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La pieza de quesería Aranga presidió la subasta, en la que se alcanzó cifra récord. Fue seguida por interés por cientos de personas.
El mejor Cabrales, camino de Madrid

El mejor Cabrales, camino de Madrid

El Certamen quesero reunió a 17 elaboradores, más de 2.000 kilos de producto y a miles de vecinos y visitantes, seguidores del manjar

PELAYO ARIAS

Lunes, 31 de agosto 2015, 00:38

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El día amaneció con tormenta y el agua acompañó a los más madrugadores, que plantaron cara a la lluvia con motivo del XLV Certamen de Queso de Cabrales. Miles de vecinos y turistas llegaban a Arenas de Cabrales dispuestos a conocer y disfrutar de los mejores quesos de la región. Para satisfacerles, 17 elaboradores y más de 2.000 kilos del Cabrales más mimado. Y es que, como reconocían los queseros, los lotes que se exponen a la venta el día del Certamen son las más especiales de sus producción. La mercancía se vendía a un precio de 20 euros el kilo, aunque las piezas con más tiempo de maduración cotizaban a precios más elevados. Según transcurría la mañana el día empezaba a abrir y finalmente brilló el sol a los pies de los Picos de Europa.

El jurado, formado por 10 expertos queseros entre los que se encontraba Jaime Uz -chef estrella Michelin en el Arbidel- empezó temprano a catar las 17 piezas que se presentaban a concurso. Dentro de la denominación de origen hay hasta 32 elaboradores. La cata, como confesaba Isabel Marcos, técnico de calidad del Consejo Regulador, «es muy intensa, por la gran cantidad de quesos, aunque el proceso es más sencillo que en una cata habitual, donde sólo se valoran cuatro piezas». «Aún así, el jurado es experto y siempre encuentra al mejor», añadía.

En torno a la una de la tarde ya se había decidido ganador y el jurado proclamó como mejor queso de Cabrales 2015 una pieza elaborada por la quesería Arangas, regentada por Andrea Fernández y Pepe Bada. En la categoría de mejor lote quedaron segundos, siendo superados por la quesería Valfriu, de Tielve. Ambos agotaban existencias poco después de fallarse el galardón, cuando muchos curiosos se acercaban intentando hacerse con las últimas porciones de los destacados como mejores Cabrales del año. Los de Valfriu vendieron los más de 200 kilos de queso con los que habían cargado hasta Arenas.

La parte más emocionante de la jornada, y la que más curiosos atrajo, fue la subasta de la pieza de poco más de 2 kilos de la quesería Arangas, elegida como la más sobresaliente del año. 3.100 euros fue la puja más elevada, que convirtió a las sidrerías Carlos Tartiere y Couzapin, de Madrid, en las dueñas de la porción más solicitada. La cantidad supone un nuevo récord y supera en 100 euros el precio conseguido en la edición de 2014. Miguel Avello, representante de los dueños, confesó que «no teníamos límite económico» a la hora de hacerse con el preciado manjar. Tenía que ser suyo.

La organización quiso reconocer a los fundadores vivos del Consejo Regulador, que en un primer momento recibió el nombre de Comisión Rectora, e hizo entrega de placas conmemorativas a Rufino Fernández, José Caso y Salvador Díaz. El año que viene esta comisión cumplirá 30 años. También se impuso la banda a a la Xana del Naranjo de Bulnes, Maribal Fernández, y al Pastor Mayor de Picos de Europa, Pedro Diez.

Bernabé Aguirre, el hombre vivo que más veces ha escalado el Picu Urriellu, fue el encargado del pregón en esta edición. Una sugerencia del alpinista César Pérez de Tudela, pregonero el año anterior. Aguirre se emocionó en un discurso que metafóricamente supuso un descenso por las montañas de Cabrales. Hubo momento para recordar a los amigos, presentes y ausentes, pero sobretodo para el Cabrales, «bocado de dioses», y par a sus gentes, con seis breves historias que demostraron la tradición histórica del queso asturiano. «Los jóvenes deben luchar por el mejor queso del mundo, que es lo que les han dejado sus mayores», concluía.

Lo que está claro es que Cabrales es tierra de quesos. Este año se invitaba al evento a la Denominación de Origen Idiazabal, de País vasco y Navarra. Ander Barandianau y Oihana Iguarau, de la quesería Gaztandegiaditxulo se sentían «encantados de estar en una zona donde se aprecia el buen queso, se conoce el trabajo que conlleva, incluso el de los pastores». Ellos se arrepentían de no haber traído más queso al certamen. Para las 12.30 horas ya habían vendido todas sus piezas. En general el nivel de venta fue satisfactorio para todos.

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