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ANDREA INGUANZO
Domingo, 26 de octubre 2014, 01:19
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En el marco de clausura del proyecto de cooperación 'Gestión Territorial del Arte Rupestre' (Gestar), que se celebró la semana pasada en el Centro de Arte Rupestre 'Tito Bustillo' de Ribadesella, Ramón Montes Barquín expuso a los presentes la evolución en el terreno técnico del proyecto Itinerario Cultural Europeo 'Caminos de Arte Rupestre Prehistórico' CARP, un trabajo que aglutina en la actualidad a 18 instituciones asociadas de pleno derecho, 8 instituciones colaboradoras y mantiene contactos con todos los lugares declarados patrimonio mundial en el entorno del Consorcio de Europa. Se trata de 112 sitios que actualmente están reconocidos como itinerario cultural y que forman parte de una asociación dinámica cuyo objetivo es «reunir a todos los grandes destinos rupestres visitables del marco europeo».
-¿Cómo encaja dentro del itinerario europeo el arte rupestre del Oriente de Asturias?
-El Oriente de Asturias es, posiblemente, una de las regiones europeas más definidas en la estructura de lo que es la gestión de Arte Rupestre o el modelo que en los últimos años se está reconociendo como más idóneo para gestionarlo. Es una comarca bien definida, donde este aspecto tiene una importancia no sólo arqueológica o cultural, sino que desde hace mucho tiempo también la tiene turística. Ya tiene una trayectoria y, además, con las inversiones que se han realizado a través del plan de la prehistoria del Oriente y con las diversas actuaciones que, desde Oviedo y desde el propio grupo de acción local se han venido desarrollando, se ha convertido en una auténtica región destinataria de turismo arqueológico. Ahora bien, esa es la buena noticia, pero existen también debilidades.
-¿Cuáles serían esas flaquezas?
-Es una región que a pesar de tener mucho potencial y muchos recursos, de tener un centro como es el de Tito Bustillo -absolutamente rotundo-, no ha conseguido alcanzar las cotas ni el desarrollo en la cuenta de resultados que se había esperado. Desde el Oriente se está trabajando para integrarse en proyectos europeos de turismo arqueológico y en crear producto que pueda exportarse fuera. Y en ese papel, la pertenencia del Oriente de Asturias a un itinerario cultural del Consejo de Europa es clave a la hora de poder proyectarse hacia el exterior y poderse sumar además a las políticas de turismo cultural que desde la Comisión y el Consejo de Europa se vienen incrementando en los últimos años.
-¿Qué falta entonces?
-Tenemos la infraestructura, tenemos el recurso, tenemos muy buenas cuevas, tenemos incluso centros de primer nivel, pero ahora nos falta un poco la proyección externa, y para proyectarse y formar parte de una gran oferta europea, hay que buscar socios y crear redes. En ese sentido, desde hace un año y medio, el grupo de acción local del Oriente se integró como miembro del itinerario y desde hace a penas un mes, Recrea, que es la sociedad regional del Gobierno del Principado, también se ha integrado. Yo creo que se están dando pasos muy interesantes para que el Oriente, definitivamente, se posicione como lo que es, una de las principales regiones europeas en arte rupestre.
-¿Cómo se debe compaginar la conservación con las visitas a estos yacimientos?
-Eso es justamente lo que podríamos denominar como turismo sostenible. Es verdad que no todo el arte rupestre se puede ofertar al público, porque esté situado en lugares inaccesibles; porque sus condiciones de conservación, después de miles de años de haber padecido infinidad de procesos naturales, no es el adecuado; o porque también ha habido degradaciones de forma antrópica. Es decir, vandalismo. Llega un momento en que hay que plantearse qué podemos ofrecer y qué no. Es verdad que las nuevas tecnologías nos están permitiendo que, por ejemplo, determinados lugares que no son accesibles de repente sí puedan ser visualizados a través de otros medios. Tenemos el claro ejemplo en el Camarín de las Vulvas de Tito Bustillo, y con esto también tenemos que jugar.
