego y Pravia. Lo llamaron tras haberse quedado a las puertas de sacar una plaza en el proceso selectivo y estuvo trece años. Durante diez, fue coordinador del centro. «Allí me hice médico», dice sin dudarlo. Recuerda que los inicios fueron complicados, «apenas había espacio y compartíamos consulta. Incluso hubo que prescindir de un baño para poder reunirnos». Pero, por encima de todo, en aquel equipo en el que había diez residentes, «se palpaba gran ilusión y ganas de hacer cosas».

«Aprendimos -continúa- a trabajar conjuntamente y se repensó el sistema. Porque vimos que se podía hacer mucho en prevención, en la búsqueda de factores de riesgo, en la elaboración de protocolos...». Además, se establecieron unos objetivos medibles, «cuya evaluación la realizaban profesionales de Sanidad, no empresas externas, y estaba asociado a un incentivo. Ese modo de trabajo no se ha perdido, pero podría haber más controles de calidad. Tener todo informatizado da mucha capacidad de gestión».

La «enorme implicación con los vecinos» también está en la parte más positiva. En la negativa, lo más doloroso: ver morir a jóvenes enganchados a la droga. Aún conserva la agenda con los nombres de los chavales a los que se les diagnosticó hepatitis y VIH. «Todavía les veo las caras. Fue muy duro porque se salvaron muy pocos. La triple y cuádruple terapia no llegaron a tiempo para ellos».

Contento por la medalla, «porque hay profesionales extraordinarios», comparte quejas comunes: la disminución del presupuesto y la «falta de relevo generacional para hacer frente a la jubilación de 400 personas los próximos cinco años». Para ello, propone «ilusionar» a los futuros médicos incluyendo cátedras de Medicina de Familia en la Universidad. «Cuando vienen los alumnos de tercero y sexto, alucinan con lo que hacemos en Primaria».

Vallobín (Oviedo). Belén González, Eduardo Hevia, Azucena Fernández, Gloria Montes, Cristina Junquera, Teresa Patallo, María Martín, Marta Pérez, Soledad Pozueco, María José Suárez, Jorge Prado, Faustino Izquierdo y Clara García. En el centro, Miguel Ángel Prieto, que trabajó en Ventanielles.
Vallobín (Oviedo). Belén González, Eduardo Hevia, Azucena Fernández, Gloria Montes, Cristina Junquera, Teresa Patallo, María Martín, Marta Pérez, Soledad Pozueco, María José Suárez, Jorge Prado, Faustino Izquierdo y Clara García. En el centro, Miguel Ángel Prieto, que trabajó en Ventanielles. H. ÁLVAREZ

José Cachón Coordinador del centro salud La Magdalena

«Hemos asumido servicios que evitan al paciente esperas para ir al hospital»

Es el coordinador más veterano de un centro de salud en Asturias. Lleva 28 años. Llegó al de La Magdalena, en Avilés, en marzo de 1987, cuando funcionaba desde hacía unos meses. Era el segundo que se ponía en marcha tras La Carriona. Natural de Santander, José Cachón (1956), que había trabajado antes en Reinosa, había sacado plaza en el País Vasco y Asturias, y se decantó por nuestra región. «Cuando llegué, atendíamos fundamentalmente a trabajadores; había una pirámide poblacional estándar, pero ahora la mayoría de los enfermos son ancianos. Hay un porcentaje elevadísimo de personas con 80 años, con enfermedades crónicas y complicaciones derivadas de la vejez. El trabajo es mayor».

Otro de los cambios es que «los centros de salud han ido asumiendo prestaciones y pruebas que antes se hacían en el hospital, lo que facilita que el paciente no tenga que esperar». Se refiere «al control del Sintrom, retinopatías, ecografías...», además de la cirugía menor. «Adaptarse a esa tecnología supuso esfuerzo», apunta. Con la mirada puesta siempre en el paciente, recuerda que ahora «tiene infinidad de maneras de acceder al centro»: la cita por teléfono, por internet, la consulta telefónica y la atención a domicilio.

La lucha durante todos estos años ha estado centrada en agilizar la carga burocrática para ganar más tiempo de consulta, que se sitúa entre los siete u ocho minutos, con la intención, siempre, de llegar a los diez. En este sentido, «la receta electrónica ha supuesto un gran alivio». Como al resto de sus compañeros, le preocupa la falta de médicos, que se está dejando notar este mismo verano con la falta de suplentes. «Las dificultades que tuvimos para acceder al MIR (20.000 para 2.000 plazas) las tienen los jóvenes para entrar en la facultad. Exigen una nota muy alta. Las universidades no están ampliando el número de plazas cuando las necesidades ya se veían venir».

Otra de las veteranas es Mónica Cudeiru, enfermera de Pediatría. En los veinte años que lleva ha visto la evolución social: la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, el retraso de la maternidad y la asunción de más responsabilidades de los padres en el cuidado de los hijos. Destaca el mayor contacto con el hospital y cómo el protocolo de 'Piel con piel' tras el parto facilita una mayor duración de la lactancia.

