Hermanados con el Sáhara

Este programa de actividades comenzó ayer con la visita de dos ciudadanos de los campamentos de refugiados de la zona que compartieron jornada con los estudiantes de varios niveles. A lo largo de toda la mañana pudieron probarse las vestimentas típicas o participar en alguno de sus rituales. «Hacía tiempo que no hacíamos unas jornadas de este tipo. Muchos de los alumnos nuevos no conocen este hermanamiento y queríamos dárselo a conocer de una manera amena», explica Carmen Fernández, docente en el colegio de Salinas.

Por la jaima pasaron ayer algunos estudiantes, que se iniciaron en la ceremonia del té típica del Sáhara. «Los visitantes les explicaron cómo se lleva a cabo y qué significa para ellos. Además, pudieron probar también los tatuajes de henna», comenta la profesora. A lo largo del día de hoy todas las aulas pasarán por esta zona para adentrarse en esta cultura. En la sala se proyectarán a su vez vídeos relacionados con los campamentos saharauis. «No serán políticos, sino que en ellos verán como son las escuelas allí, cómo son las rutinas de los niños o su forma de entretenerse», señala Fernández.

Por otro lado, el viernes el colegio recibirá la visita de los niños de la etapa de educación infantil, que habitualmente dan clase en otro edificio de la localidad. «Ellos también podrán ver de cerca la haima y hacer actividades relacionadas. Se trata de jornadas transversales que son aptas para todos los niveles porque se adaptan todos los actos a la edad de los niños», recalca la profesora.

Junto a las actividades culturales, el colegio Manuel Álvarez Iglesias ha iniciado una recogida de alimentos no perecederos que después serán donados a los campamentos del Sáhara. «Las familias pueden traer sus alimentos y dejarlos en las cajas que hemos colocado a la entrada del centro», explica. Pero la iniciativa va más allá y recogen también «palabras que alimentan».

En un tablón del centro los alumnos colgarán a lo largo de estos días pequeñas notas con palabras o frases de esperanza y aliento para los niños saharauis. «Queremos alimentar el cuerpo y el alma, porque los niños de allí lo necesitan. Además, nos parece una actividad solidaria muy bonita para trabajar con los alumnos», puntualiza Carmen Fernández.