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El punzón de la Jerra tiene una longitud próxima a los 25 centímetros.

Una aventura que terminó en hallazgo

Francisco Gutiérrez 'Kiko', vecino de Arangas, animó a dos amigos a acompañarle a inspeccionar un lugar de juegos de su infancia

ANDREA INGUANZO

Miércoles, 18 de mayo 2016, 00:21

Quién le iba a decir cuando era un niño que se escapaba a jugar por un lugar escarpado y misterioso que tres décadas después le picaría la curiosidad y volvería a ese sitio y descubrir un llamativo hallazgo. Francisco José Gutiérrez Díaz, más conocido como Kiko, es la persona que encontró dentro de la cavidad conocida como La Jerra el Teyeru una pieza que podría tener más de 4.000 años de antigüedad.

Todo empezó con una conversación con su abuela, a la que preguntó sobre las cuevas existentes en las inmediaciones del pueblo. «Mi abuela, que tiene casi 100 años y una memoria de hierro, me recordó dónde era el lugar en el que yo hace años me escapaba de aventura con los amigos», rememora el descubridor. Con la intriga de nuevo presente decidió animar a otros dos compañeros, su primo Basilio Fernández y otro vecino, Álvaro Saiz, para que le acompañasen a tratar de descifrar el misterio de este lugar. Hace ya casi dos años de aquella expedición. «Mi abuela me advirtió de que quizá en esa zona íbamos a encontrar restos de la Guerra Civil y con esa idea partíamos», confiesa.

Para llegar al punto exacto de la Jerra el Teyeru no es necesario andar un gran trayecto, pues se encuentra «a 15 ó 20 minutos del pueblo de Arangas». Pero el acceso está en muy malas condiciones, con mucha maleza, y «puede resultar peligroso para alguien que no conozca el terreno». La cavidad «no es una cueva en sí, con entrada, más bien es un agujero en el suelo». Tiene dos aperturas, de entrada y de salida, y por el medio consta de un túnel de unos cuatro metros de longitud que, en un primer momento, «nos llamó la atención al entrar un muro que se levantaba y nos impedía el paso». Los jóvenes cabraliegos pensaron que «tal y como nos habían advertido, sería un muro para tapar o guardar algún escenario de la guerra». Pero salieron de dudas al derribarlo. «Tiramos una parte y vimos que se abría la estancia, ese túnel, y decidimos acceder», explica Kiko.

Antes de derribarlo también se imaginaron que existía en su interior alguna corriente de agua «porque el viento soplaba con fuerza», pero lo que provocaba ese ruido era «el otro hueco, el de salida». Tras hablar con algunos expertos y haber regresado hace escasos días a la Jerra del Teyeru junto al catedrático de la Universidad de Cantabria Pablo Arias, señala que «se trata de un muro de unos cuatro metros y, según lo que nos han comentado, muy bien hecho y muy bien conservado. En un primer momento pensamos en eso, en que era una pared para ocultar algo, pero ahora hemos comprendido que más bien fue levantado para proteger».

Captó su atención

Más allá del muro fue donde apareció un objeto metálico, de unos 20 ó 25 centímertros de largo, que enseguida llamó la atención de estos tres improvisados exploradores. «Fui yo el que la vi el primero y, al llamarnos la atención, no sabíamos lo que podía ser así que decidimos sacarle unas fotos para preguntar», narra Gutiérrez. Y es que uno de los tres jóvenes tiene un conocido trabajando en la cueva de Altamira, en Cantabria, y fue a él al que le enviaron la imagen.

«En un primer momento nos dijeron que podía ser un asador, pero más tarde ya se constató que era un punzón o una punta de flecha y que podría tener hasta 4.000 años de antigüedad», relata. No fue hasta hace pocas jornadas cuando Pablo Arias se acercó a la Jerra de Teyeru para conocer de primera mano sus posibilidades. «Le acompañamos y nos comentó que quizá pudiera haber allí también enterramientos». Kiko Gutiérrez no sabe si algún día «este hallazgo será tan relevante como para que lo sigan estudiando, pero a mí me gustaría que lo hicieran».

Y es que el cabraliego destaca que su pueblo, Arangas, «cuenta con muchas cuevas en las que hubo grandes descubrimientos, incluso restos humanos», y por ello piensa que «todo ello es interesante para mostrar a la gente».

Exposición en Cabrales

Un planteamiento el de este joven que no va desencaminado a lo que piensa el Ayuntamiento. El alcalde, Francisco González, aseguraba ayer que conocía este descubrimiento «desde hace más de un año», pero que no le quiso dar ninguna relevancia «hasta que no nos dijesen lo que podía ser en realidad». «Parecía una pieza importante, pero teníamos que escuchar primero a los expertos», valoró. Aunque aún faltan estudios para determinar más detalles sobre su procedencia, el regidor no duda en plantear que «ya que tenemos en el concejo una réplica de la cueva de la Covaciella, sería interesante que nos dejasen exponer la pieza, al menos durante un tiempo, para que la viesen los vecinos y los visitantes del concejo». «Para nosotros esta es una promoción impagable que da muestra de todo lo que esconde nuestra montaña», concluyó.

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