La Magdalena (Avilés). Dolores Fernández, Elena Martínez, Consuelo Rodríguez, María Luisa Alonso, Orfelina Fernández, Margot Morán, Mónica Cudeiru, Oihana Aramendi, Víctor García y José Cachón.
La Magdalena (Avilés). Dolores Fernández, Elena Martínez, Consuelo Rodríguez, María Luisa Alonso, Orfelina Fernández, Margot Morán, Mónica Cudeiru, Oihana Aramendi, Víctor García y José Cachón. MARIETA

Juan Enrique Cimas Coordinador del centro salud de Contrueces

«Atención Primaria es una de las redes que más ha amortiguado la crisis»

Dice que es un apasionado de la Atención Primaria y se le nota. «El grado de resolución de nuestro trabajo es del 95%, las encuestas revelan un nivel de satisfacción altísimo y, sin embargo, nadie habla de nosotros». Juan Enrique Cimas (San Sebastián, 1959) comparte lo sorprendidos que se quedan los alumnos de Medicina cuando pasan por sus consultas. «Traen la idea de que solo estamos para recetas y volantes y quedan impresionados con la cantidad de casos distintos que vemos y cómo el paciente nos confía muchas de sus preocupaciones».

A Cimas le «encanta» trabajar en Contrueces, en Gijón. Fue su primer destino tras aprobar el MIR, después vendría Cabañaquinta y más tarde, en 2001, ya con plaza, regresó. Subraya la «importancia de conocer al paciente, su entorno y necesidades» y defiende que «esta especialidad, bien hecha, es dificilísima». Porque «tenemos que saber tolerar la incertidumbre, para detectar si lo que tiene el paciente es grave o no, prestando atención a los detalles, y la obligación de ser especialistas de lo frecuente porque, salvo casos de gravedad, no podemos permitir que lleguen al hospital enfermedades de mucha prevalencia».

En sus manos tiene el documento 'Diagnóstico de la salud de Contrueces' que hicieron sus compañeros cuando el centro abrió. Incluía todo tipo de datos: desde la industria que había y su contaminación, hasta el número de parques, bancos y traídas de agua. «Había mucho interés por la salud pública». Pero una parte de esos sueños se dieron de bruces con la realidad: «A los políticos les interesa es que los pacientes no protesten y hay mucha presión por parte de una sociedad que todo lo medicaliza. Esa presión de la consulta lleva a que los profesionales que quieran investigar tengan que hacerlo en sus horas libres». Destaca el trabajo preventivo y de cuidados de los profesionales de enfermería y otros sanitarios para recordar que «una de las paradojas de España es que con la crisis no hubo una revolución. Una razón es que Primaria fue un amortiguador. No se dejó a nadie sin atender».

Contrueces (Gijón). En la primera fila, sentados, por la izquierda, Moisés Robledo, Juan Enrique Cimas y Laura Blanco. En la segunda, Isabel García, Sonia Goyanes, Ana Isabel Fernández y María Jesús Benito. Detrás de ellas, de pie, Sara Ramajo, Beatriz de Celis, Clara Insua, Yolanda Fernández, Margarita López, Lidia Fernández Ada Losada, Pilar de Laso, Delfi Martínez, Maite Bolaños, Belén Espada, Ana Cristina González. Y en la última fila, José Antonio Pérez, Marta María López, Marisol Guerra, Tania Montes, Tomás Suárez, Laura Hevia y Efrén Tovar.
Contrueces (Gijón). En la primera fila, sentados, por la izquierda, Moisés Robledo, Juan Enrique Cimas y Laura Blanco. En la segunda, Isabel García, Sonia Goyanes, Ana Isabel Fernández y María Jesús Benito. Detrás de ellas, de pie, Sara Ramajo, Beatriz de Celis, Clara Insua, Yolanda Fernández, Margarita López, Lidia Fernández Ada Losada, Pilar de Laso, Delfi Martínez, Maite Bolaños, Belén Espada, Ana Cristina González. Y en la última fila, José Antonio Pérez, Marta María López, Marisol Guerra, Tania Montes, Tomás Suárez, Laura Hevia y Efrén Tovar. A. G.

Alejandro Braña Presidente del Colegio de Médicos de Asturias

«Hay que hacer el trabajo atractivo en Asturias, con contratos fijos»

A la preocupación del sector («el presupuesto de Primaria bajó del 20% en 1970 al 14% actual y la falta de relevo generacional y de impulso político»), se une Alejandro Braña, presidente del Colegio de Médicos. «El desarrollo de la red ha sido espectacular y la labor de sus profesionales, abnegada y muy poco reconocida, extraordinaria». Por eso, para «mantener la excelencia» y ante las jubilaciones que se avecinan, urge «contratos fijos y mejoras salariales». «Retrasar la edad de jubilación es retrasar el problema».

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