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Al otro lado de la vía, el cuerpo sin vida de la mujer atropellada, tapado. Junto al paso, el paraguas que le impidió ver la barrera.
Muere una vecina de Ciaño arrollada por el tren que no vio por culpa del paraguas

Muere una vecina de Ciaño arrollada por el tren que no vio por culpa del paraguas

La mujer, de unos 70 años, cruzó con las barreras bajadas sin oír las voces de alerta de un testigo desde el otro lado. Su marido iba unos metros detrás

MARTA VARELA

Sábado, 14 de enero 2017, 00:02

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El día terminó de la peor forma posible en Ciaño. Juana del Carmen Casadome Bejarano, de unos 70 años, falleció ayer tras ser arrollada por un tren de Renfe cuando cruzaba previsiblemente despistada por el paso a nivel de Ciaño.

Testigos presenciales del suceso explicaban que la víctima, vecina de la localidad, acababa de salir del Hogar del Pensionista junto a su marido y otros vecinos. Juana se adelantó unos metros y, resguardada bajo su paraguas, para protegerse de la incipiente lluvia, presumiblemente no se percató de que llegaba al paso a nivel, que estaba con las barrera de seguridad bajada y las luces funcionando. Así siguió caminando «a buen paso» y se adentró en las vías. Un vecino, desde el otro lado del paso a nivel, le gritó al mismo tiempo que «el tren comenzó a pitar». Pero fue demasiado tarde.

El convoy que había salido a las ocho menos diez de la tarde de la cercana estación de El Entrego, en dirección a Oviedo, circulaba a velocidad baja al estar llegando al apeadero de Ciaño. No obstante, el maquinista no pudo frenar a tiempo y arrolló a Juana unos quince metros, dejándola aún con vida atrapada debajo del convoy delante del apeadero donde el tren iba a parar.

De inmediato, una joven auxiliar de enfermería y un bombero fuera de servicio pudieron sacar el cuerpo aún con vida de la víctima. A pesar de sus intentos de mantenerla hablando con ella, falleció tras unos minutos. Segundos antes de que en el lugar se personasen los servicios sanitarios y varios coches de la Policía Local, Nacional y Bomberos. Pero ya nada se podía hacer por Juana.

Al instante de producirse el atropello llegaron al lugar su marido y varios conocidos. Muchos de ellos habían estado con ellos pasando la tarde en el Hogar del Pensionista. La desolación entre los presentes era máxima. Nadie se explicaba cómo pudo ocurrir la desgracia. Juana, de origen extremeño, era muy conocida en la localidad, al igual que su marido y su hija, que se personó de inmediato para irse con su padre, que no lograba hacerse a la idea de lo que estaba viviendo.

Mientras, dispositivos de la Policía Nacional, que se hicieron cargo de la investigación, hacían circular el tren, que continuó su camino. De las vías se retiraron varios objetos personales de la fallecida, entre ellos su paraguas, que pudo ser el desencadenante de la tragedia. Según recordaba uno de los testigos, «lo llevaba hacia abajo y no la dejó ver que se acercaba a las vías». Una hora después del suceso, en torno a las nueve menos cinco, se personaron el forense y el juez para proceder al levantamiento del cuerpo.

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