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JOSÉ L. GONZÁLEZ
GIJÓN.
Viernes, 3 de noviembre 2017, 00:58
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Soldados en plena batalla, una anciana buscando a un familiar fallecido, ciudades destrozadas por la artillería o dos niños mirando con «curiosidad» el cuerpo enterrado en vida de un militante del Estado Islámico. Estos son solo algunos de los disparos que el fotógrafo gijonés Manu Brabo ha seleccionado para lanzar al espectador que se adentre en la que es su primera exposición individual, 'Un día cualquiera', que se podrá ver hasta el 30 de noviembre en el museo La Neomudéjar, en Madrid.
La colección que expone en la capital condensa su trabajo en Oriento Próximo de los últimos seis años. De entre las miles de fotografías realizadas en el horror de la guerra, el gijonés ha seleccionado 90 con una intención muy clara: «Que el espectador salga tocado de la exposición, que recapacite. He decidido pegarles un bofetón en el alma», explica.
El «bofetón» que plantea Brabo es una suerte de analogía de lo que se ha encontrado en Libia, Siria, Irak y Egipto, un juego que queda condensado en el título de la exposición. «Quiero que la gente salga agobiada de la sala, como un día cualquiera que vive una persona en estos países en guerra».
El montaje de la exposición, producida por National Geographic, le ha llevado dos meses al premio Pulitzer gijonés. Junto a un equipo de dos personas ha seleccionado las que considera sus fotografías icónicas, que van acompañada de otras que contribuyen a construir un relato con el que se pretende dar al espectador elementos de análisis para comprender la situación que atraviesa Oriente Próximo. «La idea es que la gente entienda quiénes son los refugiados y por qué escapan de su tiera. Demostrar que son seres humanos igual que nosotros y por qué pasan las cosas que pasan», señaló.
Manu Brabo, que se muestra muy crítico con las políticas desarrolladas por la Unión Europea, cree que los problemas que se viven en estos países y el hecho de que los estados europeos hayan «mirado para otro lado durante años» ha llevado a que las consecuencias de estos conflictos se vivan ahora «dentro de nuestras fronteras. Todos estos conflictos están diseñando una Europa distinta con la que no sé si estoy muy de acuerdo».
A pesar de haber estado retenido durante 45 días por las fuerzas de Muamar el Gadafi en el año 2011, este gijonés no ha perdido un ápice de decisión a la hora de seguir trabajando en conflictos. «Después del secuestro volví a Siria y seguía haciendo lo mismo». No obstante, reconoce que se trata de una experiencia que «debe ser reenfocada para aprender y que no vuelva a pasar».
Rodeado de focos en la jornada de ayer, aún con la resaca del intenso trabajo de preparación de la exposición, Manu Bravo ya mira al frente para afrontar nuevos proyectos. El próximo, ya está en marcha. «Acabo de llegar de Colombia, donde voy a desarrollar un proyecto sobre las consecuencias del proceso de paz. He estado con campesinos cocaleros y siguiendo el proceso de fabricación de la coca, y también reconstruyendo una matanza». Trabajando.
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