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Fernando Caso con uno de sus halcones.
Un criadero de halcones en Narciandi

Un criadero de halcones en Narciandi

Fernando Caso quiere regular su actividad con las aves rapaces y se adelanta a la implantación de la normativa en el concejo

EVA FERNÁNDEZ

Sábado, 17 de diciembre 2016, 00:41

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Dicen que la cetrería es un arte. La UNESCO la reconoció en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. A Fernando Caso, vecino de Narciandi, en Cangas de Onís, la afición le llegó a los 6 años, «cuando vivía en Amieva». Desde hace siete se dedica a la cría, por encargo, de halcones azores. Es el único de la comarca oriental que está especializado en esta especie. Acaba de presentar un proyecto en el Ayuntamiento de Cangas de Onís para regular su actividad ya que la normativa para este sector «está haciendo que si no tienes licencia te pueden poner multas de 3.000 a 15.000 euros. En Avilés ya llegó alguna».

Caso no quiere esperar a que se aplique la normativa y, para curarse en salud, tramita una solicitud para establecerse como núcleo zoológico. Su idea está lejos de pensar en mostrar al público su trabajo con los halcones. «Para nada, no me interesa», zanja. El Seprona y los servicios de inspección del Soivre -un servicio similar al de Aduanas que realiza el control de pájaros y censos- tienen toda la documentación de sus «mascotas» y de la «cesión» de ejemplares que realiza. El Soivre, según Caso, es el órgano encargado de expedir todos los permisos.

Su solicitud llegó esta semana al Principado y el pasado miércoles se publicó en el Boletín Oficial del Principado (BOPA) la apertura del periodo de información pública para que en el plazo de días días se puedan presentar las observaciones pertinentes al deseo de Caso quien espera obtener el visto bueno. «Hace siete años que me dedico a criar y quiero seguir haciéndolo». En la actualidad tiene siete reproductores pero «quiero llegar a más». Cría halcones peregrino y azor «bajo petición». En junio envío unos ejemplares a Italia, fue la primera vez que cruzó la frontera ya que habitualmente opera en Cantabria, Castilla y León y, «sobre todo, por Andalucía pero aquí los italianos compran a muy buenos precios», explica.

Los contactos se van forjando con el tiempo. En el caso de Caso fue a través de las competiciones. «Voy a las asturianas, a León, Galicia y Cantabria». Con el tiempo hizo conocidos, otros aficionados a la cetrería, «en todas las partes del mundo, desde Sudamérica hasta Portugal», señala. Caso advierte de que en la cetrería no se realizan ventas, sino que a este término, en el sector, se denomina «cesión». De Narciandi, según dice, «salen pájaros criados aquí, con nuestra impronta». El criador es el encargado de realizar las inseminaciones, entre marzo y abril. Algunos huevos los incuba la madre de forma natural, otros la incubadora y, del resto, se encargan las «quicas». En su opinión, «estas gallinas pequeñas son las mejores incubadoras. Hay que voltearlos más los de las rapaces pero lo hacemos a mano». El proceso se prolonga durante un mes hasta que nacen los polluelos. A los tres meses de vida, los pequeños ya pueden emprender el vuelo y ser objeto de cesión. Dependiendo de los ejemplares, se cotizan entre los 600 y los 2.500 euros.

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