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La Escolanía de Covadonga cuenta con 42 jóvenes que además de formarse musicalmente, comparten sus inquietudes.
Las voces de Covadonga

Las voces de Covadonga

Se cumplen 75 años desde que naciera el germen de lo que hoy en día es una de las cinco únicas escolanías de España

ANDREA INGUANZO

Domingo, 26 de octubre 2014, 01:19

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Se trataba de dos organismos diferenciados, que en algún caso compartían alumnado, y que se alejaron finalmente con el traslado de centro de estudios a la capital asturiana.

A lo largo de la historia, la Escolanía de Covadonga ha pasado por altos y también por bajos. Hubo años en los que se hacía más que necesario repartir a los escolanos en dos grupos para poder efectuar con mayor fluidez la formación y los ensayos. También se llegaron a ofrecer hasta cuatro becas para niños del Hogar de San José de Gijón, con la intención de contribuir en su obra social ofreciendo una alternativa de futuro a aquellos chicos.

Hoy son muchos los escolanos que siguen ligados a esta especie de familia de voces y músicos. De hecho, varios de los docentes son antiguos alumnos que han podido mantener un vínculo directo con esta escuela, casa y hogar. Y es que, al final, el menor de sus atractivos es la formación musical. La Escolanía de Covadonga, tal y como se conoce ahora, cuenta en este curso con 42 escolanos de edades comprendidas entre los 8 y los 18 años. Este año, por primera vez, se han mantenido las plazas de algunos chicos que pasaban a Bachillerato y; por el momento, el resultado no puede ser más satisfactorio.

Deportistas

La rutina es uno de los pilares para la subsistencia de esta entidad. El despertador suena a las 6.30 horas y, desde entonces, los chicos bajan a Cangas de Onís al colegio y al instituto, regresan al Santuario para comer, posteriormente disfrutan de un pequeño descanso y después, se meten directos en la formación. Clases de instrumento, ensayo de voz y sesión de solfeo, entre las que hay un pequeño descanso para la merienda y una cita obligada con la Basílica para cantar el himno de la Santina. Más tarde tiempo de estudio y cenas y algo de tiempo libre que cada uno invierte en lo que más le apetece.

Y es que no, los escolanos no son meramente un grupo internos que aprende a cantar, son mucho más que eso. Son chicos con los mismos gustos, los mismos problemas y las mismas aspiraciones que cualquier persona. Uno de los más veteranos, por ejemplo, planea presentarse este año a la nueva edición de La Voz. Otros tres son deportistas federados y con numerosos méritos en su corta trayectoria. Eduardo Bermúdez es campeón de Tiro con Arco, Adrián Harold también acumula medallas en atletismo, triatlón y pentatlón y Francisco Encarnación es un ventajoso jugador de boxeo.

El deporte está muy presente en su día a día ya que cuentan además con unas completas instalaciones de gimnasio o salas de ocio, con maquinaria de entrenamiento y hasta futbolines. «La rutina que soportan es dura, cuesta acostumbrarse, pero una vez hechos suelen administrar muy bien el tiempo y unos van motivando a los otros», explica Gabi Pedrayes, educador de la Escolanía y además antiguo escolano. Los fines de semana, hay tiempo para ver películas, disfrutar del fútbol y visitar a las familias.

Whatsapp y visitas

Son ellos, las madres, los padres y los hermanos, los que ayudan a estos chicos a conciliar su vida en Covadonga con ese otro mundo que hay fuera de su retiro particular. Un retiro que cada vez es más permisivo y que, como no podía ser de otro modo, se adapta a los nuevos tiempos. «Tienen móviles y whatsapp e incluso les vienen a visitar las amigas especiales. Todo ello por supuesto bajo el control pertinente pero, ellos, son chicos normales», relata Fernando Álvarez, jefe de estudios.

En los centros educativos, hace algunos años, el hecho de pertenecer a la Escolanía aportaba a estos jóvenes una etiqueta ligeramente discriminatoria, algo que en la actualidad ha dado un giro radical. El IES Rey Pelayo, por ejemplo, llegó a colocar un piano entre las aulas para que los escolanos demostrasen a sus compañeros su destreza con los instrumentos y su dominio de la música en general. «Hoy en día tienen hasta su pequeño club de fans, sus compañeros disfrutan de sus actuaciones y su integración es absoluta», señala Pedrayes.

