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Denuncian el presunto trato negligente dado en Jarrio a un paciente que falleció

Le iban a practicar una intervención, pero según explica Carmen, antes de la prueba le realizaron un electrocardiograma tras el que se detectó que solo tenía cuarenta pulsaciones por minuto

L. Á.

Viernes, 3 de julio 2015, 01:11

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Rabia e impotencia. Es lo que siente Carmen Bermúdez, usuaria del hospital de Jarrio y vecina de El Franco, ante el trato recibido por ella y su hermano -fallecido en febrero- en el centro. Los hechos se remontan a diciembre pasado cuando acompañó al hospital a su hermano, al que habían diagnosticado esclerodermia, una afección en la que el sistema inmunitario ataca por error y destruye el tejido corporal sano, y que le había llevado a perder unos cuarenta kilos de peso.

CRONOLOGÍA

  • Agosto de 2014.

  • El paciente es diagnosticado de esclerodermia.

  • Diciembre 2014.

  • Se detectan problemas cardíacos y se pide examen al cardiólogo. Le retira parte de la medicación y le envía a casa. Al día siguiente vuelve a ingresar por urgencias y es derivado a Oviedo.

  • Febrero 2015.

  • Dos meses después, fallece el paciente.

Le iban a practicar una intervención, pero según explica Carmen, antes de la prueba le realizaron un electrocardiograma tras el que se detectó que solo tenía cuarenta pulsaciones por minuto. Se solicitó entonces la presencia de un especialista en cardiología que, tras examinarlo, «le retiró tres de las pastillas de la medicación que estaba tomando y lo mandó para casa», relata. Al día siguiente tuvo que volver a ingresar por urgencias «con parada cardíaca». De Jarrio fue derivado a Oviedo «y a los dos días se le declaró una insuficiencia renal aguda que le obligó a someterse a diálisis durante los dos meses más que vivió». Carmen asegura que en Oviedo «los médicos no daban crédito a que en Jarrio lo hubiesen mandado a casa y cuchicheaban entre ellos».

Ante esta situación, pidió explicaciones al cardiólogo. Su respuesta fue que «él solo pasaba por allí, que no era paciente suyo y no tenía ni por qué haberlo atendido y que no sabía ni para qué tomaba las pastillas».

Según la afectada, la actitud del médico fue de «prepotencia y falta de respeto» y la conversación fue subiendo de tono, «hasta el punto de que otros pacientes la instaron a que tomara nota de sus números de teléfono por si en un futuro necesitaba de sus testimonios. Carmen Bermúdez mostró a EL COMERCIO también sus quejas con la actitud de la médico internista que habitualmente trataba a su hermano y que se negó a atenderlo posteriormente, una vez ocurrido el incidente ya citado con el cardiólogo.

Dos meses después de estos hechos, el hermano de Carmen fallecía. De momento solo ha interpuesto una reclamación en el servicio de atención al usuario del hospital, pero no descarta emprender acciones legales y quiere dejar claro que, «en ningún momento sería para pedir una indemnización económica, lo que quiero es que ese señor pague las consecuencias de lo que hizo a mi hermano».

En todo caso, subraya, «lo que se sacase sería para ayuda a la investigación sobre su enfermedad».

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