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Entrada a la Casa de las Palmeras, en Colombres, auténtica joya de residencia de indianos por su belleza y exotismo.
Las palmeras del Oriente, en peligro

Las palmeras del Oriente, en peligro

El catedrático Miguel Bueno avisa de que «el control de la plaga es imposible» y propone «tratamientos preventivos con fitosanitarios»

GUILLERMO F. BUERGO

Viernes, 18 de septiembre 2015, 00:35

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El malagueño Miguel Bueno Jiménez, geólogo y catedrático jubilado de Ciencias Naturales, autor de cinco libros que tratan de Biología y Geología, con residencia habitual en la localidad llanisca de Piedra, alerta de que «la terrible plaga del picudo rojo, un gorgojo de hasta cinco centímetros, ya ha llegado al Oriente asturiano, tras pasearse por toda España». El picudo rojo es un insecto coleóptero que perfora galerías en el interior de los árboles y sus plantas hospedantes preferidas son las palmeras, entre ellas la palmera canaria, la variedad que se encuentra a la entrada de las emblemáticas casas de indianos de Ribadedeva y Llanes.

El control de la plaga es muy complicado, prácticamente imposible, y como último recurso se procede a talar los pies afectados y los que se suponen podían estarlo, para evitar la propagación. La plaga apareció en España hacia 1993, en la localidad granadina de Almuñecar, con palmeras infectadas procedentes de Egipto. Los principales síntomas para detectar la presencia del gorgojo son la contemplación de hojas verdes y sanas que aparecen colgando, la aparición de capullos del insecto y la presencia de galerías en el punto de inserción de las hojas. El picudo rojo coloniza hoy cualquier rincón de la península.

En un rápido recorrido por los concejos de Ribadedeva y Llanes, Miguel Bueno pudo constatar «la presencia en Nueva de una palmera con todos estos síntomas» y fue testigo de cómo en la localidad de Quintana los propietarios de la primera casa del pueblo, en dirección a Posada, talaban hace una semana «una palmera centenaria argumentando la enorme presencia de bichos». El malagueño opina que en la mayor parte de las palmeras de la comarca es difícil saber si están infectadas porque «no se realizan podas ni se limpian las hojas muertas». Eso sí, sentencia que «sería escandaloso que las palmeras de Ribadedeva y Llanes se perdieran, sobre todo las de las casas de indianos, que deberían que estar superprotegidas».

Con evidente pesimismo, Bueno advierte de que el control de la plaga «es imposible porque es endémica, pero sí se pueden salvar las palmeras con tratamientos preventivos». La terapia pasaría por «limpiar las palmeras de hojas muertas, realizar podas anuales y poner en marcha un tratamiento fitosanitario, tres veces al año». «En algunos lugares, para controlar la plaga desde el inicio, utilizan perros especializados y colocan botellas, adosadas a la palmera, que a través de una cánula inyectan insecticida a presión en el propio árbol», estima el catedrático.

Como primera medida, Miguel Bueno propone la creación «inmediata de una brigada de jardinería en Ribadedeva y Llanes, sin esperar a que vengan de fuera a salvarnos de la quema. Nos duele a nosotros y nosotros debemos afrontar el problema».

La vida del picudo rojo en estado adulto oscila entre 45 y 90 días, se reproduce en el interior de la palmera a un ritmo de tres generaciones por año y la hembra, un vez fecundada, realiza puestas de entre 300 y 400 huevos. La actividad del individuo adulto es diurna y busca nuevos ejemplares de palmera para infectarlos.

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