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José Antonio Anca Gómez 'Anca' enseña el vaso recuperado de una sidrería que cerró hace 80 años.
La historia en un vaso de sidra

La historia en un vaso de sidra

El cáliz procede de la sidrería El Camarote, que tuvo como asiduo cliente al sacerdote don Tomás Gutiérrez Herrero, gran amigo y colaborador de los marineros llaniscos

GUILLERMO FERNÁNDEZ

Viernes, 3 de marzo 2017, 00:06

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El llanisco José Antonio Anca Gómez 'Anca', recuperador de patrimonio local y certero buceador en desvanes de vetustas residencias que todavía quedan por el concejo, presentaba ayer el hallazgo de un vaso de sidra en cuyas paredes aparece grabado el nombre de la sidrería El Camarote, un entrañable negocio de hostelería, ubicado en el barrio de La Calzada, que cerró sus puertas hace más de 80 años. La pieza fue analizada por un anticuario y restaurador francés, quien dictaminó que «por el soplado manual del recipiente, podría tratarse de un vaso de finales del siglo XIX», comentaba Anca, quien valoraba que por su antigüedad «es posible que el vaso permaneciera colocado en una estantería como pieza destacada».

El célebre vaso de sidra llegaba a manos de Anca a través de la familia Mijares Pardo y para el recuperador de patrimonio se trata de «una referencia importante de un lugar emblemático de Llanes, que en su época cumplía las funciones de un pequeño casino». Recordó que la sidrería tenía lagar propio para la elaboración de sidra y contaba con clientes «de todos los estamentos sociales de la villa: marineros, curas, empresarios, obreros, indianos, nobles y propietarios de industrias, principalmente conserveras».

La sidrería, un establecimiento con solera y carácter, así como familiar y querido por los llaniscos, fue bautizada con el nombre de El Camarote porque una vez en su interior parecía que los clientes se encontraban en el camarote de un barco. Al asomarse a sus ventanas se contemplaba la gran masa de agua que entonces ofrecía en pleamar la Marisma de Llanes, un canal veneciano que desapareció dando paso tras su relleno a vulgares muros de hormigón y matorrales plagados por ortigas. En una viga permanecía suspendido un gran barco velero y en el techo era visible la piel de una enorme serpiente.

Don Tomás, un cliente asiduo

El Camarote no abrió sus puertas tras la Guerra Civil y un insistente rumor extendido por Llanes relata en que en uno de sus toneles permaneció escondida la imagen de la Virgen de la Guía durante los tres años de la incivil contienda.

Hoy, lógicamente, sobran dedos en una mano para contar los vecinos que en alguna ocasión fueron clientes de la sidrería pero gracias a fotografías antiguas se confirma que el sacerdote don Tomás Gutiérrez Herrero fue uno de ellos.

Don Tomás había nacido en Llanes, en el año 1876, en el seno de una familia humilde y desde niño sintió una irresistible vocación por el sacerdocio. Cantó su primera misa en la iglesia parroquial de Llanes, en 1900, apadrinado por el párroco Tomás del Cueto Vallado. Fue coadjutor en varias parroquias y capellán del Hospital Municipal. Los textos de la época destacan que era un hombre «cortés, humilde, sencillo, afectuoso y desinteresado» y ponen gran énfasis en subrayar que ejerció como «gran amigo y colaborador de los marineros llaniscos». De hecho, dejó su nombre a una calle situada en la zona portuaria.

El sacerdote salía con frecuencia a la mar y cuando permanecía en tierra acudía a diario a despedir y recibir los barcos, antes y después de la faena. Recorrió todos los puertos del Cantábrico con el fin de recabar apoyos para impulsar las obras del puerto de Llanes y fue nombrado vocal de la sociedad 'Salvamento de Náufragos'. Los armadores llaniscos Conde y Teresa, propietarios de una gran fábrica de conservas, le recordaron bautizando a tres buques con el nombre de 'Don Tomás'. Falleció en Oviedo, a los 43 años, el 4 de septiembre de 1919, tras una delicada y fallida intervención quirúrgica.

La evolución del vaso de sidra

Decía Anca que «nos sorprendería saber cuántos labios de llaniscos se posarían en este vaso» y valoraba que en la actualidad los clientes exigen un «vaso fino, por favor», para trasegar el contenido de la botella. El vaso recuperado de El Camarote es un recipiente tosco, de vidrio grueso y con una burbuja en el cristal, «una posible señal de su fabricación por el sistema de soplado». El etnógrafo asturiano Inaciu Hevia Llavona ya contó que «el vaso de sidra, grueso y pesado, surge en una época próxima a la de botella, en 1880». Y David Rivas explicó que «pesaban casi medio kilo y tenían capacidad para medio litro, siendo gruesos y varillados». Eso sí, «el vaso es una gota en el océano de la historia de la sidra, de dos milenios».

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