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Del Cueto, durante la explicación del proceso constructivo.
La Campa de San Juan, al descubierto

La Campa de San Juan, al descubierto

La Fundación Valdés-Salas trabaja en la recuperación del dolmen de La Cobertoria

LIDIA ÁLVAREZ

Jueves, 25 de agosto 2016, 00:17

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Casi todo el mundo en Salas ha oído hablar del conocido como dolmen de La Cobertoria, situado en La Campa de San Juan, entre Mallecina y Las Gallinas. Sin embargo, pocos eran hasta ayer conscientes de la importancia de esta necrópolis tumular que la Fundación Valdés-Salas se ha propuesto recuperar.

«La entidad de las piedras que forman la cámara funeraria, la superficie y el tamaño, la convierten en una de las más relevantes de la región», explicaba Fernando Rodríguez del Cueto, doctor en Arqueología y profesor de Prehistoria de la Universidad de Oviedo, que se encarga de dirigir los trabajos de campo en la zona.

Ayer dejaba a un lado su labor al frente de la excavación para servir de guía al centenar de personas que no quisieron perderse la primera jornada de puertas abiertas al yacimiento. A lo largo del último mes, dentro del trabajo iniciado por la Fundación Valdés-Salas y en colaboración con el área de Prehistoria de la Universidad y el Ayuntamiento, se han venido desarrollando trabajos de investigación que han permitido descubrir el proceso arquitectónico llevado a cabo para su construcción y las distintas fases de las que estuvo compuesto. «Es un punto clave en esta campaña, porque la existencia de momentos anteriores a la cámara funeraria era algo que no sabíamos y es una de las grandes novedades que podemos adelantar».

Del Cueto enmarcó el monumento funerario en el periodo neolítico, hace unos 5.000 ó 6.000 años. «Al empezar a depender del territorio para su subsistencia, los habitantes también necesitaban colocar sus marcadores territoriales, sus hitos sobre el paisaje y esto lo hacen muchas veces a través del enterramiento de sus antepasados».

La explicación comenzó por el anillo exterior de piedra, que bordea y delimita el túmulo, pero «lo crucial para conocer el proceso de construcción y entender la dinámica es la zona de la cámara funeraria, el espacio central de la estructura en el que se desarrollaban las inhumaciones y los enterramientos».

El dolmen está compuesto por seis ortostatos (losas), «muy bien definidos y de gran tamaño, que dejan ver la entidad de la estructura, a pesar de que la pieza superior está rota». Cuentan que la culpa es de un facultativo de la antigua mina de magnesita de Valderrodero que metió una carga de dinamita en la estructura, en los años cincuenta.

Durante los trabajos se han hallado fragmentos de herramientas y útiles hechos en piedra o restos de carbones vegetales que se estudiarán y analizarán durante los próximos meses para tratar de delimitar las fechas.

Lo que tampoco sabían los vecinos era que podían colaborar en las excavaciones. El catedrático Miguel Ángel de Blas, director científico, animaba a los presentes al final de la visita a ayudar en la próxima campaña. Además, el éxito de la jornada anima a la Fundación a organizar durante el invierno otras actividades en torno al yacimiento, con charlas y presentaciones de los trabajos.

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