Pertenecer a la Escolanía aporta además una serie de valores personales de gran relevancia. La educación que se imparte está reflejada en tres aspectos: académico, humano y musical. «Sin ir más lejos, lo que crean aquí es su segunda familia. Unos lazos de amistad muy fuertes que se fundan en una convivencia de 24 horas al día», indica Jorge de la Vega, desde la voz de la experiencia, pues él también fue escolano hace más de treinta años. Hoy es director del coro, profesor de instrumentos e, incluso, lleva a sus propios hijos como alumnos externos, ya que no duermen allí.

Desde hace algunos años, quien contribuye a la conciliación de esta gran familia son las hermanas Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo. Cuatro son las voluntarias que actualmente conviven con los escolanos, las hermanas Concepción, Larissa, Romilda y Fabiola. Esta última asegura que lo que ellas aportan al grupo es «la parte maternal». «Estamos junto a ellos en todo momento, les impartimos catequesis y también valores humanos, les atendemos con su ropa, con la comida o cuando se ponen enfermos, y hasta estudiamos con ellos. Nuestro trabajo es sencillo pero muy importante», estima.

Lo cierto es que, durante todos sus años de historia, «la Escolanía rompió el esquema de acceso a la formación musical». «Hace décadas aprender música, aprender a tocar un instrumento, era cosa de ricos, de unos pocos. Desde la Escolanía esa puerta se amplió. Aquí se consigue una formación de calidad y a un nivel que muy pocos centros pueden igualar», indica Gabi Pedrayes. Son numerosos los antiguos escolanos que hoy en día dedican su vida profesional a la música, como miembros de orquestas, directores, profesores de conservatorios, etcétera.

Espíritu escolano

Son los mismos que cada Semana Santa o cada novena de la Santina regresan a Covadonga para formar parte de un ritual, de una convivencia, de un trabajo en equipo y, en definitiva, de algo que marcó su camino y su personalidad. El repertorio de este conjunto vocal, que desde hace unos años compagina también en sus actuaciones la canción con la parte instrumental, ha ido creciendo y saliéndose en cierta medida de los cánones exclusivamente eclesiales. Cualquier entidad puede solicitar una actuación de la Escolanía si antes cursa una petición formal al Santuario. Una pareja de cubanos, de visita en el Real Sitio, coincidían esta semana con la actuación de media tarde de los escolanos en la Basílica. «¿Cantan aquí a diario?», preguntaban. Y efectivamente es así. La Escolanía forma parte fundamental de este enclave y es, además, uno de sus más valorados atractivos.

Pero, y para ellos, ¿qué significa formar parte de esta entidad, una de las únicas cinco en todo el país? Unos celebran el aprendizaje, otros la convivencia con sus compañeros, otros, por pequeños que sean, la oportunidad que se les brinda. «Nos aporta un trabajo casi seguro para el futuro», comentaba uno de los más jóvenes durante el ensayo. La rutina se les hace «más bien dura» pero al mismo tiempo «llevadera». «Nos adaptamos muy bien y también disfrutamos juntos», reconocen además.

Cada vez más cerca de cumplir un siglo de historia, la Escolanía de Covadonga se encuentra más viva que nunca. Una escuela de valores, un centro de formación intensiva y, lo más importante, una escuela de vida que pone voz y armonía al mayor símbolo de los asturianos.

Se trata de un pilar existencial del Santuario de Covadonga y prácticamente está de celebración. Aunque no fue la fecha de su fundación oficial, una vez concluida la Guerra Civil española, se creó en el Real Sitio un pequeño grupo de voces blancas para cantar la misa del día de la Santina. De aquella agrupación inicial quedó constancia en el acuerdo del Cabildo del 23 de octubre de 1939, es decir, hace ahora 75 años. Sin embargo, no sería hasta mediados del 45 cuando esta agrupación quedase totalmente formalizada. Una corta andadura, levantándose inicialmente como seminario menor, la llevó a agotar su actividad pocos años después de comenzar. Hubo que esperar otro periodo, hasta el año 1951, para que tras la llegada al Real Sitio de un joven canónigo, que años más tarde se convertiría en abad, Emiliano de la Huerga, se creara una nueva Escolanía en Covadonga que, desde entonces, no ha vuelto a apagarse. No es, entonces, un aniversario al uso, aunque sí se podría afirmar que han pasado ya tres cuartos de siglo desde que se alzó la necesidad de crear un grupo de niños cantores en este maravilloso enclave. Nacía con un grupo de no más de 40 escolanos, la misma cifra que hay hoyen día, y pronto consiguió completar su existencia con la de un seminario.

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