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Sabino Fernández, Roberto Rodríguez, Arturo Boto y Nicanor López Brugos. Detrás, Javier Puerta y Chuso García.
Cincuenta años de La Cucaracha

Cincuenta años de La Cucaracha

Varios miembros de la asociación recorren su primera sede, la Casa Rectoral, y rememoran sus inicios y los de Víctor Manuel, integrante del club

ALEJANDRO FUENTE

Jueves, 18 de diciembre 2014, 00:37

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«Allí, en esa esquina es donde ensayaba un jovencísimo Víctor Manuel». El cura Nicanor López Brugos señalaba a una lúgubre esquina del sótano de la Casa Rectoral, la casona que ahora alberga la sede de Proyecto Hombre en Mieres. Pero hace medio siglo, este edificio ubicado en Jerónimo Ibrán era un hervidero de vida cultural, de grupúsculos inconformistas o de jóvenes que, simplemente, querían pasarlo bien. Así nació el club La Cucaracha, fruto de la inquietud de varios chavales que deseaban hacer algo más que pasear calle arriba calle abajo en Manuel Llaneza, antes llamada de José Antonio. «Escuchábamos música; teníamos muchos discos y nos gustaban 'The Beatles'. Montamos una pequeña biblioteca y un equipo de fútbol», decía Roberto Rodríguez, miembro de la sociedad y también edil del PSOE.

La Cucaracha cumple 50 años de vida y sus componentes -que en la actualidad son 38 personas que rondan los 70 años- se vuelven a reunir este sábado con una comida de confraternización para recordar los tiempos en los que «ya reunirse era toda una revolución».

De hecho, comentaba Chuso García, «alguna vez vino a desalojarnos la Policía». «Todavía mantenemos la amistad y el contacto después de tantos años; algunos viven en Madrid, como Víctor Manuel -decía en referencia al cantante-, o en Londres. Pero todos los años nos reunimos». La cita es este sábado y rememorarán aquella época con la celebración de un guateque sesentero tras la comida en El Albar. Antes, a la una de la tarde, descubrirán una placa en la que fue su primera sede, en la Casa Rectoral.

Recuerdos

Un grupo de miembros de La Cucaracha visitó ayer junto a ELCOMERCIO el sótano de la casona. «No lo recordaba así, el techo estaba más alto», comentaba alguno de ellos. «¿50 años? Eso no es nada», decía convencido Javier Puerta mientras conversaba animadamente con sus compañeros.

«Fuimos los primeros en crear una asociación juvenil en Mieres, entonces era algo inexistente». Y ahí radica ese inconformismo de este grupo de jóvenes que no quieren y no pueden romper esos lazos que les mantienen más que unidos. Solo hay una forma de abandonar el club: «Llegamos a ser 48 los miembros, y quedamos 38. El resto ya falleció».

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