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Marcos con dos de los modelos que fabrican, en San Isidro.
Esquís a medida hechos en Asturias

Esquís a medida hechos en Asturias

Blueberry los realiza a mano en madera y fibra de carbono, y se adaptan a las diferentes disciplinas y al tipo de nieve

m. gancedo

Martes, 6 de diciembre 2016, 04:54

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La empresa allerana Blueberry Skis ha llegado al mercado para democratizar los esquís a medida. Ya no hace falta ser un campeón mundial o millonario. Los únicos requisitos son facilitar la altura, la modalidad de esquí y el tipo de nieve en el que se va a practicar. Eso, y pagar entre 1.200 y 1.600 euros, que es el coste del trabajo que realizan Marcos Castañón y su padre, César. Marcos, ingeniero aeronáutico, inicia los cálculos en Madrid (donde reside) para diseñar unos esquís específicos. Y César, con una experiencia de más de 30 años como carpintero, los materializa a mano en su taller de Corigos.

Es precisamente en esta localidad, situada a media hora del puerto de San Isidro, donde se ubica el taller de esta empresa que tiene gran proyección internacional debido a su singularidad. Blueberry, nombre que debe a una plantación de arándanos propiedad de la familia, ha realizado en tres años más de 30 modelos de esquís, adaptados a cada tipo de disciplina y de nieve. «Lo más complicado en un primer momento fue conseguir los materiales y conocer el proceso de producción. Nos dimos cuenta de que algunas marcas llevan utilizando el mismos sistema desde hace más de 80 años», recuerda Marcos.

Ellos han creado un sistema en el que cada modelo es diferente, con una rigidez, composición y flexibilidad únicas. «Cada uno tiene su propias características», indican los propietarios de esta empresa cuyos productos se realizan en maderas de abedul, paulownia, chopo y balsa a los que, mezclados, se añade fibra de carbono y se laminan al vacío. «Los más importante de todo durante la elaboración es respetar los tiempos», indica César.

«Desde que llega el encargo hasta que el cliente recibe el producto con los acabados deseados pasan aproximadamente seis semanas», dice Marcos. Tiempo en el que cualquiera puede obtener los esquís de sus sueños adaptados a sus necesidades técnicas. «De esta manera se consigue que el esquiador obtenga el producto ideal para desarrollar su técnica. Ello le da una mayor confianza y libertad de movimiento», explican.

Cada uno de los modelos han sido probados por ellos mismos y varios expertos en la pista Xanadú de Madrid, en Andorra, en Suiza (concretamente en Davos) o en Canadá tanto dentro como fuera de pista, en la modalidad de freeride. Unas pruebas que posteriormente los esquiadores comparten en Youtube con una valoración, hasta la fecha positiva y constructiva. «Gracias a ellos hemos conseguido mejorar algunos aspectos de determinados modelos para dejarlos perfectos», dice Marcos.

Y si bien aún se están dando a conocer, participando en eventos tan importante como el Freeride World Tour, ya han recibido algún que otro encargo especial. «No nos sorprende nada. Estamos preparados para todo. Ahora mismo trabajamos en unos esquís especialmente diseñados para practicar este deporte en Japón, un país con unas características de nieve muy particulares», indica Marcos, quien ha combinado en este proyecto su pasión por el deporte blanco con sus conocimientos de ingeniería.

Primeros pasos en la nieve

«Cuanto más conoces un deporte, más sensaciones experimentas y necesitas herramientas más especializadas. Hace años, buscando algo más específico, me di cuenta de que muchas tiendas y portales de internet vendían productos que parecían muy diferentes entre sí pero que, en teoría, tenían las mismas prestaciones. Algo que me pareció muy raro», recuerda. Así que, al no encontrar lo que estaba buscando, decidió hacerlo él mismo, siguiendo los consejos de un amigo suizo, que actualmente trabaja en un centro de avalanchas.

Dio sus primeros pasos como esquiador con 13 años, durante una Semana Blanca, y muy pronto se sintió atraído por la modalidad de fuera pista, que sigue practicando. Curiosamente, cuando era un adolescente, arrastró a las pistas a su padre, que hasta aquel momento nunca había esquiado «a pesar de vivir a tiro de piedra de la estación invernal». César volvió a dejarse arrastrar cuando su hijo le habló de crear una empresa de fabricación de esquís a medida.

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