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Toneladas de residuos quedaron en el prau de Salcéu tras la multitudinaria fiesta.

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Toneladas de residuos quedaron en el prau de Salcéu tras la multitudinaria fiesta.

Una protesta cuando se dejó de servir bebidas en el Xiringüelu obligó a intervenir a la Guardia Civil

La Guardia Civil intervino tras iniciarse una protesta al dejar de servir bebidas alcohólicas en la barra

C. DEL RÍO / F. DEL BUSTO

PRAVIA.

Martes, 8 de agosto 2017, 04:01

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Un Xiringüelu de récord y con buen ambiente durante toda la jornada concluyó de la peor manera posible. La Guardia Civil cargó contra los clientes del bar que, durante más de cinco minutos, habían estado golpeando la barra y amedrentando a unos camareros que pasaron de la confusión y la sorpresa inicial a tratar de defender la instalación en la que estaban trabajando. La grabación a la que ha tenido acceso este periódico muestra una secuencia de lo sucedido que no deja lugar a dudas y en la que incluso se ve un conato de pelea en una jornada festiva que acabó en «caos».

Vídeo.

El bar cortó la música y dejó de servir bebidas a partir de la medianoche, tal y como se le había pedido desde la organización conforme al Plan de Seguridad. Pero parte de quienes estaban en la barra no lo aceptaron de buen grado y durante cinco minutos golpearon la barra, llegando incluso a encararse con los camareros. Los golpes cada vez eran más intensos y la situación iban subiendo de temperatura. Finalmente, la Guardia Civil intervino y acabó despejando la zona.

El citado Plan de Seguridad es lo que ahora reclama la Asociación de Vigilantes de Seguridad (Avispa) tras haber visto las imágenes y haber tenido noticia de que varios vigilantes de una de las dos empresas que trabajaron en la fiesta dejaron su puesto de trabajo por el cariz que estaban tomando los acontecimientos. «Eso es lamentable, algo que no se puede hacer nunca», valoró ayer el presidente de Avispa, Jorge Cuesta. Recordó que la redacción de un Plan de Seguridad es obligatorio para concentraciones superiores a las veinte mil personas y que tiene que implicar a todas las partes (Ayuntamiento, fuerzas de seguridad y organización), algo que Avispa teme que no haya ocurrido. Cuesta cree que a la organización la situación «se le fue de las manos» y que cinco minutos pegando golpes en la barra es un «tiempo excesivo» sin intervención, sobre todo cuando la Guardia Civil se encontraba a cien metros. «Los vigilantes estamos para proteger los bienes y a las personas y ahí habría que haber sacado a los camareros y llamar a la Guardia Civil», explicó. La seguridad no fue el único servicio que se vio desbordado, también el sanitario a pesar de que hubo menos atenciones que el año pasado. Se registraron 283 asistencias, 87 menos que en 2016. En la línea con años precedentes, lo más habitual fueron cortes en la piel con cristales y torceduras de tobillos y «no menos de un 15% fueron intoxicaciones».

Ingresado en el hospital

Un joven de 31 años, por otra parte, tuvo que ser trasladado al Hospital de San Agustín, donde permanece ingresado, con un traumatismo craneal severo. El joven, en estado de embriaguez, se cayó del tren poco antes de llegar al apeadero de Llaranes. No se sabe cómo, se abrieron las puertas y el chaval acabó en las vías. Hubo que cortar el tráfico ferroviario porque, en un primer momento, no aparecía. Además, se practicaron seis rescates fluviales, doce menos que el año pasado, y otras ocho personas fueron derivadas al hospital.

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