300.000 visitas
-¿Opina que es positiva entonces la restricción de visitas en cuevas como la de Tito Bustillo?
-Indudablemente hay que tener un equilibrio en la capacidad de carga real de los sitios para conseguir que el turismo pueda llegar, pero que no suponga la degradación de los mismos. Pero también, por otro lado, tenemos recursos, como es este centro, donde podemos, libremente y de una manera abierta, fomentar la entrada masiva de visitantes. La réplica de Altamira tiene 300.000 visitantes. Nadie está viendo una cueva, nadie está viendo un original, pero se trata hoy en día de un proyecto muy potenteque se ha consolidado. No vamos a pretender que quizá el CAR Tito Bustillo alcance esos 300.000, pero sí vamos a ser ambiciosos y vamos a fomentarlo y promocionarlo para que, por qué no, pueda recibir el mayor número de usuarios posible, en tanto en cuanto que es la alternativa física que podemos disponer frente a la visita a la caverna.
-¿Es partidario del proyecto en el que trabaja de la división de competencias en la gestión de patrimonio rupestre?
-En el caso español, las competencias en la gestión, es decir, quien decide qué se abre, cuándo se abre o se deja de abrir, es la Administración autonómica. El problema que estamos teniendo es que las administraciones locales, y ya no sólo ellas sino también los grupos de acción local donde hay fondos para emitir determinadas acciones, necesitan estar presentes. Ocurre que en nuestro proyecto a nivel nacional estamos desequilibrados. Dentro del Itinerario Cultural del Consejo de Europa, desde la unidad técnica creemos, y así se lo hemos expuesto a los políticos que trabajan en las consejerías, que eso hay que nivelarlo. Porque para que una comarca se pueda desarrollar y pueda utilizar el recurso rupestre como un producto turístico y esto beneficie a la gente, hay que contar con la gente. Debemos organizar el producto turístico y su explotación territorial desde abajo hacia arriba. Hay que implicar a la sociedad local.
-¿Por qué?
-Por dos cuestiones. Una identitaria. La gente identifica el patrimonio rupestre como algo suyo y solamente lo valora cuando realmente puede ofrecerlo al exterior. Además, el desarrollo turístico en las áreas rurales tiene mucho que ver con los programas europeos, los Leader, los Feder... Tiene mucho que ver con los grupos de acción local. Es decir, la Administración regional probablemente pueda una vez en la vida poner un dinero para hacer un proyecto, pero no va a poder mantenerlo en el tiempo. Quien puede hacer eso es el grupo, que recibe fondos europeos, los administra, y dentro de su estrategia de desarrollo del territorio puede utilizar, en el ámbito turístico, el arte rupestre como un recurso importante. En este sentido ambos niveles están condenados a entenderse. Hay que decir que las cosas están cambiando y que proyectos como CARP están concienciando a las dos partes.
-¿En qué sentido es positiva la unión de grupos, de yacimientos, de proyectos, en definitiva?
-Europa lo que quiere es una política común, en este caso, turístico-cultural. Porque la principal oferta que hace en el terreno turístico al resto del mundo es el Patrimonio Cultural. Luego también las playas y un crucero por el Mediterráneo, pero el principal es el Patrimonio. Dentro de éste, el arte rupestre es un elemento muy diferenciador de Europa. Lo hay en todo el mundo, pero el sitio más potente y más conocido a escala global es el Paleolítico y, en concreto, el europeo, del que aquí tenemos infinidad de ejemplos. Es decir, somos unos privilegiados. Por lo que vamos a trabajar juntos, porque tenemos que construir Europa y cuando las instituciones europeas nos demanden estrategias para poder promocionar este recurso a largo plazo como producto europeo, no podemos ir cada uno haciendo la guerra. Es que no puede ser así, somos un sólo gran estado que es la Unión Europea, entonces tenemos que colaborar. Bien entendida esta colaboración en que nadie le va a decir a las comunidades que no tienen sus potestades para delimitar hasta donde se puede y no se puede explotar turísticamente un lugar.
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