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La localidad de Sotres, en Cabrales, fue una de las más afectadas por 'la nevadona de los tres ochos'.
1888, el invierno en que  el Oriente se volvió blanco

1888, el invierno en que el Oriente se volvió blanco

Una sucesión de temporales de nieve en febrero, marzo y abril destruyeron cientos de edificios y mataron a ocho personas

LUCÍA RAMOS

Lunes, 20 de febrero 2017, 00:45

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El 14 de febrero de 1888 enormes copos de nieve comenzaron a caer, de forma incesante, sobre las tierras de Asturias y Cantabria. Nada nuevo para las gentes que habitaban los puntos más altos de ambas regiones y que, desconocedoras de la que se les venía encima, no dieron demasiada importancia al suceso. Sin embargo, lo que comenzó como una copiosa nevada típica de aquellas fechas, derivó finalmente en una letal sucesión de cuatro fuertes temporales que durante febrero, marzo y abril asolaron la zona y se cebaron con especial crudeza, en el caso del Oriente, en los concejos de Cabrales, Ponga y las Peñamelleras.

Lo acontecido aquel año, «un evento absolutamente extraordinario», en palabras de la geógrafa asturiana Cristina García Hernández, fue bautizado popularmente como 'la nevadona de los tres ochos' y tuvo, incluso, consecuencias a largo plazo. «Tras en análisis que hice de esta sucesión de temporales pude comprobar cómo en los dos años siguientes aumentó de forma considerable la mortalidad en los concejos más afectados», explica García Hernández, quien se encuentra en estos momentos realizando su tesis doctoral, donde se centra en las 'Grandes nevadas y eventos asociados en el macizo asturiano'. Durante el periodo que ella estudia, desde 1800 hasta 2015, «nunca sucedió nada parecido en el macizo asturiano. Sí que hubo otros grandes temporales con enormes daños, sobre todo hasta mediados de la década de 1950, pero nada que se parezca a lo acontecido en 1888», indica.

Según explica la geógrafa, aunque para todo el mundo fuese 'la nevadona de los tres ochos', lo que en realidad se registró durante aquel invierno fueron cuatro temporales encadenados. «Los dos más fuertes fueron los primeros. El 14 de febrero comenzó a nevar y no paró hasta el 20. Después, tras un breve descanso, llegó un segundo temporal, que se prolongó entre el 24 y el 29 de febrero», relata García Hernández. Tras un peligroso periodo de deshielo, un tercer temporal asoló la región, entre el 14 y el 22 de marzo. Finalmente, las últimas nevadas tuvieron lugar entre el 3 y el 8 de abril. Éstas fueron ya mucho más suaves que las de febrero, pero al no haberse fundido completamente la nieve de los tres temporales anteriores, se produjo un efecto acumulativo que prolongó las duras condiciones a las que tuvieron que hacer frente los lugareños.

Hasta seis metros

Según la prensa y otros documentos, como los archivos parroquiales y municipales y los datos del Observatorio Meteorológico de Oviedo, analizados por la geógrafa, en el Oriente hubo acumulaciones de hasta seis metros en Bulnes y de cinco en sitios como Sotres y Arangas, todos ellos en el concejo de Cabrales. «Nos queda la duda de saber si esas acumulaciones que rozan casi lo extraordinario se debieron a la presencia de ventisqueros», señala.

Lo que está claro, continúa, es que la 'nevadona' fue especialmente dura en aquellas poblaciones que, ya de por sí, tenían malas comunicaciones y cuyos habitantes vivían casi en el límite de la pobreza. «En Sotres el aislamiento se prolongó durante varias semanas y la situación de necesidad era tan grande que un grupo de vecinos se aventuró por los puertos de Áliva, una zona de alta montaña y en pleno temporal, para refugiarse en la localidad cántabra de Espinama», relata García Hernández. Todo parece indicar que los cabraliegos descartaron descender hasta Arenas debido a la alta probabilidad de aludes que existe en la carretera -entonces camino- que une ambas localidades.

Las pérdidas, insiste la investigadora, fueron cuantiosas en éste y otros pueblos. Los aludes y avalanchas que se produjeron como consecuencia de las fuertes nevadas destruyeron cientos de edificios y acabaron con miles de cabezas de ganado. Para hacerse una idea de lo que se vivió en la comarca oriental, García Hernández pone como ejemplo, de nuevo a la localidad de Sotres. «Solo allí resultaron dañados un centenar de edificios, muchos de ellos completamente derrumbados, y perecieron unas 1.300 cabezas de ganado de todo tipo», explica. Pero es que en Arenas de Cabrales, ubicada a una altitud mucho menor, «también se vinieron abajo unos veinte edificios debido a la acumulación de nieve sobre los tejados», agrega. Fueron muchas las familias que lo perdieron todo: su casa, su medio de vida y hasta las pocas ropas y enseres que tenían. «Podemos hablar de una situación de pobreza inducida como consecuencia de este episodio y de la que la gente tardó años en recuperarse», asevera.

Los cinco de Vallesotu

Pese a que en el Oriente los daños más importantes fueron los materiales, también hubo que lamentar pérdidas humanas. Concretamente, se tiene constancia de al menos ocho fallecidos a consecuencia de la 'nevadona', la mayoría por aludes. Fue el caso de cinco de los habitantes de una casa situada en la aldea de Vallesotu, en Ponga, que quedó completamente destruida. Además, la avalancha dejó cuatro heridos. Asimismo, en las inmediaciones de Cuñaba, en Peñamellera Baja, un pastor pereció por causa de otro alud. Más adelante, a mediados de marzo, otras dos personas perdieron la vida en el entorno de Abándames, Peñamellera Baja, arrastrados por la crecida del río tras el deshielo.

Pese a la crítica situación, la respuesta de la Administración fue «tardía, pobre, bastante mal distribuida y, sobre todo, insuficiente». De hecho, fueron las iniciativas privadas las que realmente aportaron ayuda a quienes se quedaron sin nada. Muchas de las campañas de caridad fueron promovidas por los propios periódicos que durante semanas relataron las dificultades que atrevesaron los vecinos afectados. Es el caso de EL COMERCIO y 'El Carbayón', quienes recaudaron fondos a través de las llamadas 'suscripciones' que fueron repartidos por toda Asturias. También la publicación 'El Oriente de Asturias' organizó una colecta que se destinó íntegramente a la comarca y contó con la participación de vecinos adinerados e ilustres emigrantes.

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