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A las puertas de casa de Emma Martínez se dibuja una montaña de leña que servirá para mantener su hogar caliente durante todo el invierno.

El invierno llama a la puerta

Los vecinos de Ponga se preparan para superar esta estación que ya no se hace tan dura como hace años

SHEILA VACA

Domingo, 7 de diciembre 2014, 01:05

Vivir en un pueblo de alta montaña tiene muchísimas ventajas como la de estar rodeado de un paisaje cautivador o la de respirar un aire más puro. Pero con el invierno las cosas se complican. Lo cierto es que este ha sido un verano completo, radiante y de buenas temperaturas que se han alargado más de la cuenta dejando un otoño bastante atípico y especialmente cálido. Ahora es tiempo de paraguas, bufandas, guantes y abrigos. El invierno llama a la puerta del Cantábrico y como no puede ser de otra manera es en las montañas donde esta estación llega antes que al resto de la comarca, como en las de Ponga. El concejo está rodeado de riscos y hayedos y es una de las poblaciones que se encuentran a mayor altura sobre el nivel del mar, lo que hace que normalmente sea también de las primeras a las que llegan las nieves, aunque parece que este año se están haciendo de rogar.Durante estos pasados días las lluvias han sido las claras protagonistas. Las intensas nevadas de años atrás aún no han asomado el hocico, dejando que los ponguetos, acostumbrados a las bajas temperaturas, preparen todo lo necesario para superar la estación del año más fría. Puede que la bajada de las temperaturas y las fuertes lluvias sean un aperitivo de lo que está por venir, aunque «nadie lo sabe. Tan pronto hoy está normal, como mañana tienes la carretera cubierta de nieve», advierten.

Pero aunque la nieve sigue siendo una constante en Ponga durante los meses en el que el señor invierno domina con puño de hierro la meteorología, esta estación ya no se hace tan dura y tan larga para estos vecinos como hace no tantas décadas. El avance de la vida moderna y las mejoras en el mantenimiento de las infraestructuras que ello ha traído permite que los ponguetos se planteen la llegada de la estación invernal de una manera distinta a la de tiempo atrás. No cabe duda de que la nieve sigue generando problemas -dificulta los desplazamientos y los accesos a algunas de las calles secundarias de la localidad-, pero es raro que se corte la carretera nacional gracias al rápido trabajo de las quitanieves. Por lo que los habitantes pasan el invierno en sus casas con normalidad y ya no ven necesario llenar hasta arriba sus arcones de comida en previsión de que puedan permanecer varias semanas aislados del resto del mundo a causa de la nieve.

Aún así provisiones tampoco les faltan por lo que pueda pasar. Porque bien saben que «vale más prevenir que curar». No hay peligro de incomunicación. Ya no, aunque han sido muchas las situaciones por las que han tenido que pasar estos vecinos que han nacido o se han instalado en esta zona del Oriente de Asturias y eso, como todo, tiene sus pros y sus contras.

Lo que no puede faltar en ninguno de los casos es la leña. Hacen una buena recopilación ya desde finales de septiembre y comienzos de octubre de madera para quemar como leña en las cocinas y las chimeneas de las viviendas, para compensar así, en la medida de los posible, el alto coste que supone tener las calefacciones eléctricas conectadas toda la jornada. Mucha leña. Decenas de kilos que sirvan para hacer un poco más llevadero el invierno.

Faya y roble

«La verdad es que estos últimos inviernos que hemos tenido han sido suaves, no como en un tiempo atrás. Teniendo leña suficiente no hay mayor problema porque son días llevaderos», indica Emma Martínez que reside en El Carbayal. A las puertas de su casa, junto a la carretera nacional que comunica la mayoría de los pueblos ponguetos, se dibuja una montaña hecha de troncos de madera, que serán la medicina contra las temperaturas bajas. Madera de faya y de roble a montones que adquieren gracias al guardamontes y donde el único compromiso para su recogida es que una vez recopilada, la zona del monte «quede limpia». Mientras parte con un hacha uno de los troncos recolectados por su marido, Emma confirma que no hace falta llenar hasta los topes los armarios de la cocina con latas de conserva o demás alimentos. «Rara vez se suele cortar la carretera porque en cuanto está cubierta de nieve, las máquinas actúan al instante y te puedes desplazar con normalidad», indica.

Además, el pan llega casa por casa. Un camión-tienda recorre todo el concejo de Ponga surtiendo a los vecinos del alimento básico por excelencia. Una especie de panadería ambulante pero mucho más cercana ya que son los clientes de siempre. Además de barras de pan, en el interior de esa peculiar tienda se despacha prensa, leche, chocolate y otros productos, los normales que se pueden encontrar en un comercio cualquiera, pero sobre ruedas. Esto facilita las cosas enormemente.

Helicóptero

Por eso todos los habitantes de Ponga coinciden que «lo más importante durante el invierno es que la carretera esté abierta». «Teniendo leña y comida se pasa sin mayores complicaciones, ya que las últimas no han sido unas fuertes nevadas», indica Julio Óscar María López. Si alguien se pone enfermo, el médico y la enfermera suelen acudir a los domicilios de particulares para atender la urgencia, «pero si hay mucha nieve se complican las cosas y tendría que intervenir por aire un helicóptero, para sacar a la persona y llevarla al centro de salud o al hospital», añade este vecino de El Riveru, que vive con su padre de avanzada edad.

Junto a su casa se encuentra la de su hermana Pepa. «Es difícil que nos quedemos incomunicados», explica mientras su marido, Marcelino Estrada, navega por ELCOMERCIO.ES. Y es que, el ADSL e internet llegan sin problemas a Ponga, pese a que está rodeado de montañas. Quién iba a a imaginar esto hace años. Ahora es un alivio para los habitantes de estas regiones que pueden desarrollar sus vidas con «plena normalidad». De hecho, la señal es buena y la velocidad también. El mayor problema en las comunicaciones se encuentra en la TDT, ya que según indican, «cuando hay ráfagas de aire se corta la emisión, no funciona demasiado bien».

Queso de los Beyos

En Sobrefoz los vecinos guardan en sus despensas comestible, «por si las moscas, porque no sabes cómo va a venir el tiempo de un día para otro», pero más adelante, a mediados de diciembre, añadirán chorizos y morcillas de la matanza para sobrellevar el invierno con buen sabor. «No suele haber problemas de comunicaciones ni de aislamientos como cuando estábamos en Ventaniella. Ahí sí lo pasábamos mal», recuerda Olegario Mones, mientras talla un bastón de madera.

Cerca de su domicilio Manuel González y Sara Sánchez preparan de forma totalmente artesanal queso de los Beyos para abastecerse durante la temporada invernal. En las estanterías de la cocina puede verse como maduran algunas de estas piezas, elaboradas con leche que el propio Manuel saca de su ganado.

Otra de las quejas que transmiten los vecinos de Sobrefoz y que se extiende al resto de pueblos es que la caja de ahorros solo se encuentra abierta en San Juan de Beleño los lunes, lo que limita a los vecinos de las otras zonas a hacer sus correspondientes operaciones bancarias un solo día de la semana. «No es normal que tengamos que trasladarnos hasta Cangas de Onís para ir al banco porque aquí solo esté abierto un solo día. ¿Qué pasa si tenemos que cobrar algún recibo o ingresar alguna cantidad en una cuenta? Hay que ir a la oficina más cercana que está a unos cuantos kilómetros», critica Sara Sánchez.

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