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A. INGUANZO
Martes, 4 de agosto 2015, 00:21
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Tres de los chiringuitos del cauce del río Sella alertan sobre la presencia «cada vez más creciente» de negocios ilegales a pie de río. Los propietarios del Bar Puente Toraño, La Mediana y El Prau (ambos en Triongo) lamentan tener que hacer frente a la «competencia desleal» que un importante número de particulares están ejerciendo sobre sus negocios. «Mientras nosotros contamos con licencia municipal, pasamos controles sanitarios y revisiones de trabajo y mediamos con la Confederación Hidrográfica para cumplir la legislación, ellos trabajan a pie de río, de forma ilegal, y parece que no se toman medidas al respecto», explican.
Han denunciado la situación y han recibido la visita tanto de la Policía Local de Cangas de Onís como de efectivos del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil. Ambos cuerpos les aseguran que «se les visita y se les ponen multas, pero no pueden llegar más allá». Estos hosteleros no entienden qué es lo que deben hacer para conseguir un respaldo legal en esta situación. «Si fueran negocios que cumplen con toda la normativa y, al igual que nosotros, se acogen a la legalidad, no tendríamos nada que objetar, pero es que no es así y, encima, se está engañando a los turistas», advierten.
Son 100 metros de distancia mínima con el río los que hay que respetar para poder colocar las instalaciones de cualquier chiringuito, así como su terraza o baños. «Antes se acercaban a la orilla con neveras de mano a vender a la gente, pero este año, ya bajan con remolques, traen generadores, barras y neveras e incluso colocan mesas y sillas al pie del cauce», alertan.
Y es que, además de la competencia que para ellos supone esta práctica, «ofrecen una imagen a los visitantes que no hace ningún favor a Asturias». «Lo que queremos es que la gente disfrute y, si se puede, que vuelva, no echarla», indican. Señalan que venden la sidra «caliente y a cuatro, cinco y hasta seis euros», un aspecto que valoran «atenta contra la cultura sidrera».
Limpieza del cauce
Por otra parte, está el asunto de la limpieza. «Cuando estábamos solos, nunca hubo problemas de ningún tipo. Desde que llegaron, algunos turistas han sufrido cortes en los pies por la presencia de cristales rotos en la orilla», afirman. La peor parte es que «cuando ocurre algo, nunca se hacen responsables y, los afectados nos vienen a pedir explicaciones a nosotros cuando las autoridades lo saben: siempre hemos tenido la zona muy cuidada y hemos tratado de mantener el entorno del que, de una manera u otra, vivimos», detallan.
A los que sí agradecen su labor y su apoyo es «a los monitores de las empresas de canoas». «Ellos advierten a los clientes de la existencia de negocios ilegales y lo cierto es que sabemos que lo agradecen», indican.
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