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Juan Ramón Suárez, segundo por la izquierda, junto a unos amigos en La Tabierna, Aller.
«Juan Ramón debe ser recordado»

«Juan Ramón debe ser recordado»

Familiares y amigos dan su último adiós al allerano embestido por un toro

MARTA VARELA

Jueves, 25 de agosto 2016, 00:17

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El drama sobrevino en la tarde del lunes en los parajes alleranos del monte Cima. Un toro terminó con la vida de Juan Ramón Suárez Megido, 'el de Monín', de 79 años. La investigación realizada para esclarecer lo sucedido concluyó que, tal y como se sospechó desde un primer momento, Juan Ramón murió a consecuencia de una herida causada por un asta de toro, confirmaron fuentes de la Guardia Civil.

Ganadero carismático, a sus familiares y amigos les costaba asumir lo sucedido. Y muchos ya piensan en que su recuerdo perdure de alguna manera. «Una carrera de montaña con su nombre, una ruta senderista, un premio ganadero... Tenemos que hacer algo para que todos le recuerden», comentaban ayer sus amigos en el tanatorio de Moreda, donde se instaló la capilla ardiente.

Gran conocedor del monte, el ganado era su pasión. «Los entendía», aseguraban otros compañeros de profesión. Quizás ese conocimiento fue el que le llevó a desconfiar de un toro que se encontrada en las praderas de majada de La Tabierna donde Juan Ramón estaba pasando el verano cuidando de sus reses. La res que acabaría con su vida no era de su propiedad y algo le hacía desconfiar. «No me gusta ese toro, no es de fiar», decía hace unos días.

Y así lo ha certificado la investigación. Las heridas que le provocaron la muerte a Juan Ramón fueron causadas por un asta de toro. Vecino de la localidad allerana de Felechosa, soltero y sin hijos, su cuerpo sin vida era encontrado en la mañana del martes por el propietario de otra cabaña. En Felechosa ya habían empezado a preocuparse al no haber tenido noticias de él desde el día anterior. Fue el grupo de Montaña de la Guardia Civil el que rescató el cadáver.

Ayer familiares y amigos le dedicaban una sencilla despedida, «como a él le hubiera gustado»; evocando a Juan Ramón y a su silueta larguirucha, siempre con sus prismáticos al cuello y una gorra plana de cuadros. Y siempre dispuesto a dar cobijo en su cabaña a quien por allí pasara, a ofrecerle una buena taza de café, a hacer, en definitiva, gala de una hospitalidad que era un reflejo de su carácter.

Hoy su cuerpo será incinerado en el tanatorio de Mieres.

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