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Lunes, 30 de abril 2018, 00:49
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Con 105 años a sus espaldas, fallecía este sábado, en el hospital de Arriondas, Ángeles García Gutiérrez, la abuela de Pimiango (Ribadedeva). El día en que cumplía los 102, explicaba a EL COMERCIO que sus únicos secretos para alcanzar semejante edad fueron «llevar una vida tranquila, comer poco y dormir bien».
Efectivamente, durante sus últimos años, Ángeles se dedicó a descansar, hacer ganchillo y leer poesía, como ella misma relataba. No obstante, la existencia de esta querida vecina de Pimiango no siempre fue tan apacible. Asistió a clase hasta los trece años para después servir en una casa de Panes, en Peñamellera Baja. Al cumplir la mayoría de edad ennovió con Eugenio Campandegui, con quien se casaría seis años después. Tras una década de matrimonio, Eugenio salió a pescar y nunca regresó, se lo tragó el Cantábrico. Ángeles se quedó sola con dos niños: Eugenio, de nueve años, y Vicente, de tres y que fallecería al cumplir los catorce.
Tras enviudar, la ribadedense trabajó como jornalera en el campo y de cocinera en varias casas, pero cuando su hijo Eugenio se ordenó sacerdote, se fue con él. Madre e hijo peregrinaron juntos durante 48 años, como ella misma recordaba. Pasaron por las parroquias de Cocañín, Campo de Caso, Viabaño, Avilés y Ribadesella. «En todas ellas fui feliz, pero a Ribadesella le tengo un cariño especial, pues la gente me acogió con mucho afecto», relataba.
Tras perder a su marido y a a su hijo pequeño cuando sólo era un adolescente, a Ángeles todavía le quedó el mal trago de enterrar su otro vástago, quien fallecía en Ribadesella el 26 de diciembre de 2008.
El funeral por Ángeles García tendrá lugar hoy, a las 17 horas, en la iglesia de San Roque de Pimiango y, a continuación, recibirá sepultura en el cementerio parroquial.
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